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A eso de las diez y media de la noche la Euroliga habrá cortado en Vitoria una tercera parte de los cupones correspondientes a su atosigante fase regular. Y quién se hubiese atrevido a predecir que el poderoso Olimpia de Milán, envuelto en el 'glamour' ... del emporio Armani, visitaría el Fernando Buesa Arena con la llave en la mano de quien cierra la puerta como el último de la fila. O que el sólido Baskonia al calor de su público iba a llegar a esta jornada en el lado bueno de la muga, dentro de los equipos que se postulan a los cruces por el título. Vale que al filo de la sima, pero octavo al cabo.
Porque el plantillón que trata de adiestrar Ettore Messina, pese a las bajas, dista mucho de reconocerse como un auténtico equipo. El club, firme candidato de salida a la 'Final Four' y con el cetro continental como anhelo, realizó en el verano una inversión económica de primera magnitud para configurar un grupo que por apellidos y el aura de su ahora quebradizo entrenador parecía convocado a conducir la Europa de la primerísima velocidad. Y no halla el modo de cambiar de marcha en su averiada caja de cambios.
El baloncesto ofensivo del cuadro lombardo recuerda al azulgrana de hace un año, cuando la entidad de Betoño destituyó a Dusko Ivanovic (ojo a la trayectoria rampante del mariscal al frente del Estrella Roja) por la parálisis alarmante de un grupo sin pulso para competir. El Olimpia se redujo a 59 puntos y la mente en blanco al término del derbi con el Virtus de Sergio Scariolo y tocó fondo en la visita del Efes a Milán (51-80). Tras ganar los tres primeros compromisos encadena seis derrotas consecutivas, si bien es cierto que ha regresado con éxito de los desplazamientos a Villeurbanne, Belgrado (Partizan) y Múnich.
Así pues, el de esta noche se presenta como un duelo de variados contrastes. Por un lado, la solvencia baskonista en Zurbano que pierde fuelle cuando vuela a otros pabellones. De otra parte, el peligro de ese conjunto visitante aún por hacer que sólo sonríe lejos de su público. Y eso no es todo. Se enfrentan esta noche el ataque más lúdico del torneo continental, segundo en anotación, y decimoséptima defensa (el equipo de Joan Peñarroya) con el encefalograma casi plano del Armani de media pista hacia adelante, sujetado -eso sí- por una defensa aplicada.
La lógica apuntaría a pensar demasiado en las capacidades milanesas e invocar una de esas veladas heroicas con la que el Baskonia ha dejado bastantes triunfos de categoría en casa. Pero sin minusvalorar el potencial del anestesiado león lombardo, bien parece el pensamiento del técnico catalán por primar el interés propio. El del bloque dinámico y alegre cuya última referencia europea en Betoño remite a su contundente victoria contra el Zalgiris. Un bloque de sobredosis anotadora que atropella en las noches más hermosas. Pero cuidado con el emporio.
Peñarroya dejó casi descartado a Sedekerskis ante los medios. «Va evolucionando pero hoy –por ayer– tampoco tenemos pensado que entrene con el equipo. Valoraremos mañana». El lituano sintió molestias en el aductor al término del partido ante el Zalgiris y se perdió los compromisos de Barcelona y Girona. De confirmarse su baja, el técnico no tendrá que desconvocar a nadie de entre los doce disponibles «algunos con molestias por algunos golpes del último partido». «Hay que normalizar el dar descansos. Cuando palmemos, el entrenador se llevará las hostias pero para eso estamos».
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