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Apenas se admiten debates en torno a la elevadísima exigencia de una Euroliga silvestre. Ni sobre el calendario extenuante para los cuatro clubes que representan a la ACB dentro de la Euroliga. Circunstancias ciertas que han influido en el rendimiento doméstico del Baskonia, nítidamente inferior ... al esperado. Compaginar ambas competiciones con semanas de hasta tres guardias médicas requiere esfuerzos casi inhumanos, pero es el peaje de la aristocracia.
Si bien la trayectoria continental del Baskonia ronda el notable (balance de 11-10) frente a adversarios de rango mayor, habremos de admitir que los registros azulgranas en la ACB (9-8) distan de cuanto se preveía. Nada menos que ver la Copa dentro de un mes a través del televisor y hasta cuatro rivales que, según los vaticinios de un robot, no deberían de preceder -escrito desde el respeto- al equipo vitoriano tras la primera vuelta: los dos canarios, el Murcia y... el oponente de esta tarde en el Nou Congost.
El conjunto azulgrana se enfrenta hoy a la maldición del número trece. Los puntos que separaron al Baskonia de acudir al torneo del k.o. el próximo febrero después de diecisiete jornadas. El triunfo la víspera del Tenerife exigía una victoria alavesa ante el Real Madrid. Incluso la derrota mínima por el grosor de un hilo tras la caída a plomo del Manresa esa mañana en Miribilla. Pero, al final, el valor -5 del conjunto catalán mejoró el deficiente -18 azulgrana.
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Ya advertía a menudo Joan Peñarroya que no existe campeonato más duro que la suma de ACB y Euroliga. Y es que el torneo doméstico pide la máxima concentración por el progreso de una clase media -valga el ejemplo del Manresa- con ánimo de alcanzar la nobleza. De hecho, el cuadro de Dusko Ivanovic ha de mejorar notablemente su rendimiento durante la segunda vuelta para obtener el ineludible pasaporte a los 'play off' y eludir en primera ronda a los ogros futbolísticos con potentísimas secciones de baloncesto.
Difícil pronosticar qué versión del a veces imprevisible bloque vitoriano actuará hoy en el pequeño recinto del Bagés. Si la sólida y contundente que derrotó sin margen para las dudas anteayer al Olympiacos o la titubeante de la primera vuelta dentro del mapa de la ACB. Dusko Ivanovic maneja dos palabras antes, durante y al término de los partidos: defensa y paciencia. Y el acento gráfico colocado siempre sobre los diques de contención.
Pues sus soldados le obedecieron el viernes al forjar el irrebatible triunfo de atrás hacia adelante. Pero las estupendas sensaciones que aún resuenan en los oídos requieren de continuidad a partir de hoy a cargo de los versos libres (Howard y Moneke), la guardia pretoriana (McIntyre y Sedekerskis) de la que parece descolgarse Costello y de un Kotsar en cuarto muy creciente. El 'enigma Diop' sigue en la carpeta de los asuntos por resolver.
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