Baskonia 100-99 Lleida
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Baskonia 100-99 Lleida
El vacío que queda tras la estrellaEntre el triple inicial de Howard a los catorce segundos y la enésima canasta de tres del estadounidense en el tramo final del tercer cuarto que devolvió la ventaja por primera vez al Baskonia pasaron más de veintiséis minutos en los que el equipo ... vitoriano propuso un baloncesto plomizo, atascado y de un nivel inquietantemente bajo. Un bagaje insuficiente para dominar a un recién ascendido que merecía a cada segundo que pasaba marcharse del Buesa Arena con la victoria. Al final esa brecha de calidad entre ambas plantillas terminó por emerger y fue clave para rubricar un marcador engañoso que, lejos de solventar las dudas, siembra más interrogantes sobre el desempeño del Baskonia en la ACB.
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Iván Benito
Que Pablo Laso tuviera que recurrir durante más de treinta minutos a su máximo artillero ilustra la odisea vivida ante un equipo catalán que suplió sus carencias con la fe que le faltó al Baskonia. El carácter fue visitante. El Baskonia se encomendó al acierto de un entonado Howard que fue prácticamente el único estilete del equipo. Sus 38 puntos a base de ocho triples fueron durante demasiados minutos el argumento que esgrimió el club vitoriano para tapar el resto de sus carencias. Solo Forrest, autor de 17 puntos, sostuvo con cierta continuidad su participación ofensiva.
Los sospechosos habituales de una rotación corta en fondo y forma. Ninguno de los otros ocho jugadores que saltaron a la pista alcanzaron los diez puntos. Es decir, entre Sedekerskis, Hall, Moneke, Luwawu-Cabarrot, Raieste, Jaramaz, Rogkavopoulos y Diop anotaron solo siete puntos más que Howard. En ese escenario de bajas prestaciones individuales de vario estiletes, la aportación de la cantera fue residual: poco más de tres minutos para Raieste y el fondo del banquillo tanto para Savkov como para Ndiaye.
El Baskonia repitió una actuación preocupante en una ACB que no le perdonará más tropiezos. El hecho de vivir al filo de volver a quedarse fuera de la Copa ya en noviembre no ha espoleado a un equipo incapaz de trasladar el nervio que sí ha mostrado con mayor continuidad en Europa. La arena doméstica sigue mostrando a un equipo blando y frágil. Su tercer triunfo en siete encuentros le permite, al menos, mantenerse en la pelea. Está a una del octavo puesto.
La fragilidad mental del equipo queda ilustrada en el arranque y final de partido. El comienzo muestra los problemas que arrastra desde hace tiempo para conectarse a los duelos ajenos al glamour de la Euroliga. Esa tarea de siderurgia diaria es muchas veces un desafío indescifrable para la plantilla de Laso. El exceso de confianza pudo resultar fatal en el cierre, cuando el último estertor del Lleida volvió a sembrar de fantasmas la cúpula del Buesa Arena. Tal vez la labor de concienciar a su plantilla de que estos partidos también son determinantes sea más compleja que las correcciones tácticas.
En ese particular caos sigue reinando Howard. La primera noche estelar del francotirador estadounidense guió al Baskonia entre las tinieblas. Tras unas jornadas a un nivel más humano, vigilado al extremo por las defensas rivales, Howard pudo desatarse. Una de esas actuaciones inconmesurables, un torbellino imparable. Al menos el Baskonia sabe que puede seguir agarrándose a su estrella. Alrededor de él deberá seguir construyendo un equipo que sostenga el nivel cuando Howard no tenga una de sus grandes noches.
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