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El enésimo vistazo a la tabla de la ACB al término de la primera vuelta duele desde la perspectiva del Baskoni. Tras quedar justo al otro lado de la muga que separa a los ocho equipos clasificados de los que seguirán el torneo con el ... mando televisivo a distancia cualquiera repara en que el conjunto vitoriano lidera el pelotón de los modestos sin serlo. Con los respetos debidos a los clubes que ansían la tranquilidad y también a aquellos que huyen de las llamas del averno, la entidad de Zurbano no debería de ejercer de locomotora de ese convoy. Sí, en cambio, viajar como pasajero VIP en los vagones delanteros que trasladan a los convocados para luchar por los títulos.
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Ángel Resa
Pero diecisiete jornadas han situado al conjunto de Joan Peñarroya primero y de Dusko Ivanovic después en el lugar que le corresponde. El problema no reside en estrellarse el último día frente a la trituradora blanca que gobierna autoritariamente en España y Europa. Hunde sus raíces en los jirones imprevistos que el grupo alavés se ha dejado por el camino. Como la derrota en Andorra durante la gira póstuma del sentenciado técnico catalán o las cesiones -ya con el entrenador montenegrino- ante el Gran Canaria, en Santiago tras la prórroga de los hermanos Howard y en Badalona.
El 'efecto Dusko' se ha notado muchísimo más en el frente continental que en la ACB. Peñarroya dejó el banquillo de Betoño con un balance doméstico de 4-3, mientras que Ivanovic firma hasta la fecha las tablas del 5-5. Insuficientes para colarse en el primer e ineludible objetivo cronológico de la campaña.
Desde luego, un fiasco sin atenuantes porque la teórica pelea azulgrana había de centrarse en la pesca de altura que reúne a los cabezas de serie. Y lejos de ello permanecerá al margen del torneo efervescente que acogerá Málaga a mediados de febrero. El trofeo fetiche del Baskonia, la meta volante de invierno que tanto pone a su hinchada, ya parece el agradable recuerdo de un pretérito más perfecto.
La 'pira' azulgrana a la Copa, tercera en los últimos cinco años tras caer en primera ronda hace tres meses, desvela los problemas estructurales del equipo alavés. Cabría resumirlos en tres apartados, de los que dos aluden al eje clásico del baloncesto. A estas alturas del largometraje no existen dudas acerca del patinazo en el puesto de base. McIntyre, 'uno y medio' que llegaba en principio sin una relevancia estelar, ha cogido el papel protagonista por el cuello. De hecho, y junto a Sedekerskis, es componente de honor en la guardia pretoriana del mariscal.
Sólo que detrás de él apenas se divisa algo. El estadounidense de pasaporte búlgaro, un portento físico de actitud irreprochable, se mete unas minutadas enormes entre el pecho y la espalda. Quizá Mannion funcione en Varese, pero aquí no aportó nada. Y Chiozza, voluntarioso, no alcanza el nivel exigible a un guía del mejor campeonato continental. Al menos llegó con Ivanovic, porque Peñarroya abandonó Vitoria sin verlo.
Diop, seguramente que muy a su pesar, encarna la otra gran decepción del primer parcial. Cierto que la lesión de espalda le sacó varias semanas del grupo, pero la gran apuesta del club para fichar a un 'cinco' atlético que actúe en el tercer piso alcanza el mes de enero sin una porción mínima de cuanto se espera de él. De ahí que el Baskonia sufra por dentro no sólo en la jungla continental. También lo hace ante una clase media doméstica que ha subido un peldaño en cuanto a competitividad.
De las cinco contrataciones estivales sólo dos han respondido de acuerdo con las expectativas o, incluso, por encima de ellas. Se trata, por supuesto, del sólido y revalorizado McIntyre y de Moneke, alma libre que puede desesperar por momentos a técnicos como Dusko al saltarse las reglas sobre la cancha, sí. Pero que produce según pisa el parqué, se cobra faltas igual que un poseso y ataca el aro con una verticalidad cortante.
En todas las declaraciones previas y posteriores a cada partido, el mariscal montenegrino subraya la defensa con rotulador fosforescente. Pero más de una tarde, desde luego que en el arranque anteayer frente al Real Madrid, el equipo azulgrana muestra ataques previsibles si no puede correr, con la pista doblada por la mitad. Suena contradictorio cuando se dispone de versos sueltos y dotados de veneno como Howard y Moneke, tipos difíciles de estabular. Pero ese poder también lo conocen los adversarios.
Balance de Dusko (ACB) con caídas ante 'Granca', Obradoiro, Joventut, Barça y Madrid.
Los puntos de 'basket average' que han dejado fuera al Baskonia y metido al Manresa.
Sólo dos de los cinco, McIntyre y Moneke, cumplen o superan las expectativas creadas
El idilio del Baskonia con la Copa del Rey de baloncesto pertenece a un pretérito más perfecto. La entidad vitoriana faltará en febrero a la cita del k.o. por tercera vez en cinco años (tampoco acudió en 2020 y 2022) y el curso pasado cayó en primera ronda contra el Joventut en Badalona. Demasiados fiascos concentrados en las últimas temporadas porque, desde el lejano 1993, el equipo vitoriano sólo cuenta otras tres ausencias más en el apasionante trofeo: 1996, 1997 y 2015. La última euforia azulgrana data del año 2009, cuando el conjunto que también entrenaba Dusko Ivanovic se impuso al Unicaja en Madrid con un epílogo formidable de Pete Mickael. Un año antes había perdido la final y desde el sexto título ha caido en siete semifinales y cuatro primeros duelos. El Baskonia es cuarto en el palmarés del torneo después del Real Madrid, el Barça y el Joventut.
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