Miro el calendario una y otra vez para asegurarme que es 28 de junio y no de diciembre porque la llegada de un dios de los banquillos no es ninguna inocentada. Bombazo mayúsculo en la ciudad que vio nacer y crecer (no tanto) a Pablo. ... Nuestro banquillo ya no está huérfano y recupera para la causa al mejor hijo pródigo.
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La vuelta a Zurbano de una leyenda baskonista me parece épica. Enorme acierto en las oficinas del club y sonrisas ilusionantes para una afición que terminó la última temporada con cara de pasa. Ahora toca escuchar al docto Laso para tratar de satisfacer sus 'caprichos' entre aros: jugadores que se adapten a su atractivo baloncesto que siempre requiere de elementos con calidad y amenaza al aro. Es de primero de baloncesto que las pizarras se emborronan si la clase no alcanza ni para dibujar un garabato. Sin embargo, con Pablo y su inmaculado palmarés, sentimos que nos ha tocado ese Gordo que nunca cae en Gasteiz.
Adivinar el futuro es imposible pero este presente en forma de enorme entrenador hace soñar en balconadas sin telarañas. Hoy víspera de su santo la mayoría de fieles al Baskonia son más creyentes y agradecen que se hayan escuchado sus plegarias. Desear que la paciencia vuelva a vestir de azulgrana, que el tiempo te de la razón y el juego que veamos por el Buesa Arena sea según San Pablo. Sabes que tienes miles de apóstoles fieles a tu forma de jugar las cartas y eso en tierra de naipes es el copón.
Ongi etorri a tu casa, a tu equipo del alma y que la suerte, a veces con mala baba, te acompañe.
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