El Baskonia, un espectador de lujo en el incierto futuro de Vildoza

El base dejó el Baskonia a principios de mayo para fichar por los New York Knicks. Abonó los dos millones de dólares de su cláusula de rescisión gracias a un salario de 3,5 millones por lo que restaba de la temporada pasada y para cada una de las tres siguientes. Con un matiz importante. Su contrato solo estaba garantizado hasta agosto, mientras que los otros tres años quedaban en el aire. La franquicia, que ejecutó el traspaso para alcanzar el mínimo salarial que impone la liga, se guardaba el derecho a cortar al jugador y el argentino, por su parte, una alta indemnización en caso de querer desprenderse de él.

El timonel de 25 años –cumple 26 el día 11– compró su libertad para invertirla en el sueño de tratar de triunfar en la liga más potente. Pero aún no ha podido debutar en la NBA. La demora en los trámites burocráticos y la cuarentena obligatoria que tuvo que realizar a su aterrizaje provocaron que su disponibilidad llegara con el equipo inmerso en los 'play off'. Una inactividad de cuatro meses que ahora está acusando en los Juegos Olímpicos, donde el rendimiento de Campazzo y Laprovittola está siendo superior.

Su presencia en la cita olímpica influye en su futuro. Los Knicks han incluido al marplatense en la liga de verano (8-17 de agosto) que arranca el domingo. Una participación que solo será posible en caso de que Argentina quede hoy eliminada en cuartos de final. O estará condicionada a un viaje relámpago desde Tokio y un inicio tardío. El deseo de su técnico, Tom Thibodeau, es testarle junto a los dos bases que han reclutado en el 'draft: Miles McBride y Rokas Jokubaitis.

Se tienen muchas esperanzas en el primero, mientras que todo indica que el lituano jugará esta temporada en el Barcelona. Pero el mercado norteamericano es muy voluble y no se puede descartar que el desenlace sea otro diferente. Además, el anfitrión del Madison Square Garden espera la continuidad de Derrick Rose o la contratación de un base contrastado.

En resumen, la continuidad de Vildoza en el conjunto neoyorkino, sin estar ni mucho menos descartada, no es segura. Y en ese caso, la opción más factible es un traspaso a otra franquicia a través de un intercambio de jugadores. Algo habitual incluso a tres bandas y que suele perjudicar a varios de los implicados. El caso del exbaskonista Poirier es el ejemplo perfecto, cortado por los propios Knicks en el ecuador de su segundo año de contrato. Quedó libre, nadie le quiso y no le quedó otra que volver a Europa.

Hasta que no acabe la liga de verano el 17 de agosto, ningún escenario es descartable. Ni la continuidad ni el cambio de aires. El segundo caso abriría un abanico de opciones. Si aquel equipo en el que recalaría Vildoza no le quiere, podría acabar pagándole una rescisión de contrato. El salario mínimo para un jugador sin experiencia previa en la liga es de 898.310 dólares, lejos de los 3,5 millones que tiene firmados el de Quilmes. Por muy alta que sea la indemnización, que aún no ha trascendido, la diferencia puede compensar. O también puede darse la situación de que decidan darle una oportunidad al talento irreverente que mostró, con inconsistencia, en el Buesa Arena.

Si por cualquier carambola al argentino le ocurriera una mala experiencia en los próximos meses, una opción que todavía parece remota, sus derechos en el Viejo Continente son del Baskonia, al contrario de lo que ocurrió con el pívot francés. Tanto para quedárselo como para volver a hacer caja. No así por Filip Petrusev. El pívot serbio, recientemente drafteado, jugará la Euroliga o la Eurocup esta temporada. Pese a que algunas informaciones aparecidas en redes sociales apuntan lo contrario, las fuentes consultadas del entorno del jugador afirman que el conjunto vitoriano no tiene ninguna atadura desde su salida de las categorías inferiores de Zurbano hace cinco años pese a que esta no llegó de manera armónica.