Oded Kattash, entrenador del Maccabi, está rodeado en el banquillo de dos exbaskonistas. A la izquierda, Doron Perkins, jugador azulgrana en el aciago 2014, y a la derecha, Josep María Berrocal, asistente de Perasovic y Dusko Ivanovic en la indescriptible temporada 2019-2020. «Fue imborrable. ... Deportivamente, por el título de Liga, pero lo que más voy a recordar es el confinamiento. Difícilmente voy a pasar tanto tiempo en casa con mis hijos el resto de mi vida», relata el técnico catalán. Esta noche, su camino se vuelve a cruzar con el del Baskonia, cuyo ataque considera que «es muy difícil de parar, con muchos recursos».
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«Lo primero que dices al analizarlo es ¡wow!, a ver cómo defendemos esto. Es un equipo para que los espectadores disfruten», alaba. En el partido de la primera vuelta (116-87), se quedó prendado de la ofensiva azulgrana, aunque no lo toma como referencia. «Nuestro partido allí fue muy malo y tampoco es esa la diferencia entre los dos equipos. Era nuestro primer choque en España, que allí se juega a mucho más ritmo». A su juicio, a los macabeos les costó arrancar la temporada con diez jugadores nuevos y ahora percibe un bloque mucho más «compaginado» liderado desde la base por la dupla de Lorenzo Brown y Baldwin.
«Ha habido épocas que han estado fuera uno y el otro ha encontrado más su protagonismo. Ahora vuelven a estar juntos y el reto es encontrar el equilibrio. Lo vamos logrando, pero aún tenemos margen de mejora». Del exbase azulgrana, destaca que «es un tío muy comprometido, compite muy bien, se siente muy a gusto en este tipo de ambiente, ciudad, compañeros, entrenador, con un estilo de juego que le va bien. Está contento, ha tenido otro hijo y va a tener opción de seguir aquí».
Según su impresión, el ambiente de La Mano de Elías ayuda. «Es muy bonito y a la vez indescriptible. Nunca había sentido tanto empuje». Berrocal anima a los amantes del baloncesto a vivir la experiencia de presenciar un partido en el ahora Menora Mivtachim, como recientemente hizo una cuadrilla de vascos a los que les sacó la entrada. Otro factor es la acogida de la ciudad a los estadounidenses. «Todo el mundo habla inglés, hace buen tiempo, hay una gran vida nocturna y opciones de ocio y, pese a que es extremadamente cara, mucho más que en España, estos cobran bien y se lo pueden permitir». Circunstancias que le permiten bromear con que dirige por primera vez a un equipo americano: 12 de los 17 jugadores nacieron en Estados Unidos.
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Una anécdota más que añadir a un currículum como entrenador que empezó a escribir con 19 años. Tres décadas más tarde, llamó a su puerta el Baskonia, con el que llegó a dirigir un encuentro tras la destitución de Perasovic. En unos días convulsos, en los que los azulgranas dilapidaron casi todas sus opciones de clasificarse para la Copa de 2020, se llegó a especular con que Berrocal pudiera terminar la campaña. «Conociendo el club, nunca lo pensé», recuerda. Llegó la Navidad y volvió a casa el entrenador más laureado de la entidad azulgrana. Juntos, lograron en la burbuja de Valencia lo que meses atrás parecía una utopía. Para todos menos para Ivanovic.
«No recuerdo la anécdota de cuando les dijo a los jugadores que iban a ganar la Liga, pero seguro que que estaba convencido de ello». Para el ayudante, hubo varias claves. «Llegamos más preparados que otros, la mentalización de Dusko fue muy buena, recuperamos a jugadores como Vildoza y Granger, el formato de competición nos ayudó, fuimos creciendo durante los partidos y demostramos una ambición que había estado oculta entre tanto contratiempo», explica.
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Fue su tercera etapa con Ivanovic. En Barcelona se impregnó de su exigencia y rigurosidad en el trabajo y luego el montenegrino le reclutó para su aventura en el Panathinaikos. Junto al Maccabi, los equipos más caóticos de la Euroliga. «Son diferentes. La gente es pasional por igual, pero en Israel no son tan radicales. Jugamos partidos de mucha tensión en los que los aficionados se pueden llamar de todo, pero no es peligroso. Si no, no llevaría a mis hijos. En Grecia no les llevaría a un derbi».
La de Israel supone su sexta aventura en el extranjero. Se inició en Ucrania, en Kiev y en Donetsk, cuando aún no percibía el inicio de un conflicto que aún cree que está lejos de acabar y las ha tenido tan exóticas como Irlanda o Bahrein. «Estuve 14 partidos. Gané 13 y perdí uno por un punto, pero me echaron. El mundo árabe es muy diferente. Prima el ganar a cualquier precio, hay mucha zona, juego muy anárquico y poco táctico, y se hace todo para que los americanos estén a gusto». Así describe el baloncesto en Oriente Medio, con un Dubai llamando a la puerta de la Euroliga. «Esto es un negocio, quieren invertir y no es inviable; la cosa es organizar la logística», remacha.
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