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Peñarroya, el despido más tempranero en la historia del clubJoan Peñarroya se ha convertido en el entrenador que más rápido ha sido despedido durante el transcurso de una temporada en la historia reciente del Baskonia. Solo la dimisión de Pablo Prigioni el 25 de octubre de 2017 se le adelanta como el cambio ... de técnico más tempranero. Herb Brown (1992), Salva Maldonado (1999), Pedro Martínez (2005 y 2018), Dusko Ivanovic (2012 y 2021) y Marco Crespi (2014) llegaron al fatídico mes de noviembre.
No ha habido titubeos a la hora de adoptar una medida controvertida que los dirigentes del club azulgrana ya barajaron en verano, pero para la que no encontraron un relevo. La entidad que preside Josean Querejeta ya ha anunciado que el técnico catalán deja de ser el responsable del banquillo azulgrana. «El club ha comunicado al técnico en el día de hoy la decisión de rescindir su contrato», recoge el comunicado oficial. Ahora, Dusko Ivanovic estaba libre e inicia su cuarta etapa (2000-2005, 2008-2012, 2019-2021) en Vitoria.
La relación entre el técnico de Terrassa y los dirigentes ya quedó deteriorada tras la temprana eliminación liguera y el aciago inicio de curso ha sido la estocada definitiva a su renovado vínculo contractual. El Baskonia anunció el 22 de junio, veintitrés días después de caer ante el Joventut, que el preparador de Terrassa capitanería la «nave azulgrana» por segunda temporada consecutiva. Pero la embarcación zarpó con numerosas fugas de agua.
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La ausencia de un base organizador del juego, la falta de aclimatación de los nuevos fichajes como Mannion o un nivel por debajo del curso pasado de pesos pesados como Costello, Marinkovic o el propio Howard no le han permitido salir a flote. Pero la principal razón de su adiós, más allá de las cinco derrotas cosnecutivas, no es otra que el pinchado flotador de la confianza en un técnico que se va con el cariño del público.
La marejada de la Euroliga desnudó las deficiencias de la construcción azulgrana que el técnico ya atisbaba al inicio de curso. Reiteraba la juventud del bloque, la falta de experiencia y no aseveraba que con los fichajes de Khalifa Diop y Moneke se fuera a tapar el agujero que suponía el juego interior el curso pasado. No sentía suya a la plantilla. En público, pedía tiempo para adaptarse y firmaba repetir el transcurso de la pasada campaña. Con un juego alegre, dinámico, entretenido y encantador que tuvo su apogeo en el pasado mes de diciembre, en el que se sucedieron las victorias a cada cuál más espectaculares. Doce seguidas.
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Peñarroya podrá presumir para siempre de haber encajado y hecho funcionar a la perfección a la plantilla más barata de los últimos tiempos. Aquella a la que se le fueron Baldwin y Fontecchio, con los que se quería contar, y a la que se le escaparon fichajes como el de Rolands Smits y Brazdeikis. Por contra, llegaron un Darius Thompson y un Markus Howard con talento para soñar en grande. También regresó Pierriá Henry. Los tres formaron una burbuja de la felicidad que estalló en enero con la inhabilitación todavía indefinida del base estadounidense.
Para entonces, el entrenador egarense ya era señalado como uno de los factores que contribuyó a recuperar el ambiente del Buesa Arena, objetivo que el club vitoriano reiteraba tanto la temporada pasada como en esta. Los aplausos que recibió el técnico al inicio y al final del partido ante el Unicaja, su último en Zurbano, reflejan un baskonismo que le descarga de responsabilidad en las pasadas tres derrotas consecutivas en casa. Especialmente a causa de esa confección de la plantilla incompleta, en la que, al igual que el año pasado, falta un base por llegar que podría corregir algunas o muchas de las carencias del equipo y que también Dusko Ivanovic solicita para regresar a Vitoria.
Corregirlas ya no será labor de Peñarroya, que también ha constatado su facilidad para ganarse al vestuario como también había hecho en sus etapas anteriores. Olesa, Andorra, Manresa, San Pablo Burgos y Valencia. Siempre hacia arriba y nunca había sido despedido. Hasta ahora. El año pasado le ganó una cena a sus amigos al superar el fatídico mes de noviembre. Ahora, el club ha cortado por lo sano, cuestionando la gestión de la rotación y reclamando una mayor mano dura en distintos momentos de su etapa en Vitoria.
Lo que queda ahora es un vestuario a la expectativa por la llegada de un nuevo técnico y un equipo con más victorias que juego. Y pese a ello, el Baskonia ha sido el conjunto que más cerca ha estado de ganarle al Real Madrid al que media Europa considera casi invencible en estos momentos. Sin Tavares y Deck y malgastando la captura de casi 20 rebotes, echó por tierra todo el buen trabajo en el último cuarto.
Peñarroya dice adiós, pero, a tenor del camino de ida y vuelta de los técnicos en el Baskonia, es uno de los que puede sumarse a la rueda de los que vivieron una segunda etapa. La primera será recordada por un estilo de juego atractivo para los jugadores y divertido para el espectador y por su dignidad y estoicismo durante el guirigay de salida. Tras dos semanas en la cuerda floja, pidió «respeto» a su figura y declaró su compromiso con su labor tras caer con orgullo en el OAKA. «Seguiré trabajando mientras tenga trabajo». El suyo finalizó en Andorra, pero su estela seguirá rondando en el Buesa Arena.
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