Baskonia 88-86 Barça

Forrest saca al Baskonia del laberinto

Con esas dosis de valentía, algo de miedo y bocanadas liberadoras, Pablo Laso pedía victorias para reactivar la cuenta en una competición que no espera a nadie y Trent Forrest se la dio mediante una canasta con sello propio, tras recibir el balón en el saque de banda cuando restaban tres segundos y cinco décimas y sumar dos puntos decisivos. Fue el contrapunto feliz a unos momentos previos de auténtico pánico en los que el conjunto azulgrana regaló dos balones de manera incomprensible para comprometer un triunfo que parecía asegurado tras el triple de Moneke que había colocado el 86-82 a 48 segundos del cierre.

El acierto del nigeriano dio paso a dos episodios de máxima confusión a la hora de poner el balón el juego, dos lances resueltos con una infracción de pasos a cargo de Forrest y un pase largo a la nada de Luwawu-Cabarrot después. Entre medias, dos canastas de los blaugranas Punter y Núñez y la pesadilla de los finales funestos que asomaba de nuevo por el Buesa Arena con el 86-86 y un Baskonia pálido.

Tras el tiempo muerto de Pablo Laso, al saque Moneke y el balón se pone en cancha de ataque para que lo reciba el director de juego de Alabama. Bote paralelo al aro hasta abrirse paso al centro de la zona culé y una estilosa suspensión para armar la mano diestra en semigancho y anotar el 88-86. Un rayo de luz en las tinieblas y cinco décimas por jugar que el Barça trató de gastar con un lanzamiento ya sin convicción ni acierto de Abrines.

El cuadro azulgrana salía del atolladero en el que se había internado él solito con esa querencia casi suicida por complicarse la vida. Forrest pasaba del pecado de haber cometido pasos en los segundos precedentes a una redención por todo lo alto con una canasta que le coloca como un jugador en el que confiar cuando se trata de buscar la mejor opción en el 'uno contra uno' por su lado diestro. Es su flanco fuerte, al que no duda en agarrarse y por el que aspira a prosperar por mucho que lo sepan sus defensores. De esa mano llegó la victoria labrada a golpe de esfuerzo, sudor y convicción para un Baskonia que sigue queriendo alargar su vida en una Euroliga que le está mostrando su perfil más implacable. El margen respecto a la zona de play in se reduce ahora a tres victorias para los vitorianos. Más allá de su balance continental, el equipo azulgrana certificó su progresión positiva de los últimos tiempos con uno de esos triunfos que permiten sacar pecho por la talla del rival y por su capacidad para sobreponerse a las complicaciones.

Este 'nuevo' Baskonia volvió a apoyarse en la alianza de Forrest y Baldwin en cancha para contrarrestar a Satoransky y Punter, sacó partido de las dotes voladoras de un Donta Hall realmente intimidante más allá de sus cuatro tapones y se benefició de esa versión más esforzada de Chima Moneke.

El plantel alavés soportó al mejor Barcelona en una primera parte en la que se vio obligado a un constante resurgir tras verse doce puntos abajo en dos ocasiones a lo largo del segundo cuarto. Se agarró el Baskonia al partido sin el alimento del triple, pero con una fe en el rebote –33 capturas para los locales por 26 de los catalanes– y en la defensa que le permitió alcanzar el descanso con un 44-46. Emergió entonces el pulso más enconado, una batalla de desgaste e intercambios continuos de golpes que se extendió sin un vencedor claro hasta los instantes finales, cuando el equipo de Laso encadenó piruetas brillantes con alguna que otra escena de terror antes de caer de pie. Bañado en sudor y tembloroso, pero triunfal frente a un Barça noqueado.