Play off ACB

El Baskonia se asoma al abismo

Podrá discutirse la conveniencia del 'play off' a muerte súbita, pero el sistema de competición lo conocen todos los clubes desde el otoño. Y el equipo vitoriano necesita ganar sí o también el martes en Badalona para estirar la serie hasta el sábado, rematarla entonces y proseguir su camino a través de la selva de los cruces. Todo porque ayer se mostró netamente inferior a un Joventut que sólo situó en riesgo su éxito por el vértigo que sienten quienes ven el triunfo al alcance de la mano (75-90, minuto 35).

El cuadro de Joan Peñarroya carburó toda la tarde un par de marchas por detrás de su oponente en cuanto a lo que supone la interpretación de un encuentro de postemporada. Se ha topado ya cuatro veces este curso con la Penya, en dos ha salido escaldado –la Copa y aún con los rescoldos de este fuego–, otro lo venció por el grosor de un aro y sólo el liguero en el Palau Olímpic justificó la jerarquía alavesa. La que ayer esgrimió el bloque de Carles Durán en una actuación sólida, convincente, cierto que liderada por los magníficos Guy y Brodziansky, pero mucho más coral que el libreto tartamudeado a trompicones por el Baskonia.

De hecho, el grupo vitoriano se encomendó a los chispazos incandescentes de Howard, quién si no, para proclamar que los milagros existen. Sólo así cabría entender el vuelco de una cita a contracorriente por un baloncesto verdinegro muy superior. Porque el Baskonia nunca encontró la fluidez de esa orquesta capaz de interpretar una sinfonía hermosa. Malvivió antes del descanso de la solvencia de Giedraitis, la valentía de Marinkovic en sus suspensiones más allá del arco y el don personal de Howard para fabricar canastas circenses de todo tipo con su caja de herramientas. Pero demasiados botes, escaso movimiento de los hombres sin la pelota y sensaciones de caer bajo el mejor juego catalán.

El Baskonia cedió en las dos partes del campo. Porque si faltó aceite en los engranajes ofensivos, peor resultado procuraron sus lagunas atrás. Es verdad que Guy, quien protagonizó un concurso de triples callejero con el evangelista San Markus, levitó todo el duelo en trance. Le metió misiles de largo alcance al mismo demonio azulgrana, a Kurucs, a Marinkovic y a cualquier pívot que quedaba emparejado con él por los cambios defensivos. Y que Brodziansky encarnó el veneno de la muy buena batería interior verdinegra con aciertos desde fuera y hacia adentro. Pero además de resaltar las virtudes visitantes habrá que admitir la realidad de hace unas horas. Que el equipo azulgrana, sin aportación de sus pívots, ni siquiera se acercó algo a sus mejores versiones de esta temporada.

La contención local presentó los agujeros de un edificio carcomido por la guerra. La Penya le anotó por tierra, mar y aire. Y lejos de reducir el problema a la fluidez, versatilidad y excelsa puntería catalna hay que añadir otro asunto relevante. Sólo tras el descanso apareció de verdad Thompson, el limpiaparabrisas que todo lo aclara. El base se apoyó en un Sedekerskis resolutivo y la tacada de nueve puntos a cargo de Howard en el tramo final (89-94) que hubieran provocado cánticos de aleluya en las gradas por el milagro. Pero no hubo tal.