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Con la moral por las nubes y los «pies en el suelo». Embriagado aún por el estratosférico triunfo ante el Real Madrid, pero sin tiempo para regodearse en sus ecos por la exigencia de un calendario trepidante, el Baskonia rinde este miércoles visita al ... Zalgiris (19.00 horas) consciente de que su situación en la Euroliga todavía no es buena, y de que una victoria, por maravillosa que sea, no compensa aún el déficit inicial de la competición.
Con la confianza renovada, sabiendo ya que haciendo las cosas bien puede ganar a cualquier rival, pero también con la certeza de que su crecimiento no ha concluido y de que éste pasa, inevitablemente, por dar continuidad a la imagen de bloque exhibida ante los blancos, más allá de la brillantez y el acierto que dé lustre a ese trabajo colectivo.
«No debemos pensar que ya somos un gran equipo», dejó claro Pedro Martínez tras la victoria del martes. Mirada al siguiente partido, con un deseo y un objetivo expresados en una palabra: equipo. El Baskonia jugó a coro ante los de Pablo Laso, todas las piezas sumaron y todas encajaron, sin dependencias individuales. Esa fue, a juicio del entrenador azulgrana, la clave de todo. «Es increíble lo que se puede conseguir cuando ninguno está preocupado por quién se llevará el mérito», escribió ayer el técnico catalán en su cuenta de Twitter. Una cita atribuida a Robert Yates que utilizó a modo de recordatorio. El camino está marcado, ahora hay que seguirlo.
Pese a las bajas. El Baskonia viajó a Kaunas sin Patricio Garino ni Ilimane Diop, con una rotación de once jugadores que incluye al joven Rinalds Malmanis, creciente en el rol de suplente de Shengelia. Enfrente, un espejo. Examina la solidez colectiva de la escuadra vitoriana un Zalgiris que también fía su solvencia al bloque. Sin grandes figuras individuales, aunque sobresalga Kevin Pangos, con un equipo de muchas aportaciones particulares. «No dependen de nadie, todos suman, son jugadores muy trabajadores», subraya Pedro Martínez, que tacha al conjunto lituano de «rival dificilísimo».
Con argumentos. «Les vi jugar en directo en el Palau, antes de fichar por el Baskonia, y ganaron con una exhibición. Juegan muy bien, tienen buen equipo y su entrenador lo hace fantástico», recuerda. Fue el pasado 24 de octubre, en la jornada 3 de la Euroliga, y los bálticos lograron ante el Barcelona su primera victoria a domicilio, la segunda de las cuatro que ostentan ahora en su casillero particular.
Tres fuera y una en casa, donde, cosas de un calendario peculiar, los de Jasikevicius solo han disputado dos encuentros en las primeras siete jornadas –triunfo ante el Estrella Roja (78-76) y derrota ante el Real Madrid (66-87)–. Un histórico de la máxima competición europea que quiere reverdecer viejos laureles de la mano de Sarunas Jasikevicius. Con el mítico base en el banquillo, el Zalgiris está marcando una línea ascendente que el pasado curso estuvo cerca de desembocar en el Top 8 tras una gran segunda vuelta –ocho victorias–. Javtokas se retiró y el francés Leo Westermann, de los mejores entonces, ha puesto rumbo al CSKA, pero el equipo, con Pangos y Jankunas como principales individualidades, es fiel al juego en bloque y al carácter de su entrenador.
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