Contracrónica Baskonia-Bilbao Basket | Liga Endesa

Con mucho sudor y un quinteto sólido

Miller-McIntyre, Howard, Sedekerskis, Moneke y Khalifa Diop, y la buena ayuda de Marinkovic, descubrieron que el Baskonia puede ser un conjunto equilibrado en defensa y ataque. Los cinco azulgranas inauguraron las maniobras de demolición en el Buesa Arena en el nuevo curso. Tras un primer cuarto titubeante, el cuadro vitoriano logró reducir a cascotes la estructura de un Bilbao Basket que llegaba a Vitoria a probar su potencial ante un equipo de Euroliga.

El caso es que las fuerzas teóricamente antagónicas parecían un tanto equilibradas de inicio. Los puntos de Howard encontraban réplica en Adam Smith. Tadas Sedekerskis se soltó el corsé para empezar a mirar a canasta en su primer día como capitán en el Buesa Arena. Pero el pívot suplente de los vizcaínos, Killeya Jones, también soltaba amarras para poner al Bilbao Basket por delante al término del primer periodo en un pabellón ayer más caluroso que caliente. Los aficionados hubieran agradecido encontrar en sus asientos un abanico al lado de las pulseras LED para que la experiencia fuera completamente redonda.

Los jugadores pusieron de su parte a partir del minuto doce (18-23). Moneke depositó la semilla y, una vez Miller-McIntyre recuperó la manija en detrimento de un Mannion de mirada frustrada, el derbi se quedó sin miga, en poco más que un partido de pretemporada. Parcial de 22-8 liderado por Howard en la anotación y por la solidez reboteadora de Khalifa Diop y el propio Moneke, que deja en segundo plano a un discreto Costello en este arranque de curso.

El artista Juan Magán subió todavía más la temperatura al descanso. El calor apretaba, el sudor hacía acto de presencia y Moneke pasaba la mopa para evitar resbalones tontos como los de la Euskal Kopa. Luego alzaba la mopa al cielo, al más puro estilo Alaba con la silla. La trascendencia del partido no era la misma, pero el público lo agradece. Sobre todo porque el derbi ya se había quedado sin picante, con el Surne bajando los brazos demasiado pronto.

Fue entonces, y solo entonces, cuando Nico Mannion generó juego para sus compañeros. Acabó como máximo asistente con seis pases a canasta, pero la estadística fue engañosa. El italiano jugó tieso como la mojama. Cualquiera de los asistentes al Buesa pudo percatarse. Realizó dos bombas en la primera mitad que casi no tocaron el aro con la espalda más rígida que un bloque de acero.

Ya sea por presión o por un problema físico, la coyuntura le impide jugar y correr al ritmo que necesita el Baskonia. En el último cuarto, tras fallar un tiro libre, el Buesa le animó. Una ovación reconstituyente para un estado psicológico tocado. En ese momento, a Peñarroya se le llevaban los demonios. No le gustó encajar un parcial de 3-13 cuando abrió la mano y puso en cancha a Dani Díez y Raieste.