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El Barcelona abordó el pasado verano una profunda reestructuración en su sección de baloncesto en busca de la reputación perdida. Cerrado el curso con el despido de Giorgios Bartzokas, resultaba difícil repetir esa sensación de equipo sin capacidad competitiva alguna para estar a ... la altura de su historia. Sin embargo, la nueva versión culé se esfuerza por igualar los registros negativos firmados bajo la batuta del hoy técnico del Khimki moscovita.
Y, sin embargo, sigue siendo el Barcelona. Es el pensamiento que muchos aficionados baskonistas reprodujeron en su mente al conocer el emparejamiento copero de cuartos de final, la misma argumentación que también se maneja en el seno de la entidad de Zurbano. En cualquier caso, se asume en el club vitoriano que hay una oportunidad clara de superar a un oponente ahora débil. Los fríos números hablan de un Barcelona correcto en la Liga ACB, tercero con once victorias, pero que se desangra en la Euroliga, donde se encuentra a tres victorias de la zona de ‘play off’. Sin embargo, hay una sensación palpable que no tapa estadística alguna; se trata de un conjunto que está a un nivel muy por debajo de la inversión económica realizada y de los kilates de su plantilla. Inmerso en una espiral de negatividad que no encuentra punto y aparte.
El Baskonia y el Barcelona se reparten una victoria en los dos partidos que han disputado esta temporada. El duelo liguero cayó a favor de los catalanes (87-82) y el continental se quedó en el Buesa con un 85-82 tras una remontada frustrada del equipo de Sito Alonso. Ambos equipos se medirán en el coliseo de Zurbano el próximo 4 de febrero en el marco de la competición doméstica. En el historial copero, el balance se decanta a favor de los culés con un 6-3.
Abrumado por la dureza del calendario, el equipo de Sito Alonso se ha instalado en una continua borrasca. El nombramiento de Nacho Rodríguez como hombre fuerte de la sección dio paso a un discurso de recuperación de la seriedad, con una piedra angular sobre la que iba a girar el proyecto; el técnico que había completado la temporada pasada en el Baskonia. Tras el preparador madrileño, llegaron los refuerzos. Thomas Heurtel y Phil Pressey para el puesto de base, Adam Hanga y Rakim Sanders como pareja muscular de aleros y Adrien Moerman y el emergente Pierre Oriola para apuntalar un juego interior coronado con el retorno de la sombra intimidadora de Kevin Seraphin. Parecía suficiente para, al menos, competir.
Transcurridos cuatro meses de competición, nadie parece servir en el Barcelona. Pressey queda recluido en el banquillo, el pívot francés no parece tan productivo, su compatriota en el puesto de base juega para sí mismo, el exterior húngaro funciona a rachas y su compañero de puesto también debe pasar el mal trago de verse excluido de las convocatorias para después demostrar su valía. Mientras, Juan Carlos Navarro trata de sostener el orgullo con un año más en su castigado cuerpo y Ante Tomic deja destellos contados. Entre tanto torbellino, Sito Alonso sigue en su puesto a pesar de ser un técnico, ya abiertamente discutido en el Palau.
El Barcelona transmite sensaciones extremas. No encuentra una línea de continuidad y acredita un balance total de 18 victorias y otras tantas derrotas en el cómputo total de las dos competiciones en juego. Ahora, busca un refuerzo en el mercado que podrían ser dos dado que los problemas de rodilla de Seraphin le condenan a un tratamiento conservador de cuatro semanas, suficiente para quedar descartado para la Copa.
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