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La reciente llegada de Steven Enoch ha rematado una plantilla baskonista con líneas reconocibles. El poderío físico, la movilidad y la polivalencia asoman como virtudes que Dusko Ivanovic deberá explotar al máximo durante una temporada 2021-22 en la que no hay rebaja en las ... ambiciones del club vitoriano. Se trata de pelear en todos los frentes para llegar lo más lejos posible. Para ello, se ha abordado una auténtica revolución que ha propiciado la llegada de hasta siete nuevos jugadores.
En un primer vistazo, la dinamita ofensiva queda claramente detectada en la línea exterior. Hay puntos a raudales en las manos de Granger y Baldwin, dos bases más dispuestos a la acción directa que a la organización de juego. La amenaza se multiplica en el puesto de alero con la cohabitación de Giedraitis y Fontecchio mientras que Marinkovic asoma también como una pieza de valía que puede aportar más matices aparte de su condición de especialista en el triple. La calidad y la experiencia se agolpan entre los puestos de base, escolta y alero. Entre tanto nombre contrastado se encuentran Arturs Kurucs y Sander Raieste, 'benjamines' de segundo año la primera plantilla azulgrana. Ambos se miran en el espejo de Tadas Sedekerskis, el canterano que prosperó la pasada campaña tras partir como incógnita y convertirse en una realidad multiusos sobre la cancha hasta dar un paso firme en su progresión en la élite.
Mientras a Sedekerskis le espera un año de confirmación, sus compañeros bálticos se aprestan a afrontar una ardua escalada por la vertiente más complicada y poblada del nuevo plantel baskonista. Deberán aprovechar cada oportunidad que se les presente para convertirse en algo más que meros complementos en el cupo de formación que impone el marco de contratación ACB. Kurucs cuenta con 21 años y Raieste con 22 y llega el momento de mostrar su valía para estar a la alturas de las exigencias azulgranas. Por otro lado, su crecimiento también es una cuestión estratégica para el Baskonia, consciente de la necesidad de volver a conjugar el buen ojo en los fichajes con el crecimiento de sus jóvenes valores. Sedekerskis fue un destello de esperanza la pasada temporada en una primera plantilla que apenas había encontrado refuerzos llegados de su propio vivero desde la irrupción de Diop.
Tanto Raieste, con contrato hasta 2024, como Kurucs, vinculado al Baskonia hasta 2023, buscan encaje en un equipo que no puede esperar demasiado. El estonio, operado de su rodilla este verano y que apura plazos para recuperar la normalidad, irrumpió en los primeros quintetos iniciales de la pasada campaña como 'dos', un papel que iría perdiendo con el paso de los partidos y la búsqueda de nuevas fórmulas. Un primer año de escarmiento en el que tampoco ayudaron los contratiempos físicos que sufrió en la segunda mitad de campaña y que le hicieron perder oportunidades. Su talento incipiente chocó con la falta de orden y la constancia que exige Ivanovic, un caso similar al de Kurucs. Dentro de un panorama de protagonismo muy limitado, el jugador letón navegó en la indefinición de puesto, a caballo entre labores de base y de escolta y sin llegar a prosperar en la rotación del montenegrino. Al final, las complicaciones para adaptarse el nivel defensivo que impone la élite también pasaron factura a Kurucs y Raieste.
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