Urgente Retenciones en el Txorierri por la avería de un camión
Wade Baldwin se eleva ante Austin Hollins (Estrella Roja). efe

El arte de perder

Análisis ·

La escuadra azulgrana ha convertido la derrota en un hábito. Contra Armani o Maccabi, frente al Fuenlabrada o el Breogán. Lo mismo da

A Pepe Laso, un analista con frecuencia punzante, le escuché recientemente definir a Wade Baldwin como «un perdedor nato». Es un diagnóstico muy severo, sí, pero no falto de fundamento. En un tono quizás algo más condescendiente podría decirse que el fichaje estrella del Baskonia ... el pasado verano es, en el mejor de los casos, un jugador a menudo fraudulento: el prototipo de muy buen baloncestista que acostumbra a presentar vistosos números, en ocasiones incluso estadísticas brillantes, pero que pocas veces ayuda al equipo a mejorar y a ganar. No es un líder como hemos conocido tantos aquí, ni desde luego un jugador que se eche el grupo a la espalda.

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Pero sería injusto descargar en Baldwin todo el peso del actual descrédito baskonista. Ampliando el duro veredicto de Pepe Laso deberíamos reconocer que en esta plantilla conviven bastantes más perdedores o, por suavizarlo, que en ella se echan en falta auténticos ganadores. El palmarés de sus integrantes no engaña. Alec Peters es el único que cuenta en su trayectoria con un título de gran peso: la Euroliga que ganó con el CSKA hace tres años precisamente en el Buesa Arena. Y su papel era secundario.

¿Me olvido de Granger, Kurucs y Sedekerskis, integrantes del Baskonia campeón de Liga ACB en la burbuja de Valencia? No, pero en toda esa campaña el primero apenas participó debido a sus lesiones y los dos canteranos jugaron un único partido, el intrascendente duelo contra el Joventut en aquella fase final.

En este equipo hay bastantes frentes que atender y algunas decisiones importante aplazadas

Para este plantel cualquier comparación con los numerosos roster baskonistas de años precedentes resulta tremendamente odiosa. Tal vez el problema sea que el pasado tan glorioso y repleto de nombres míticos nos ha malacostumbrado, pero la realidad genera datos que no concuerdan para nada con la historia reciente de este club. Los ocho partidos perdidos de forma consecutiva en la Euroliga es su peor racha desde que compite en el torneo y habría que retroceder mucho para encontrar una temporada con el casi 61% de derrotas que el equipo acumula ahora mismo (28 en 46 partidos oficiales). Es el hábito y el arte de perder. Contra el Armani o el Maccabi, frente al Fuenlabrada o el Breogán. Lo mismo da. No es de extrañar entonces que el pabellón venga registrando las peores entradas de su historia. ¡Cómo va a serlo si hasta algún directivo prefiere alternar tranquilamente por el centro de Vitoria antes que ver al equipo desangrarse un día más por televisión en un compromiso europeo! Una elección comprensible, pero nítido reflejo de una situación penosa y desesperante.

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Puede defenderse que la plantilla ofrece más calidad de la que Ivanovic y Spahija han sabido gobernar, pero precisamente la gran diferencia de estilos y talantes de estos dos técnicos hace difícilmente defendible ese argumento. El equipo presenta problemas en la dirección, en la defensa, en el rebote, en la circulación, no dispone de un artillero regularmente fiable y ahora tampoco se le dota del 'cinco' del que carece. Hay bastantes frentes que atender y algunas decisiones importantes aplazadas. Nada especialmente grave, aunque sobrevuele la fundada y triste sensación de que el propio club da la temporada por perdida. Nada tampoco especialmente grave si se tiene en cuenta que, a efectos de futuro, es en muchos sentidos más trascendente el destino del equipo que juega a fútbol en el estadio de Mendizorroza.

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