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Apostar es un término que puede ser utilizado, digamos que por cualquiera. Hacerlo de verdad, en realidad, está en manos de pocas personas o entidades. Las intenciones comienzan su viaje de inicio pero el final del camino lo protagoniza quien pone sobre la mesa ese « ... aquí estoy yo». Nunca olvidemos que la apuesta tiene también ese lado oculto que une la ilusión por conseguir algo pero siempre se topa con la tozuda realidad. Puedes apostar, otra cosa es lo que obtengas después. Eso es difícil de saber.

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Lo que queda claro es que el AS Mónaco esta temporada ha apostado de verdad. Si ya el pasado tuvo su dosis de osadía con la llegada de Mike James, este año ha decidido completar su plantilla con los jugadores suficientes y de garantías para competir por el máximo en la competición. Tanto el posible quinteto decisivo, ése que está presente en los momentos de la verdad, como sus posibles recambios a lo largo del partido consiguen mantener cierta solidez a lo largo de los 40 minutos, lo que da argumentos suficientes para competir cada semana. Y a los resultados me remito en este inicio.

Mike James y su entrenador Sasa Obradovic miraban el banquillo el año pasado y sentían que les faltaba algo cuando llegaba el momento de los descansos, de las rotaciones e incluso de los decisivos finales para proponer nuevas soluciones ante cualquier planteamiento rival. Este año tienen prácticamente un muy buen nuevo quinteto con Okobo, Loyd, Blossomgame, John Brown y Moerman, que se suman a los ya solventes James, Ouattara, Diallo, Hall y Montejunas. En definitiva, un equipo más equilibrado y sobre todo con más opciones para tomar decisiones y no solo dejarlas en manos de Mike James.

Como en los equipos que podríamos definir como 'grandes', su entrenador Obradovic ha dejado clara su idea: «Si queréis tener protagonismo en ataque, no hay problema, sed libres, pero para ello tenéis que defender más». Y de momento, el Mónaco está mostrando una mejor defensa en general que comienza desde la agresividad de sus exteriores y llega a las diferentes alternativas que tiene en el juego interior: músculo, altura y capacidad física. De hecho, lidera el apartado de robos de balón, dato a tener muy en cuenta. Quizá esa propensión desprotege una de sus debilidades: el rebote defensivo, curiosamente en un equipo con condiciones para dominarlo.

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Es en ataque donde el Mónaco muestra su enorme potencial con diferentes soluciones al mismo tiempo. Además del 'albedrío' que se toma James en determinados momentos, cierto es que menos que otras veces, el equipo se maneja sobre todo desde su eje exterior. El Mónaco juega a menudo con tres pequeños al mismo tiempo, todos con capacidad para subir el balón, generarse sus propios tiros pero también con la capacidad de interpretar las ayudas para asistir al compañero mejor situado. En especial el trío James-Okobo-Loyd muestra mucho peligro.

Cuando hay que incrementar la dureza y el ritmo, el físico Diallo entra en escena y además se refuerza el interior desde su fortaleza física con las rotaciones de un cada vez mejor Montejunas, tanto con el juego de espaldas como abriendo el campo junto al activo Brown o también con la capacidad de salto de Hall junto al tiro exterior y experiencia de Moermann. Es lo que tiene apostar todo a generar diferentes estructuras en el campo que se complementen en ese deseado equilibrio entre el juego exterior-interior, con el compromiso del trabajo en defensa y la brillantez en su ataque. Así es este «aquí estamos» del Mónaco.

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