La rehabilitación del califa Diop

Pues resulta que, además de amarrar un triunfo que parecía cómodo hasta el equilibrio final para mantener el firme pulso europeo del Baskonia, la parroquia de Zurbano paladeó otra buena nueva. Escribo sobre la rehabilitación del pívot senegalés, tan necesaria para completar un solvente dúo de 'cincos' junto a Donta Hall. Parece evidente que el joven criado en la fértil cantera grancanaria –próxima parada dentro del mapa de la ACB– necesitaba beber toneladas de esa fe en sí mismo que procuran la salud, la confianza del entrenador y la consecuente perseverancia encima del parqué.

Se trata de la recuperación para la causa azulgrana del califa Diop. Tampoco nos volvamos locos exigiéndole canastas en cantidad ni por la variedad de los registros. Lo suyo es el trabajo estajanovista y, con el respaldo de veinticinco minutos de intensidad y sudores a mansalva, resultó un argumento relevante para la victoria alavesa. Los discípulos de Pablo Laso sentían el aro milanés más cuadrado que redondo. De lo contrario cuesta explicar el pobre 41% de acierto en los tiros de campo. De ahí que la labor extractora de Khalifa, una centrifugadora humana de coger balones en las alturas y devolverlos de nuevo a tierra para mayor beneficio de sus compañeros, fuese determinante.

Diop sufrió lo suyo el curso pasado. No convencía a Joan Peñarroya primero ni a Dusko Ivanovic después. Y ya con la moral a ras de cancha le metieron al quirófano con el fin de reparar su maltrecha muñeca. Allí donde acaban unos bíceps que infunden miedo sólo de mirarlos y unos brazos aptos para tatuar en ellos el ancla de Popeye.

Y el arranque de la temporada actual enseñaba a un poste nervioso, agarrotado y tenso. Hasta que su zancada adelante, favorecida por la palmada en la espalda que le proporciona Laso, regala al baskonismo militante la parte alícuota que le corresponde para levantar junto a Hall un muro resistente. Un pívot compuesto por dos hombres y cortados por el patrón ultrafísico del baloncesto moderno.

Durante la visita del Armani Milán, Khalifa mostró una gula insaciable en cada pelota que escupía el aro visitante. Nada menos que once rebotes, ¡siete! ofensivos, que procuraron segundas oportunidades a un equipo reñido con la puntería. Hiperactivo y concentrado hasta las cachas, el interior africano no reclama los focos de la gloria. Apenas pide comida, pero reparte alimentos igual que una ONG.

Porque no sólo de los rechaces de Diop adelante vivió el Baskonia. Los compañeros también agradecieron sus bloqueos directos por un lado sí y desde el otro también y sus pantallas como auténticas autopistas hacia el cielo. Perdón, en busca del tablero rival. Que se le pregunten a Baldwin, uno de los agraciados por la generosidad del califa azulgrana.