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La aldea (vasca) de Astérix
Sólo tres clubes de la Euroliga, y con matices, representan a ciudades de menor población que una Vitoria anclada a la aristocracia del basket continental
Ángel Resa
Miércoles, 19 de junio 2024, 00:14
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Ángel Resa
Miércoles, 19 de junio 2024, 00:14
A Josean Querejeta, ideólogo y visionario en la transformación de un club modesto en una entidad ambiciosa, le gusta siempre recalcar las humildes proporciones de Vitoria, Álava y su entorno. Cada vez que la oportunidad lo requiere, el presidente azulgrana alude a la estrechez del ... mercado propio con respecto a las posibilidades económicas y demográficas de bloques sostenidos por mecenas, enganchados a la locomotora del fútbol o representantes de grandes urbes. Y analizados los números estadísticos cabe concluir que sí, que la 'Green Capital' viene a suponer la aldea (vasca) de Astérix en el baloncesto continental.
El Baskonia sufre un poco más cada año para seguir la rueda de los poderosos en las elevadas pendientes de la Euroliga. Un torneo de talento mayor y enorme exigencia física que –según las leyes naturales– favorece a las escuadras de talonarios opulentos. La brecha se ensancha paulatinamente para un grupo, el de Betoño, que añora aquellos tiempos estables en los que Taulell extendía una red cerámica de seguridad debajo del trapecio.
Veintidós años de matrimonio fiel (1987-2009) que metieron en las vitrinas del Fernando Buesa Arena todos los títulos vitorianos, excepto los trofeos de la ACB de 2010 y 2020. Un pacto fértil, sólido y duradero por el que el bloque de Zurbano lucía plantillas excelentes. Doblete de 2002, Copa dos años más tarde, cuatro presencias consecutivas en la 'Final Four'... Méritos bien repartidos entre las aportaciones financieras de la empresa castellonense y el buen ojo de halcón local para reclutar promesas y realidades.
La permanencia del Baskonia en la aristocracia europea guarda un estrecho vínculo con la revuelta que, entre otros mandatarios, lideró Querejeta en el verano del año 2000. La ruptura con la FIBA situó al club alavés en la vanguardia de la insurrección para, desde esa autoridad moral, abrirse un hueco en la mesa de los elegidos.
La gerencia azulgrana ha maniobrado siempre en el afán de obtener y conservar un estatus de copropietario de la competición que le asegurará vigencia hasta el 2040. Un escudo del carnero con licencia de 'pata negra' junto a otros tan llamativos como Real Madrid, Barça, Fenerbahce, Efes, Panathinaikos, Olympiacos, Milán, Asvel, Maccabi, CSKA –con voz y voto ahora, pero sin pelota que botar–, Bayern y Zalgiris.
Ninguna otra Liga doméstica envía más delegados al máximo campeonato continental que la ACB. Y sólo las dos entidades futbolísticas con potentes secciones de baloncesto figuran en la 'clase A' igual que el Baskonia. Los 255.000 habitantes de Vitoria disponen de un equipo de baloncesto en una elite europea que deja fuera a Málaga (el Unicaja del vitoriano Ibon Navarro) y a Valencia, que jugará la segunda categoría el próximo curso en el retorno de Pedro Martínez.
En la nómina de ciudades con equipos en el torneo que patrocinan las líneas aéreas turcas figuran megalópolis como Moscú, actualmente en barbecho por la guerra de Ucrania, y Estambul, que reparte a sus representantes entre dos continentes. Y también grandes urbes de amplio radio demográfico como Madrid, París (que asciende tras ganar la Eurocup en la final francesa ante el Bourg-en-Bresse) y Berlín. Cómo eludir, desde luego, las relevantes poblaciones de Barcelona, Atenas, Milán, Múnich y Belgrado, cuna de los irreconciliables Partizan y Estrella Roja. Capitales sonoras cuyas entidades de baloncesto han de visitar el santuario de Betoño cada año.
Otras tres ciudades que comparten el gran cartel de la Euroliga con el Baskonia censan a más gente que Vitoria. Se trata de Tel Aviv y su Maccabi, el tercer equipo de Belgrado durante el último ejercicio por la guerra en Gaza, Bolonia –otro enclave clásico del baloncesto continental– y Kaunas, donde hasta los encargados del material en el Zalgiris cuelan triples sin necesidad de pedir bloqueos.
Revisados los datos, sólo tres conjuntos radican en lugares menos poblados que la capital alavesa. E, incluso en este ámbito, conviene franquear el paso a los matices. El Pireo, lugar orgulloso de su idiosincrasia, viene a considerarse en Grecia como el puerto de la populosa Atenas. Villeurbanne, donde se asienta el Asvel, mantiene tal continuidad con la relevante Lyon que un cartel en el medio de una calle indica el virtual cambio de municipio.
Y Montecarlo es uno de esos casos escritos con asterisco a pie de página. Su reducido número de habitantes, acorde al diminuto pabellón donde Mike James ejerce sus diabluras, no cuenta en esta historia. Allí mandan el lujo, la exuberancia y el dinero. Y resulta que en todo el imperio de la Euroliga hay una lupa que apunta a la aldea (vasca) de Astérix.
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