Un adversario con vocación de sastre

Una pena que esperemos no adquiera peores consecuencias. Lo escribo porque restan doce compromisos hasta el cierre de la primera vuelta y el acceso a la Copa requerirá de, al menos, siete victorias. Y aún quedan los enfrentamientos contra Unicaja, Real Madrid y Valencia. Cierto es que este Baskonia de las fluctuaciones bursátiles puede ganar a cualquiera. ¿El problema? La posibilidad nada desdeñable de mantener intacta la frase excepto por el verbo triunfal. Las acciones azulgranas vienen cotizando mejor en los mercados europeos que en los nacionales.

Lástima porque el cuadro que adiestra Pablo Laso se enreda el pie en un bache cuando caminaba a paso firme. El Baskonia iba cobrando forma al tiempo que su técnico imparte clases sobre la conducción de grupos. Quizá, y en buena parte, la confianza que infunde a jugadores necesitados de ánimos con los que avanzar en sus procesos rehabilitadores explica la mejoría.

Existen ejemplos carnales que certifican la mano izquierda del entrenador vitoriano. Como su calculada rotación de los bases ante la imposibilidad de alinear a tres extracomunitarios o similares. Era un asunto urgente meter a Forrest en el engranaje colectivo pese a sus descorazonadores partidos del inicio. Y a base, nunca mejor dicho, de pasarle la mano por el alma lo ha encajado.

Después de su sobresaliente labor en el Palau tocaba extender los mimos a sus otros compañeros de puesto. De tal modo que a estas alturas del curso, con sólo un mes lectivo, los dos estadounidenses y también el serbio notan que sus papeles en la obra cuentan lo suyo. Ayer, Baldwin y Jaramaz se coaligaron en el último cuarto para alentar el triunfo que no fue.

Y ese modo de recuperar hombres para la causa ha devuelto la mejor versión de Rogkavopoulos. El club cree en el joven alero griego, un 'tres' volcánico de buena mano y dotes reboteadoras que encadena ya dos encuentros de alto nivel. Y vaya que si se le necesita. Más aún sin Sedekerskis, el añorado y gran capitán lituano.