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Patricio Garino tenía nueve años y Luca Vildoza siete cuando Argentina cayó en la final del Mundial de Indiánapolis 2002 ante una Yugoslavia que mantenía el nombre de un país que ya no existía, integrada por jugadores serbios y montenegrinos. El choque se resolvió ... con un 77-84 entre la indignación albiceleste por la actuación arbitral. Aquel duelo por el oro mundial reunió a seis jugadores que casi tres meses antes habían defendido la elástica baskonista en la histórica temporada del doblete. Eran Luis Scola, Hugo Sconochini, Gabriel Fernández, Andrés Nocioni y Fabricio Oberto en el bando sudamericano, y Dejan Tomasevic en las filas balcánicas.
Aquella plata amarga fue el primer gran aviso de la que, más adelante, se convertiría en la Generación Dorada, que se coronaría campeona olímpica dos años después en Atenas. Siempre con un sello distintivo más allá del puesto en cada campeonato y con algún representante baskonista en sus filas. Desde la lejanía, la afición azulgrana empujaba, y empuja, por Argentina, un ejercicio de reconocimiento a los héroes pasados y presentes.
Garino y Vildoza crecieron a la sombra de aquel ejército que peleaba y festejaba como pocos hasta que les tocó recoger el testigo. Sufrieron las comparaciones y fueron condenados de antemano a no llegar nunca hasta donde alcanzaron sus ídolos. Todo parecían suspicacias hasta que Argentina abrasó anteayer a la tibia Serbia para alcanzar las semifinales de la Copa del Mundo que se está celebrando en China. Horas después del 97-87 que entraba como una daga en el orgullo serbio, un 'hombretón' de 26 años llamaba a su madre tras haber sido la sombra defensiva de Bogdan Bogdanovic al tiempo que endosaba 15 puntos a los serbios. «¡Mamá, es un logro nuestro! ¡Nadie creía en nosotros! ¡Nadie!».
Alicia Gullotta charla con EL CORREO y revela una parte de la conversación que mantuvo con su hijo. Palabras de reivindicación proclamadas entre lágrimas de emoción y alegría. «Eran muy chicos cuando vieron ser campeona a la Generación Dorada. Ha sido muy duro para ellos vivir con ese legado». Desde Mar del Plata, Alicia sigue con las pulsaciones a mil el avance de una Argentina asombrosa mientras confiesa sentirse «abrumada» por los mensajes de apoyo que recibe en redes sociales como Twitter con origen en la capital alavesa. «Me apabulló tanto afecto. Los aficionados del Baskonia dan a manos llenas. Es notable y un tanto sorprendente», reconoce. La llama de aliento de la afición azulgrana con la albiceleste sigue viva. «Es imposible no reconocer la importancia del Baskonia para el baloncesto argentino. Además, tienen la deferencia de seguir trayendo jugadores nuestros. Vitoria es una ciudad que come y bebe baloncesto», describe.
La felicidad de Alicia es plena al ver al alero azulgrana volver a ser un jugador productivo y acompañado por la confianza sobre la cancha durante estas intensas jornadas mundialistas. El calvario de problemas físicos parece quedar atrás, la salud vuelve a ser compañera de Garino y la tierra de Maradona redescubre a un equipo de baloncesto que aún no quiere perderse en el anonimato. Tal y como ha ocurrido a lo largo de las últimas dos décadas, el Baskonia aporta dos jugadores a la albiceleste. El símil es tentador, pero Garino no es Nocioni y Vildoza tampoco es Prigioni. «Pato y Luca forjan su propio camino». Alicia Gullotta defiende sin fisuras a un pibe al que trajo al mundo y cuyo estado de ánimo en la cancha conoce con solo verle correr. También se confiesa incondicional del director de juego azulgrana. «Tiene tanto talento ese chiquito...», afirma Alicia del chico que dejó el nido protector de Quilmes para dar un salto sin red hacia el Baskonia.
Campazzo y Laprovittola dominan la brújula albiceleste. Vildoza intenta meter los codos entre ambos, pero ante Serbia firmó su mejor partido del torneo. «Todos esperábamos al Luca baskonista, ese jugador que quiere sentirse protagonista», remomora la madre de Garino. Serbia quedó en la cuneta y Argentina peleará por un puesto en la final contra Francia, que ha terminado de convertir el Mundial en un baile demencial tras eliminar a Estados Unidos en cuartos. El torneo se encamina hacia su desenlace, pero también se acerca el día de retorno a la disciplina baskonista. «Pato está viviendo algo tremendo en el mundial, pero tiene una deuda con el Baskonia y se la quiere pagar. Lo que más desea es triunfar con su equipo, el Baskonia».
10,8 Es la media anotadora de Patricio Garino después de disputar seis encuentros en el Mundial de China. Su papel como perro de presa en la defensa de perímetro se aliña con unos notables registros ofensivos, donde destaca un 41 % en lanzamientos triples. Completa su estadística con 3,5 rebotes, 1,3 asistencias y 13 de valoración en 27 minutos de juego por encuentro.
El tercero más utilizado El alero azulgrana es el tercer jugador más utilizado por el seleccionador argentino Sergio Hernández durante la Copa del Mundo. Solo Luis Scola y Facundo Campazzo le superan en presencia en cancha.
11 Fueron los puntos que sumó Vildoza ante Serbia en el que fue su mejor partido en lo que va de Mundial. Fue más allá de su papel defensivo y secundario tras Campazzo y Laprovittola. El base azulgrana se sumó a su compañero Garino a la hora de contener a Bogdan Bogdanovic, el arma de ataque más mortífera del conjunto balcánico.
5 Luis Scola acumula ya cinco mundiales disputados con la selección argentina. También ha vestido la albiceleste en cuatro ediciones de los Juegos Olímpicos. Con 39 años, solo un accidente serio puede apartarlo de estar presente en la cita de Tokio del próximo año. Eso sí, aún no tiene equipo para la temporada 2019-2020.
En plena mejora El excapitán baskonista dista de ser una mera reliquia de tiempos pasados en la selección argentina. En China, ha mejorado su media anotadora con el combinado nacional, con números de jugador total; 17,8 puntos, 7,3 rebotes, 1,7 asistencias y 18,3 de valoración en 28 minutos.
El Mundial de China confirma el pacto con el baloncesto que mantiene a Luis Scola en su enésima juventud a los 39 años. El excapitán bakonista es el único superviviente de la Generación Dorada, pero no tiene nada de reliquia en una selección argentina de nuevo cuño en la que ejerce de capitán general. «No sé si es el corte de pelo o el afeitado, pero parece más joven que nunca. Luis se ha sabido adaptar a los chicos y él también ha sabido encajar con ellos. Su secreto es que ama demasiado lo que hace», retrata la madre de Garino.
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