La pregunta sorprende en sí misma. ¿Quién imaginaba en verano que cuatro meses largos después andaríamos balbuceando con tics incrédulos la palabra 'crisis' sin atenuantes que valgan al analizar la situación del Baskonia? Dejando de lado a quienes conocen las respuestas en diferido, nunca cuando ... los vaticinios valen de verdad, presiento que casi nadie. Pero la realidad, además de tozuda, es fea en cuanto atañe al buque insignia del baloncesto local esta temporada. Aciaga a más no poder, desde luego. Después de 42 partidos oficiales entre la ACB y la Euroliga, el club vitoriano que santifica el compromiso hasta el tuétano pierde ¡seis! de cada diez duelos. Habría que remontarse a los tiempos del entrañable pabellón municipal de Mendizorroza, donde vivía de inquilino un equipo modesto, hasta encontrar parecidos ¿razonables? con el triste balance de 17 victorias y 25 derrotas. Todo un contrasentido para una entidad ambiciosa que ha transformado el carácter en un lema -forma- y un contenido -fondo- que ahora sacude el viento.
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Permitan que aluda a la fotografía que ilustraba ayer la crónica de este periódico sobre el mayúsculo fiasco en Fuenlabrada tras un tercer cuarto espantoso. Aún caliente o, peor aún, fría. Neven Spahija, juntas las manos, elevando la mirada hacia el cielo como reclamando la ayuda celestial que justifique semejante valle de lágrimas. Los ojos fijos por elevación en el más allá al no encontrar remedios terrenales. A quienes vivimos de juntar letras nos cuesta aceptar que las imágenes convalidan mil palabras. Pero es cierto que algunas ahorran textos enteros. Como ésta del técnico croata que parece implorar alguna señal mariana o divina con la que invertir una espiral azulgrana autodestructiva. Desde luego que el relevo de noviembre en el banquillo -el hipotético látigo cediendo el testigo por decreto a las maneras suaves- apenas ha contribuido a mejorar el estado del enfermo.
Asaltan las dudas sobre si las sensaciones empeoran los resultados o conviene interpretar el asunto a la inversa. Flota la idea de una réplica entre el precedente del huevo o de la gallina. Tal para cual, causa y consecuencia o lo contrario. Después de asumir la afición vitoriana que verá la Copa a través de los dispositivos móviles o el plasma sin el hormigueo del partícipe -primer fracaso cronológico de la campaña- y tras adquirir unos prismáticos de largo alcance con los que divisar la última trainera hacia el muelle europeo de las eliminatorias, también peligra el único frente competitivo abierto. Me refiero a la Liga ACB y no es un asunto para tomarlo a la ligera. Tras el sopapo del domingo como producto averiado de un tercer cuarto indigno, el Baskonia cierra la muga de los elegidos, pero ve al otro lado a un Bilbao que le iguala (10-9) y siente el aliento de un Breogán (9-9) con un duelo pendiente. Hacer pira al campeonato del k.o., arrojar prematuramente la toalla continental y quedarse al margen de los 'play off' domésticos convertirían el ágape en un bolo de tránsito indigesto. Tiempo hay para evitar semejante bajonazo, pero no tantas esperanzas.
Parecería un tema menor si no fuera por los fotogramas claudicantes que emite el grupo azulgrana. Hemos pasado de una mala racha la tiene cualquiera al temor de afrontar cada partido, independientemente del adversario, con la opción real de ceder el envite. Este cuadro depauperado, sin ánimo y carente de baloncesto gremial engrandece tanto la autoestima de los rivales que todos se ven ante él mejores de lo que son. Sencilla, o complejamente, porque el Baskonia de este curso no ofrece síntoma alguno de fiabilidad. Muy quebradizo de ánimo en cuanto surge la primera dificultad, tan lejos del feliz eslogan 'carácter Baskonia' que ahora resuena a carcasa vacía.
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Al presunto bloque vitoriano le faltan durante todo este curso académico la rebeldía -marca histórica de la casa- para solventar contratiempos y aspectos intrínsecos del juego. Hay que remontarse mucho para verlo tan débil. Sin un director puro de juego -los bases son más ejecutores que batutas carnales-, con los estelares aleros diluidos hasta el holograma y huecos sin cubrir en la zona, permanece la idea de que hay menos equipo que plantel. Falla el primer dique contenedor, la defensa del uno contra otro, se añora la intimidaciójn bajo los aros y los ataques responden a impulsos individuales sin un patrón colectivo. Demasiadas muescas en el parqué por el abuso del bote, estatuas de sal y hombres convocados a la trascendencia -Baldwin y Fontecchio sobre todo- que no acaban de encajar en el puzle a estas alturas de febrero.
10-9es el balance del cuadro vitoriano entre victorias y derrotas ligueras hasta la fecha
79,8son los puntos que mete el equipo azulgrana, los mismos que recibe de promedio
Los entrenadores del Baskonia deben de temer noviembre ante la posibilidad de que el techo de Betoño caiga sobre sus cabezas. Es el mes tradicional de los movimientos sísmicos que arrebatan a un técnico del banquillo para (re)poner a otro en su lugar. Ya supone un hábito de la casa las segundas y hasta terceras épocas de un mismo jefe de personal en Zurbano. Pero lo cierto es que Neven Spahija no ha contribuido, de momento, a mejorar los resultados de Dusko Ivanovic. Del 7-12 con el montenegrino se ha pasado al 10-13 del croata. Spahija se mantiene en el puesto pese a las malas sensaciones del equipo y las cinco derotas continentales encadenadas. El club sólo ofrece la imagen de moverse en el mercado para cubrir la vacante interior tras la rescisión del contrato al pívot Nnoko que mantiene un hueco dentro de la zona.
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