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Baskonia, Mónaco, Virtus de Bolonia y Real Madrid son los únicos equipos de la Euroliga que aún no han oficializado ningún fichaje. Resulta llamativo en el bando vitoriano, que el año pasado por estas fechas ya había anunciado las llegadas de Costello, Marinkovic y Fontecchio ... mientras que Baldwin y Granger estaban al caer. El equipo acabó la temporada el pasado 7 de junio –hace 33 días– mientras que otros competidores, como Mónaco y Virtus, cesaron la actividad deportiva dos semanas más tarde y ya han demostrado con creces que tienen la chequera más llena (contratos millonarios de Mike James y Shengelia).
Ese es fundamentalmente el punto de inferioridad que arrastra el club azulgrana desde hace varias temporadas en un mercado de fichajes con cada vez más contendientes poderosos en los despechos. Los mismos que le cierran la puerta de las incorporaciones más suculentas pero que se escenifican mejor en cuanto a las renovaciones fallidas.
A la entidad del Paseo de Zurbano le está costando horrores retener y dar una mínima continuidad a sus mejores jugadores. Vienen, progresan y se van. Un ciclo vital clásico en el club, pero mucho más duradero en la primera década de siglo con los Scola, Prigioni, Splitter, Teletovic y compañía. La salida de Baldwin al Maccabi, por una mera cuestión económica (casi medio millón de diferencia entre una oferta y otra según medios israelíes), es el último ejemplo que refleja la desventaja actual con la que parte el Baskonia cada verano a la hora de configurar su plantilla.
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El año pasado tocó una reconfiguración completa tras las marchas de Henry y Polonara al Fenerbahce. El club intentó mantenerlos con todo su potencial, pero no fue suficiente. «El negocio es el negocio», justificó el base estadounidense en este periódico. El italiano también alegó que «no fue una decisión fácil». Ambos reconocen abiertamente que les gustaría volver a jugar en Vitoria, pero sus caminos apuntan a destinos más lujosos como la NBA o una Virtus de Bolonia con más de 20 millones de presupuesto.
En 2019 le tocó ver con resignación la marcha de Johannes Voigtmann. El Baskonia incluyó en sus planes de futuro al pívot teutón y pese a empezar la negociación tras la Copa del Rey, el alemán prefirió esperar a las numerosas propuestas que le llegaron hasta decantarse por la del CSKA. Mismo camino que tomó Hilliard, con el que hubo conversaciones para seguir que se quedaron en agua de borrajas. Aunque más traumático fue para las oficinas del club el cambio de aires de Beaubois en 2018.
El escolta francés cambió de agencia de representación con la que el club estaba negociando su renovación y a los dos días, Mizko Raznatovic, el agente más voraz de Europa, le colocó en el Anadolu Efes. Una operación exprés que sentó muy mal a la directiva azulgrana, que desde entonces toma ciertas distancia con BeoBasket, la empresa del agente serbio. Tampoco estuvo exento de polémica el verano de 2017, con el sainete de Hanga, por el que el Baskonia oficializó su renovación por tres temporadas mientras el húngaron solo tenía ojos primero para la NBA y luego para el Barça. Esos mismo meses, Larkin rechazó una renovación de tres temporadas esperando un retorno a la NBA que luego llegaría en los Boston Celtics.
Aunque fue 2016 el punto de inflexión de los problemas estivales azulgranas. Aquella plantilla efervescente, ultracompetitiva y, por momentos, excelsa que rozó la final de la Euroliga, fue un reclamo para toda Europa. El Baskonia trató de renovar sin éxito a Darius Adams (China), Mike James y Bourousis (Panathinaikos) y también a Causeur, que recibió la propuesta de renovación más tarde, cuando ya se había comprometido con el Brose Basket. Seis años de manifiesta inferioridad en la que Shengelia, en 2018 hasta 2022, y Vildoza, en 2019 hasta 2024, fueron los únicos que rubricaron su continuidad pese al interés suscitado en el resto del continente.
Ha habido más renovaciones. Sedekerskis el año pasado, Diop y Dragic en 2020. Pero ninguno con tanto cartel como los anteriormente citados. La situación de crisis económica derivada por la pandemia que impidió siquiera intentar mantener a Shields también ha ejercido un lastre añadido. La menor disponibilidad de dinero ha cerrado al club vitoriano el acceso a cierto nivel de jugadores, más asequibles en tiempo de bonanza. No puede entrar entrar en la subasta de jugadores que salen de Rusia, que todavía sigue siendo una amenaza en el mercado como demostró el fichaje de Daryl Macon por el Unics Kazán o Davidovac por el CSKA.
Tampoco acercarse a los sueldos que les han propuesto Maccabi y Zalgiris a Baldwin y Rolands Smits, llamadas a ser las primeras piezas del nuevo puzzle. Dos reveses que han ralentizado la hoja de ruta, que en los últimos años trabaja sobre numerosos bocetos de los que rara vez se plasma el primero, el más atractivo. En cada uno de ellos hay trazos delicados que modifican todo el dibujo y ahora mismo es la salida de Alec Peters el que marca el camino por donde tirar. El estadounidense acordó con el club la salida, pero el Olympiacos no acaba de rubricar su fichaje seguramente pendiente de otros movimientos.
Este es el alcance de las renovaciones fallidas. La mayoría de los clubes de la Euroliga saben que pueden ofrecer más dinero y tienen preferencia. La aparición de nuevos clubes con una fuerte inversión ha recortado el margen de error para la entidad azulgrana, que aún cuenta con un gran arraigo en el mercado como plataforma de despegue. Ahora busca jugadores con carácter, competitivos y de espíritu guerrero para cerrar un mínimo de cinco fichajes si acaban fructificando las salidas de Alec Peters y de Vanja Marinkovic.
ElBaskonia permanece con sigilo pero muy activo en el mercado y ha enviado a Juan Pedro Cazorla, su ojeador de jóvenes promesas y asistente de la secretaría técnica que tiene en Alfredo Salazar a su responsable, a presenciar in situ la Liga de Verano de la NBA que se celebra en Las Vegas desde el jueves al domingo 17. Un torneo de carácter amistoso en el que muchos jugadores tratan de captar la atención de las franquicias norteamericanas. Una gran parte de ellos no lo logra y salen sin un contrato garantizado, lo que provoca que sea un punto de encuentro entre el baloncesto estadounidense y el europeo, dispuesto a pescar en un caladero de baloncestistas muy apetecibles para la Euroliga. Ni más ni menos que Pierriá Henry, con los Wizards, y Luca Vildoza, con los Bucks, han entrado en acción estos días. Comparte timón con el argentino el pretendido Hugo Besson, al que Cazorla no quita ojo en su labor de campo mientras también aprovecha para realizar informes de jugadores de presente y futuro y afianzar relaciones con los numerosos representantes que se dejan ver en Las Vegas
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