Los pulmones del Baskonia

Los sólidos intérpretes del ideario de Dusko Ivanovic

El canterano lituano es el exponente predilecto de la doctrina del montenegrino. El capitán de 25 años no necesita escuchar los gritos del técnico desde el banquillo para saber lo que quiere. Él mismo es ahora el que arenga, con la confianza de saberse importante y jugar cada vez más desenvuelto en ataque. Este año promedia diez puntos en Euroliga y se ha despojado ya de la mayoría de etiquetas que comenzó a arrancarse de cuajo en otoño 2020 al cobijo del técnico de Bijelo Polje. Hasta entonces, sus cualidades habían pasado inadvertidas por los responsables técnicos del primer equipo azulgrana en los siete años anteriores.

«Tener paciencia es muy importante cuando eres joven. Con 14 o 15 años, todo el mundo te habla de la NBA; te ponen en la cabeza cosas que no son reales y es muy importante sobrevivir a eso», confesó Tadas en 2021. Meses mñas tarde se convertiría en el jugador de la Euroliga en anotar más puntos, 15, sin fallar ningún tiro, sin hacer faltas, sin pérdidas de balón y sin tapones recibidos antes de que Spahija le condenara al ostracismo.

Capaz de brillar bajo las órdenes de dos preparadores tan alejados como Peñarroya e Ivanovic, su progresión le ha convertido en el termómetro emocional y baloncestístico del vestuario. «¡Bravo, bravo!», les repetía a sus compañeros sobre la cancha del Olympiacos tras la victoria final.

El lituano ejerce un liderazgo que parte desde su labor defensiva y reboteadora. Sus 9,3 capturas por partido en la máxima competición continental son un baluarte. Ni siquiera Mirotic, el segundo que más rechaces atrapa (7,6), puede arrimarse por ahora. También máximo reboteador defensivo de la ACB, el lituano tiene contrato con el Baskonia hasta junio de 2024. En una temporada convulsa como pocas, la figura de Sedekerskis se acrecienta de forma exponencial. Su continuidad como azulgrana puede ser una empresa complicada. Todo dependerá de la oferta que pueda hacer el Baskonia y de las propuestas que le puedan llegar.

Energía es una palabra que suele aparecer en los discursos de Dusko Ivanovic y que serviría para definir a Moneke. Con gasolina inagotable y un chasis de pura fibra, su sobreexcitación y una personalidad desbordante podía no ser lo mejor para el baloncesto disciplinado del técnico azulgrana. José Saramago decía que el caos es un orden por descifrar y en eso están el montenegrino y el nigeriano, ambos con la mejor predisposición. «Siempre soy alguien que está dispuesto a trabajar y esforzarse», contó Moneke tras ganar al Partizan.

Otro verbo que suele conjugar el técnico es 'creer' y en eso sí se le parece el ala-pívot de 1,98 metros de estatura, una talla corta que no reduce su fe en sus posibilidades. Tanto de jugar en la NBA como para reeditar sus estadísticas de hace dos años en el Manresa. El nigeriano es el tercer máximo anotador de la Euroliga (17,7) y el segundo jugador del Baskonia que más rápido ha alcanzado los cien puntos con la camiseta azulgrana. Solo ha necesitado seis. Los mismos que Howard, uno menos que Tomasevic, Bourousis y Mottola y uno más que anotador más letal, Arvydas Macijauskas.

Además, es el tercer jugador más valorado (22,7) de la máxima competición, solo por detrás de Mirotic y Shengelia. Y lo hace con una media de 23 minutos, por los casi 30 de Sedekerskis. Mientras, el protagonismo decae para Dani Díez, el perjudicado de que el lituano alterne ahora entre el 'tres' y el 'cuatro'.