Las portadas de dos días históricos para el Baskonia. EL CORREO
2002: año del histórico doblete

Dos décadas ya de aquel soberbio prodigio azulgrana

Fecha histórica. Se cumplen veinte años del triunfo liguero del Baskonia ante el Unicaja que, junto al título copero, certificó el doblete del club vitoriano

Sábado, 18 de junio 2022, 00:41

El vocablo 'hito' permite referirse a muchas aristas del prisma que es la vida. Pero concretando en términos deportivos bien cabría la opción de definir tal palabra como el logro de algo tan difícil de conseguir que se adentra en la bruma de lo sobrenatural. ... Como que un club distinto a las secciones baloncestísticas de Real Madrid y Barça obtenga en una sola temporada los dos títulos domésticos de caza mayor. Porque si resulta complicado alzar una Copa del Rey, qué añadir sobre la consecución de una Liga ACB, toda una gestación de nueve meses. Pues hoy se cumplen dos décadas de aquel formidable prodigio baskonista.

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Atendiendo al criterio cronológico, la primera alegría de esa campaña inolvidable ocurrió antes del advenimiento de la primavera. El club, bien amparado por las instituciones y con experiencia ya en organizar acontecimientos de alto nivel, acogía el torneo de partidas efervescentes y rápidas, inserto en su código genético. Y con el reto de mandar al limbo la mirada maldita al anfitrión por la que quien dispone la casa se queda sin postre.

Sufrimiento extremo en cuartos ante el Joventut, calma mayor en semifinales contra el Unicaja y la madre de todas las batallas deportivas en el duelo sin retorno. Aquella cita capitular frente al Barça merece recordarse como un enfrentamiento formidable entre dos plantillones con todo expuesto y nada que ocultar. Canasta a tablero de Bennett (85-83), penetración fallida de Jasikevicius y triple desesperado de Digbeu sin hallar la diana. Algarabía de un Buesa Arena entregado a los suyos después de un espectáculo memorable.

Meses después, aquel Baskonia quinto en la fase regular de la ACB pero con el colmillo del depredador afilado encaraba al asalto a la cumbre liguera. 3-1 al Valencia de aquellas rivalidades cerámicas, asalto en el Palau al 'factor cancha' culé y un 0-3 de encuentro tenístico por sets en el no va más con el Unicaja de adversario. Dos mordiscos consecutivos en Málaga de un equipo azulgrana insaciable de ambición y remate a la primera oportunidad en Vitoria. Levantando, incluso, un marcador muy adverso en el último cuarto de la tercera y definitiva entrega bajo un ambiente eléctrico.

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Nada mejor que un puñado de protagonistas para evocar aquella gesta que ningún otro club de la ACB, salvo las excepciones de Barça y Madrid, ha imitado. Desde luego, el Baskonia podía presumir, y con motivos para ello, de un plantel excelente. Basten dos datos para refrendar la tesis: Corchiani ejercía de segundo base y Scola obraba como tercer pívot. Huelgan más comentarios sobre un poderío irrebatible.

El cóndor vuela alto

Hugo Sconochini vive en Italia, donde se retiró en 2009. Llegó a la escuadra de Dusko Ivanovic como un refuerzo considerable, pero fuera de forma tras una sanción de ocho meses en el país transalpino. Y pasó de calentar mucho banquillo a desempeñar un papel protagonista, con una ascendencia moral enorme sobre la camada argentina del equipo.

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«Tengo un recuerdo muy lindo de un año muy difícil para mí», rememora a través del teléfono. «En Italia me habían descalificado ocho meses por un asunto de 'dopping' y llegué a Vitoria casi regalado. Allí me encontré un entrenador muy duro (Ivanovic) y un grupo de personas excelente. Yo creo que se formó una buena química entre la exigencia de Dusko, que trataba a la mejor estrella igual que a un juvenil, y la inteligencia del plantel».

El cóndor, apelativo con el que se conocía, acabó por volar alto después de tanta mirada rasante al principio. «Hasta la Copa -que el equipo ganó y él apenas celebró- jugué muy poco y cada vez lo hice más hasta estar en la cancha más de treinta minutos. Era una prueba de cuánto el técnico podía confiar en mí. Dusko era muy duro, pero justo y coherente con sus hombres».

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Y Hugo rebobina en la mente aquella nómina de baloncestistas espléndidos. «Elmer (Bennett) estaba increíble en su rol. Foirest, 'Chapu', Tomasevic, Scola... Un equipo increíble, impresionante por su calidad y su dureza y con un poderío físico tremendo». Y a ese entramado aportó Sconochini su experiencia indómita y canchera. «Mirá, el Baskonia me dio la oportunidad de rehacerme como jugador y como persona. Querejeta me puso un contrato en blanco para firmar la continuidad, pero por motivos familiares tenía que volver a Italia».

El cancerbero defensivo

Aún resuenan en los oídos la canción que Indar dedicó a Sergi Vidal, un producto de la Penya y con fama de anotador compulsivo que aquí se ganó, y muy merecidas, las habas como cancerbero defensivo. Desde Andorra, donde vive y ejerce la profesión de agente de jugadores, evoca ese tiempo formidable. «Para mí fue una temporada increíble tras dos años ya en Vitoria. Fui cobrando protagonismo, ganándome los minutos y consolidándome como jugador. Cuando llegué vi que con esos compañeros iba a tener los minutos muy caros, que la defensa era mi punto débil y que tenía que trabajar a tope ahí hasta ser muy buen defensor. Aunque me focalicé tanto que perdí el instinto anotador».

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LOS DATOS

  • 85-83 El resultado de la formidable final copera entre el Baskonia y el Barça en el Buesa Arena.

  • 0-3 Rotunda victoria azulgrana en la final de la Liga ACB frente al Unicaja. Dos triunfos en Málaga y remate en Vitoria.

Sergi recuerda los dos trofeos de aquel ejercicio como una proeza. «Es muy difícil ganar títulos. Levantar la Copa ya fue una locura, sobre todo rompiendo la maldición del anfitrión, que da un plus. Pero además la Liga demuestra solidez, continuidad y el reflejo de un trabajo diario».

Vidal ensalza la calidad humana de ese vestuario hace veinte años y el influjo de Ivanovic para superar los vértices de la ambición. «Había plantillas con mucha calidad, nombres... Pero Dusko nos ayudó a forjar el 'carácter Baskonia'. Nos ponía al límite, pero si lo superabas, te ayudaba a crecer. Seguramente es el entrenador más justo que he tenido en mi carrera». ¿Y los compañeros? «Una suerte para mí pegarme en cada entrenamiento con los mejores porque me hicieron subir mi nivel».

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La elegancia del zurdo

Pocos jugadores habrán esparcido tanta elegancia, unida a la eficacia sobre la pista, como Laurent Foirest. Este periódico lo localiza en Francia, donde ejerce como asistente de la selección nacional. «Cuánto tiempo», comenta a modo de saludo. «El doblete fue un sueño muy importante para mí. Teníamos un buen ambiente en el equipo y con Dusko trabajábamos muchísimo. Vi a Tomasevic hace tres años, estuve con Scola en los Juegos de Tokio y antes hablaba por teléfono con Elmer (Bennett). Es un placer cada vez que me encuentro con alguno».

De la Copa recuerda «la celebración después del partido sobre la cancha. Fue magnífico», Y entiende el trofeo de la ACB como «la continuidad a la temporada anterior, en la que jugamos la final de la Euroliga». Para el zurdo de la estética replicable, «ganar títulos es un placer enorme». Y confiesa que la sombra de Dusko anida en su mente dos décadas después. «Queda en mi cabeza para siempre cómo sufríamos».

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La decisiva canasta de Bennett en la final de Copa

«¿Que han traído a Bullock? Nosotros tenemos a Elmer»

Junio de 2002. Revuelo en Málaga por la contratación de Louis Bullock, aquel elegantísimo escolta con abundantes puntos en las manos. La prensa local y la afición costasoleña inflaban el pecho antes de aquella final liguera que extraía de la ecuación a los dos dos clubes de fútbol. Presunto favoritismo andaluz ante un Baskonia depredador.

Luis Scola, formidable ala-pívot de huecograbado profundo en la mejor historia azulgrana, atendía a este periódico en el hotel. «¿Que han traído a Bullock? Nosotros tenemos a Elmer (Bennett)». Así zanjó el asunto el inolvidable 'cuatro' porteño. Leído al final de la convocatoria el libro de actas, el base del conjunto vitoriano superó al 'combo' del Unicaja.

Ahora director deportivo

Hace veinte años, Félix Fernández era delegado del Baskonia. Hoy ejerce de director deportivo. Y recuerda aquel curso memorable. «Bennett de dulce, Corchiani de escudero, jugadores con mucha hambre, el respeto brutal que los argentinos le tenían a Hugo (Sconochini), la elegancia de Foirest... Pero me gustaría poner en valor a los 'suplentes' como Scola, Corchiani, Vidal, Harissis que era muy buen chico, el carácter de un pívot de rotación como Gabi Fernández... O temporeros como Ferrán López, Arroyo, Petruska...».

Todo ello bajo la batuta firme de Ivanovic. «El equipo era una familia, tenía una química brutal. Una piña que iba a muerte. Dusko apretaba, pero los jugadores respondían. El grado de exigencia era enorme y el grupo contestaba con un nivel de competitividad muy alto».

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