Voces rojiblancas de tres continentes
Pandemia ·
Angulo (Polonia), Guarrotxena (Grecia), Saborit (Israel) y Bengoa (Marruecos) hablan del cambio de sus rutinas en los países en los que viven y del impacto del virus en sus carrerasSecciones
Servicios
Destacamos
Edición
Pandemia ·
Angulo (Polonia), Guarrotxena (Grecia), Saborit (Israel) y Bengoa (Marruecos) hablan del cambio de sus rutinas en los países en los que viven y del impacto del virus en sus carrerasSi hay una palabra que define a la perfección el estado emocional de la población en general y de los deportistas en particular es la de la incertidumbre. Todo cambia en cuestión de horas, lo que vale hoy no vale mañana y las cifras abruman ... e imponen respeto a partes iguales. La expansión del coronavirus ha silenciado el ruido del balón y los profesionales que trabajan con él se preguntan cuánto durará la cuarentena. No solo en España, sino en muchas partes del mundo. EL CORREO ha querido saber cómo lo viven algunos de los exjugadores del Athletic presentes en varios continentes y qué impacto tiene la enfermedad en los países en los que residen y en sus carreras. Al otro lado del teléfono, y desde sus respectivos domicilios, responden Igor Angulo (Polonia), Enric Saborit (Israel), Iker Guarrotxena (Grecia) y Martín Bengoa (Marruecos). Cada uno de ellos habla de su realidad y de su día a día.
El goleador bilbaíno está como un tigre enjaulado, ansioso por volver a pisar la hierba. «Se ha cancelado todo», constata desde su domicilio polaco de Zabrze. «En un primer momento nos dijeron que íbamos a jugar a puerta cerrada, pero los futbolistas no estábamos de acuerdo. Es peligroso y, además, no tiene sentido hacerlo sin el público». La Federación clausuró los estadios. «Igual los clubes ricos se lo pueden permitir, pero si a los modestos les dejas sin taquilla a ver cómo pagan a los empleados y a los jugadores», reflexiona el hombre que estuvo 17 años en Lezama y tres temporadas en el primer equipo. Uno de sus compañeros del filial dio positivo y ahora la plantilla está en sus respectivos hogares. «Nos llaman todas las mañanas para saber si tenemos síntomas. Trabajamos en casa y solo salimos a comprar».
Angulo, que lleva 11 goles y tres asistencias con el Gornik en la Ekstraklasa, de la que fue Pichichi y ahora lucha por volver a serlo, subraya que las autoridades polacas se lo han tomado en serio. El pasado lunes hubo 125 casos positivos por coronavirus -ya son casi 600- y se hablaba de «sacar al Ejército a la calle para que la gente vea que no se trata de ninguna broma». Curiosamente, los padres del delantero bilbaíno vinieron a verle hace unos días y están con él en Zabrze. «Mi hermano sigue allí», dice en referencia a la capital vizcaína. Pregunta por la situación en la Liga, en la Federación, por el calendario. «Me temo que esto no se soluciona en dos semanas», lamenta. Y se acuerda de su Athletic. Siempre. Y de la final de Copa. «Se tiene que jugar», sentencia.
La voz de Enric Saborit transmite tranquilidad. Hace días le dijeron que los partidos que se iban a jugar a puerta cerrada quedaban suspendidos. «Todo cancelado», apunta desde Tel Aviv, donde milita en las filas del Maccabi. Los entrenamientos se mantuvieron durante unas jornadas, pero desde el club se dieron instrucciones a la plantilla para evitar el contagio y el Estado declaró el jueves el confinamiento obligatorio. «Se nos ha insistido en el lavado de las manos y en evitar las aglomeraciones. Ya estamos en casa, pero al menos se puede salir a correr en solitario», acota. En el momento de la charla eran apenas 100 positivos, ahora ya son casi 1.000. «Estamos pendientes de conocer la fecha en la que se reanuda la liga».
Saborit, nueve temporadas en Lezama y 43 partidos con el primer equipo, confiesa que no sabe «qué va a pasar», aunque intenta llevar una «vida normal. Hemos ido al súper y hay de todo. Aparentemente, la tranquilidad es total». Tenía previsto «viajar a España en este parón por las selecciones, pero me toca quedarme. Si me arriesgo y viajo -señala-, a la vuelta tendría que ir a la cuarentena 14 días». Habla con su madre y ella le cuenta la última hora y le pide consejos. «Trabaja cerca de Eroski y vio cómo la gente iba con carros a comprar como loca. '¿Qué hago'?, me preguntó. Le dije que estuviera tranquila, que cogiera lo que necesitaba. Mantengamos la calma».
«Nos han cancelado los entrenamientos y no podemos volver a casa». Iker Guarrotxena dejó Polonia por Grecia y firmó por el Volos de la Superliga helena. Justo acababa de disputar la fase regular del campeonato cuando todo se paró, y no solo por el COVID-19. «Había un juicio pendiente porque el dueño del PAOK -Ivan Savvidis, aquel individuo que saltó al campo pistola en mano- compró al Xanti y no se pueden tener dos equipos en la liga. Les quitaron 12 y siete puntos, respectivamente. Y luego llegó todo esto del virus», sostiene el bilbaíno formado durante 12 años en Lezama. Asistía un tanto sorprendido a la actitud de los vecinos de la ciudad en la que reside porque en el momento de la conversación todo estaba abierto y las «terrazas llenas», comentaba sobre el aspecto que presentaba Volos el pasado fin de semana en un país que ayer tenía más de 500 contagiados por la enfermedad.
Lo que le preocupa al 'excachorro' es lo que pasará a partir de ahora. «Desconocemos si habrá liga, hasta cuándo tendremos que quedarnos... Tenemos dudas. Siempre se nos ha pagado al día, pero nadie sabe qué ocurrirá en el futuro. No podemos volver (a casa) porque ya nos han dicho que si alguno se marcha y no puede regresar que se atenga a las consecuencias. Por lo que estoy viendo en la tele, igual estoy mejor aquí que allí. No lo sé».
Martín Bengoa estuvo más de una década en Lezama y salió del Bilbao Athletic en 2016. Tras pasar por el Deportivo Fabril y el Leioa siguió con su carrera en Marruecos. Primero fue al Al Hoceima y ahora está en el Moghreb Tetouan, donde juega todo. «Lo malo es que acaban de despedir a Ángel Viadero -su entrenador- y no es lo mismo un técnico español que uno marroquí, que apuesta sobre todo por lo físico», comenta el de Otxandio. El equipo le ha informado de que los entrenamientos se suspendían al menos durante diez días y que la competición se aplaza un mes.
«Me doy una vuelta con mi mujer y mi hijo y regresamos a casa. Iba a visitarme mi hermano, pero ya nadie puede salir ni entrar del país. En la ciudad apenas hay contagios» -en Marruecos son apenas un centenar-. Revela que reside cerca del preparador físico de la plantilla, «un español», por lo que tiene los deberes «asegurados». Vive con cierta tranquilidad esta situación y muy pendiente del Athletic, donde se formó y conserva amigos. «Iba a ir a la final de la Copa. Me pilla a tres horas, pero ahora... A ver». Nadie lo sabe. El balón, de momento, sigue en cuarentena.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.