El viaje relámpago de Joaquín Caparrós

El exentrenador del Athletic relata que en Armenia «solo hay 26 casos –cifra oficial de este lunes–, pero se ha decidido actuar de inmediato y parar el contagio». De hecho, las competiciones se suspendieron e incluso la residencia de la Federación puso el candado en sus puertas. «De momento, hay gente por la calle y está casi todo abierto, pero nosotros volvemos porque es posible que más adelante no podamos hacerlo», argumenta. A Caparrós le ha dado tiempo sentarse y hablar con gerentes federativos y conocer a algunos de sus jugadores, aunque el trabajo está pendiente de desarrollo y nadie sabe cuándo podrá ejecutarse. «Nos hemos reunido y de repente todo se ha cancelado. En teoría –subraya el utrerano–, el 15 de abril deberíamos estar de vuelta. Ya veremos como va todo».

El técnico está con ganas de ponerse el mono de trabajo, bajar al césped y dirigir a la selección de Armenia. A sus 64 años, el hombre que llevó al Athletic a su primera final de Copa tras más de dos décadas de espera transmite una indisimulada pasión por los banquillos. «Son mi vida», afirma contundente. «Hay que mantener el cerebro activo. Alargas la vida cuando tu mente está ocupada. Esto es un reto», resume su decisión de dejar el Sevilla y comprometerse con un proyecto que le lleva rumbo a lo desconocido. «Aquí está Ginés Melendéz, amigo mío y director deportivo de la Federación. Me propuso venir y aquí estoy», explica Caparrós, acompañado por su inseparable Luciano Martín 'Luci', con el que también pasó cuatro temporadas en Bilbao.

El expreparador rojiblanco avanza que quiere llevar a Armenia al Mundial de Catar (2022) y «ayudar a la selección a mejorar en la Liga de las Naciones». Está en el grupo C con Macedonia del Norte, Estonia y Georgia. Por tanto, el objetivo sería ascender al B. «Mi idea es llevarles a crecer», acota Caparrós, quien se declara muy «ilusionado» ante el reto que acaba de asumir. Lo malo es que el coronavirus lo ha parado todo y mantiene en jaque al mundo del deporte. También a la final de la Copa, que el utrerano aguarda con impaciencia. «Soy optimista. Creo que se acabará jugando. Para el Athletic es algo muy importante. Es lo que la gente quiere». Jamás se olvida de Lezama, Bilbao y San Mamés, donde supo detectar desde el minuto uno el rasgo diferenciador rojiblanco. Desde entonces, es uno de sus grandes defensores.