El tiempo dirá a qué altura queda el listón

A medida que los tres protagonistas iban presentando su descargo la pregunta surgía inevitable. ¿Cuántas veces habré oído yo esto antes? Pues muchas, que uno ya va teniendo sus años y ha conocido unos cuantos responsables de Lezama desde que Iñaki Sáez estrenó un cargo que antes no tenía nombre. La música es la misma; cambia un poco la letra. Los de ahora usan muchas palabras acabadas en 'ing', donde antes había ojeadores ahora hay scouting, y donde hubo seguimiento ahora hay tracking, y así todo, pero el mensaje viene a ser el mismo: Lezama funciona estupendamente, estamos a la vanguardia y los de fuera nos valoran más que los de casa. Para probarlo ahí está el centenar largo de visitas de especialistas procedentes de todo el mundo en estos tres últimos años, al que se refirió Aiarza. Si contáramos todas las visitas que han venido a observar Lezama a lo largo de su medio siglo de existencia, probablemente estaríamos hablando de miles. Y para recordar las críticas que se han vertido al mismo tiempo a lo mejor bastaría con mirarnos en el espejo.

El adanismo es uno de los males que más sufre Lezama y no se adivinan vías de solución, basta con repasar algunas declaraciones de los candidatos a la presidencia, de los de ahora, y de los de todas las elecciones. No hay que ser un adivino para anticipar lo que nos dirán dentro de cuatro años los que hoy se muestran tan preocupados por el funcionamiento de la cantera del Athletic. Alkorta dice ahora que la dirección deportiva debería tener una continuidad mínima de ocho años y lamenta que las circunstancias lo impidan. Hace tres años y medio eran otros los que abogaban por la continuidad frente a los que lo veían todo tan mal y tanta prisa tenían por entrar a arreglarlo. Y así sucesivamente…

No cabe dudar de que los que ayer comparecieron ante los medios han trabajado estos tres años con la mayor ilusión y profesionalidad, según su leal saber y entender. Que cada día se han empeñado en hacerlo lo mejor posible, con la correspondiente cuota humana de errores y aciertos. Como hicieron sus predecesores y harán sus sucesores. Ni más ni menos. A lo mejor, a los redactores de los nuevos estatutos les faltó incluir el precepto bíblico «no juzguéis y no seréis juzgados» en algún artículo referido a Lezama.

Lo único novedoso en esta ocasión fue la inevitable sensación de venta del producto que se desprendía de un discurso que se resistía a ser de despedida y más bien recordaba al «comprad, comprad, mis hermosos jabalíes», de Asterix. Y a los vendedores se les fue un poco la mano con el autobombo. «Hemos dejado muy alto el listón de Lezama», llegó a afirmar Alkorta. A lo mejor hubiera bastado un resumen para que quedara claro que a lo largo de estos tres años en Lezama se ha seguido trabajando más o menos como siempre.

Porque la profusión de datos conlleva el peligro de la contradicción. Por ejemplo, que en el Basconia hayan jugado once juveniles no parece un mérito especialmente reseñable cuando el Athletic asumió en su día ese equipo para sustituir al sub'19, o sea, para foguear juveniles antes del salto al Bilbao Athletic. Como también parece un tanto ostentoso situar al Athletic en la vanguardia de las nuevas tecnologías porque las ha implementado hace dos años, cuando hay clubes de fútbol en Europa que llevan una década sacando partido del big data.

Y suena un pelín pretencioso sentenciar que se deja como legado un determinado tipo de jugador o presumir de doce debuts en el primer equipo, todos captados y formados en el antiguo régimen, por cierto. Tres años no dan para tanto. Los resultados de este periodo saldrán a la luz dentro de unas cuantas temporadas, de la misma manera que ahora se están cosechando los frutos de siembras anteriores.