Siempre he pensado que, aplicada al fútbol, la palabra fracaso podría dar lugar a libros enteros, como sucede en el ajedrez con determinadas aperturas, posiciones o incluso variantes. Me extraña que no haya habido ningún voluntario valeroso que se haya puesto manos a la obra ... para terminar de aclarar los malentendidos y polémicas que se crean con esta palabra, y que tienen que ver con la naturaleza de sus diferentes acepciones.

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La última es la que ha provocado Iker Muniain en su rueda de prensa; una comparecencia en la que lo más llamativo, al menos en mi opinión, han sido los grandes y repetidos elogios que dedicó a Marcelino y su encendida defensa del «crecimiento constante» que, a su juicio, está viviendo el equipo desde la llegada del asturiano. No hubiese estado mal, la verdad, que el capitán rojiblanco se extendiera un poco, y con afán didáctico, en esta cuestión del crecimiento constante. Más que nada para que un futbolista con tanto recorrido como él -ya con una biografía a sus espaldas- aclarase por fin la paradoja que a algunos nos está atenazando desde hace unos meses: la de que un equipo crezca sin parar teniendo peores resultados que los que tuvo con el entrenador anterior y repitiendo sus mismos errores fundamentales.

Recordemos los datos en honor de los grandes resultadistas. Garitano, con un equipo viejo que había caído al furgón de cola de la tabla y pedía a gritos una transición, sumó 76 puntos en sus primeros 50 partidos de Liga con el Athletic. Marcelino ha sumado 66. En sus 10 partidos de Copa, el deriotarra logró 7 victorias, 2 empates y una derrota mientras que el asturiano lleva 6 victorias, 3 empates y 3 derrotas. ¿De qué hablamos entonces? ¿De la gran respuesta del equipo en las finales? ¿Del crecimiento impactante de los jugadores en estos quince meses? ¿De la belleza del juego? ¿De verdad que la calidad del fútbol del Athletic, declinante con Garitano, esto nadie lo duda, ha mejorado tanto como para que el espectáculo nos haga olvidar que los resultados han empeorado y que los errores más graves se siguen repitiendo? Una pena que Muniain no lo explicara un poco mejor.

Vayamos, sin embargo, al núcleo de este artículo, a la palabra fracaso. Estos son los diferentes significados que contempla el diccionario de la Real Academia. 1. m. Malogro, resultado adverso de una empresa o negocio. 2. m. Suceso lastimoso, inopinado y funesto. 3. m. Caída o ruina de algo con estrépito y rompimiento. 4. m. Med. Disfunción brusca de un órgano. Creo que las cosas están bastante claras. La diferencia está en la acepción elegida. Para Muniain, sencillamente, no entrar en Europa es un «malogro», el «resultado adverso de una empresa o negocio». Al fin y al cabo, él es un profesional. Y para el hincha, que es un sentimental, lo vive a todo a flor de piel y desde luego no cobra millones del Athletic sino que paga un buen dinero por asistir a los partidos, no ir a Europa siempre será «un suceso lastimoso, inopinado y funesto», «una caída o ruina estrepitosa». Y más teniendo en cuenta que sería la quinta temporada consecutiva sin hacerlo.

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No conviene pues llevarse malos ratos con estas polémicas recurrentes en torno a la palabra fracaso, que siempre tiene tanta carga explosiva y como es lógico aparece en los momentos de más decepción. Por cierto, y aprovechando que he usado el sustantivo decepción. Según la RAE, «pesar causado por un desengaño». Creo que con esta palabra podríamos ponernos todos de acuerdo.

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