Una situación económica que espanta a los posibles aspirantes a la presidencia

El Athletic ha presupuestado para esta campaña 60 millones de superávit. La espectacular cifra se convierte en inquietante cuando se tiene en cuenta que a ella se llega después de incluir en el ejercicio los 80 millones cobrados por Kepa. Es decir, sin la cláusula desembolsada por el Chelsea, los números rojos serían de 20 millones. Y esta espiral se agrava con unos últimos años de renovaciones al alza, como la última de Muniain, y la necesidad de ir al mercado a reforzar el equipo para sacarlo del pozo de la tabla.

Si una candidatura ajena a la junta saliente llega al club, deberá depositar un aval de 19,3 millones de euros en cuanto tome posesión. Corresponde al 15% del presupuesto. El aval es un sumarresta que cada temporada realiza una cuenta nueva. Es decir, si ahora se deposita una fianza de 20 millones y la próxima campaña se pierden 10, los directivos deberán aumentar su gravamen a 30 millones. Y así hasta el final de su mandato. Podría darse el caso, no obstante, de que hubiera beneficios que evitaran poner el aval, como le ha sucedido al equipo de Urrutia en sus últimos años.

Pero el riesgo para los nuevos dirigentes no acaba con el aval. La ley del Deporte de 1990 establece una responsabilidad ilimitada y mancomunada en su gestión. Esto significa que responden de todas sus pérdidas. Si un equipo de gobierno acaba sus cuatro años de gestión con 50 millones en números rojos, ésta es la cantidad que deberá pagar aunque su aval inicial sea de una cuantía menor. Llegado a ese extremo todos los directivos responderían de las pérdidas. Da igual lo que cada uno haya depositado.

Aquí aparecen dos circunstancias a tener en cuenta. ¿Qué sucederá cuando la asamblea cierre el ejercicio de esta campaña con superávit?, previsto en 60 millones por el club. Las fuentes consultadas por EL CORREO indican que tanto a Jainaga como a Elizegi se les ha advertido en la Liga Profesional que este curso se pueden hacer dos balances, uno hasta la marcha de Urrutia y otro desde la llegada de su sucesor. Si esto se aplicase, habría dudas sobre si los 80 millones de la salida de Kepa se podrían tener en cuenta por una directiva que llegue de fuera.

Esta interpretación de la Liga echa por tierra una idea con la que han trabajado los candidatos, avalar cuando lleguen al club y retirar el depósito cuando los socios aprueben en la asamblea de octubre el beneficio de esta campaña. Abogados especialistas dudan de esta interpretación de la Liga porque mantiene que la ley del Deporte marca un ejercicio único e indivisible en los clubes. Sin embargo, el criterio de la Liga genera inseguridad en quienes han valorado presentarse.

¿Y los 76 millones millones de provisión? Se pueden utilizar por quien venga, pero la propia junta admite que hacen frente a las posibles pérdidas «si los ingresos estimados no fueran suficientes para cubrir los costes derivados del cumplimiento de las obligaciones actuales», según indica el informe de Macua Auditores, la empresa que fiscaliza las cuentas del club.

Los únicos que no corren riesgo económico son los actuales directivos. Si sale una candidatura continuista podría contar con los beneficios de los últimos años, 200 millones. Sin embargo, ninguno de los dos directivos a los que se ha ofrecido liderar este proyecto, Javier Aldazabal y José Ángel Corres, se han animado. «La única opción para salir del vacio institucional es que se presente una candidatura continuista. Cualquiera que venga de fuera se juega su patrimonio y sufre un serio riesgo de ejecución de avales. El que llegue nuevo tiene que hacer frente a una doble crisis, económica y deportiva. El que está dentro sólo debe abordar la deportiva», indica Juan Elejalde, exdirectivo con José Julián Lertxundi y José María Arrate.