Simplemente memorable

El partido hubiera merecido una retransmisión por televisión en blanco y negro. Porque fue un partido de los antiguos, peleado desde el primer minuto hasta el último, agotador para los jugadores y para los aficionados, zarandeados en una montaña rusa de emociones, desde la euforia desatada a la decepción profunda, cabalgando a lomos de un marcador incierto. Tampoco faltaron las desgracias en forma de lesiones, una por cada bando, Sancet y Ansu Fati, dos jóvenes que ya dejaron de ser promesas. El navarro volvió a dar un curso de moverse en el frente de ataque, de girarse, de abrir espacios, de mover la pelota siempre con sentido. Durante unos minutos dio la impresión de que sus compañeros acusaron su ausencia.

Noches como ésta dan licencia a la evocación más alocada, por eso uno se permite el recuerdo de aquella semifinal de México'70 que protagonizaron Italia y Alemania con Beckenbauer jugando la prórroga con el brazo inmovilizado para proteger su clavícula dislocada.

El fútbol ha ido perdiendo épica a medida que ha ido entrando en la modernidad. No es frecuente ver ahora prórrogas con futbolistas fundidos, incapaces de mantenerse en pie. Anoche volvimos a ver esas imágenes porque a pesar de los cinco cambios, el partido tuvo un ritmo tan enloquecido que parecía imposible que los jugadores fueran capaces de soportarlo. Pero anoche asistimos a un partido épico, con un Athletic como en los viejos tiempos, con el cuchillo entre los dientes, como describían los cronistas de la época.

Hacía mucho tiempo que no veíamos a un Athletic lanzado al asalto desde la primera jugada. Se echaban de menos aquellos primeros veinte minutos en los que los leones han liquidado tantos partidos a lo largo de su historia. Avasallando al rival, arrollándolo a base de empuje, anticipación y garra, una manera de interpretar el fútbol sobre la que se sustenta la leyenda de este equipo.

El Barcelona se vio sorprendido por esa salida, y el gol de Muniain a los dos minutos fue gasolina extra para las piernas de los jugadores y los corazones que palpitaban al mismo ritmo enloquecido en una grada entregada a su equipo, porque cuando su equipo juega así, San Mamés es un escenario incomparable.

Pudo irse el Athletic al descanso con la eliminatoria resuelta, porque ocasiones tuvo de sobra y de todos los colores, pero se tuvo que retirar con un empate injusto. Ferrán replicó el golazo de Muniain con otro de parecida factura. Si acabar empatados el primer tiempo ya fue injusto, llegar al minuto 90 igualados fue una desgracia difícil de digerir por el momento en el que el Barcelona logró el nuevo empate. Pedri se cobró el segundo gol en el segundo remate entre los tres palos de su equipo. Y era el minuto 92.

El fútbol es a veces tan injusto que más de uno de temió lo peor, otra decepción, otra victoria moral. Pero el fútbol también sabe premiar a quien se lo merece y ayer el Athletic le hizo tal homenaje a este deporte, que era imposible que no acabara llevándose el premio que tanto buscó desde el principio hasta el final. Fue una noche para el recuerdo. Se hablará mucho y muchas veces de aquella eliminatoria en la que el Athletic tumbó al Barcelona en la prórroga.