Sannadi, el 'pichichi' del Barakaldo que se sintió rechazado en la ikastola: «Para mí era un lujo tener calcetines nuevos»

El vitoriano de raíces marroquíes ha pasado de jugar con zapatillas con la suela rota a convertirse en el 'pichichi' y la sensación de Primera Federación

Miércoles, 29 de enero 2025

Maroan Sannadi, ahora cedido en el Barakaldo pero propiedad del Alavés, está cerca de ser nuevo jugador del Athletic. Ibaigane y la entidad babazorra negocian para que el fichaje se cierre en este mercado de invierno y este vitoriano de origen marroquí puede ponerse a ... las órdenes de Ernesto Valverde cuanto antes. Pero quién es este delantero, cuyo fichaje podría provocar la cesión de Nico Serrano o Álvaro Djaló al equipo de Coudet. Los números dicen que es el máximo goleador del grupo I de Primera Federación con once dianas y el tercero de la categoría.

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Ahora disfruta en el campo, con sus compañeros, pero su vida no fue sencilla, como reveló hace unos meses en una conmovedora charla con EL CORREO. Tuvo una dura infancia y ha protagonizado una contundente lucha por sobrevivir y tratar de triunfar un día en el mundo del fútbol y devolver a sus padres el «sacrificio» que hicieron por sacarle a él y a sus hermanos adelante.

Muy pronto, ambos progenitores viajaron a la capital alavesa. «Mis padres vinieron con 17 y 18 años. Mi madre nos cuidó mucho y mi padre fue el primero que abrió una carnicería musulmana en Euskal Herria. Venían desde todos lados a comprar carne. Ellos lo han sacrificado todo por mí y mis hermanos. Aunque muchas veces la situación haya sido difícil, nunca nos lo mostraban así. Cuando vas creciendo, vas siendo consciente de lo que han peleado. Eso sirve mucho de motivación para dar lo máximo en cada entrenamiento y que los resultados lleguen. Así poder devolverles una parte de lo que han hecho, porque todo es imposible».

En el campo destaca por su carácter luchador Sannadi. Entiende que, en parte, viene por lo que ha visto en su casa. «Cuando creces sin tener todo lo que quieres, aprendes que hay que luchar y trabajar para conseguir las cosas. Por ejemplo, de pequeño yo iba siempre con las mismas zapatillas y tenían un agujero en la suela. Cuando llovía, tenía el calcetín marrón, así que para jugar al fútbol cogía una bolsa para ponérmela por encima de los calcetines. Date cuenta de que para mí era un lujo tener unos calcetines nuevos. Cuando eres pequeño, das normalidad a todo eso, pero ahora piensas en ello y te motiva a darlo todo cada minuto de partido».

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Siempre con un balón

El fútbol era una de sus vías de escape. Pegado a un balón vivía este vitoriano. «Jugaba al fútbol todo el rato. Yo, junto a mis hermanos, era el único de fuera de mi ikastola. Siempre sentí rechazo por parte del resto y no tenía amigos. Entonces, encontraba en el fútbol lo que no tenía en la vida. El fútbol para mí fue un salvoconducto. No sé dónde habría llegado si no hubiese tenido el fútbol. Con el fútbol sentía que tenía el reconocimiento y el cariño que no tenía en la vida. Siempre he estado solo, la gente no quería estar conmigo. Recuerdo un día que todo el mundo estaba en fiestas de Vitoria y yo estaba solo en el parque de mi barrio. Sólo tenía el balón, pero para mí era suficiente. Si no me quitaban el fútbol, todo estaba bien», concede.

Y quiere crecer. Mucho. «Mi sueño es aspirar a lo mejor en el fútbol. Quiero ir paso a paso, quemando etapas, 'a pasos de buey', como dice mi representante. No me voy a fijar en el resto, yo tengo mi tiempo y cuando tenga que ser, será. Eso sí, cuando vaya para adelante, sé que nadie me va a parar. Aspiro a todo. Mi gran sueño es jugar con la selección de Marruecos. Por mucho que haya nacido aquí, y esté muy agradecido a Euskal Herria y España por la oportunidad que nos han dado, mis raíces son de allí y me siento más representado por ellos», cuenta este futbolista que en verano se encontró con la cesión al Barakaldo.

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- ¿Cómo lo afrontó?, se le preguntó en aquella conversación.

- Llevaba buscando salir cedido desde años anteriores. Quería estar en un sitio donde me valorasen, sólo necesitaba jugar. Si juego, se va a ver el hambre que tengo y el jugador que soy, pero en el Alavés no jugaba mucho, no estaba disfrutando. Necesitaba sentir la confianza de un club, del cuerpo técnico y de los compañeros. El Barakaldo llevaba mucho tiempo hablando conmigo e incluso jugadores que no conocía me hablaron para que viniera. Ese interés que tenían en mí no lo vi en ningún otro lado. Tuve claro que tenía que venir. Lo único que pienso es en triunfar en el Barakaldo porque me han devuelto todo.

Él lo agradece con goles. «Siempre he confiado en mí, pero necesitaba que el resto también confiara. Estos chavales me han devuelto la confianza en muchas cosas. Por ejemplo, nunca imaginé dar declaraciones en euskera, pero cuando miras a un compañero tuyo y te dice «'Maru', dale», te inspira confianza y lo haces por el amor que te transmiten. Cuando vienes de que no te den amor, de una batalla constante todos los días contra ti mismo, das valor a cada detalle. En el Barakaldo no sólo me están dando una oportunidad para crecer, me están devolviendo la ilusión, la confianza, me están dando amor y siempre les voy a estar agradecido».

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