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«Vi a un coche parar, a un hombre salir de él y después saltó dos vallas. En ese momento, y desde la distancia, no identificas quién es realmente. Salí corriendo, lo alcancé por la espalda y le tiré al suelo». Es el relato a ... EL CORREO del guardia de seguridad que el 10 de septiembre de 2012 primero interceptó y luego permitió el acceso a Javi Martínez a las instalaciones de Lezama para recoger unos enseres personales, cuando ya no era jugador del Athletic. Han pasado casi diez años del incidente pero lo recuerda a la perfección, y más cuando el propio exfutbolista rojiblanco describió hace unos días en Twitch lo que sucedió aquella noche. Una acción que le supuso al vigilante de Prosegur una grave sanción por parte de la empresa al dejar entrar a una persona ajena a las instalaciones. Rafa, nombre ficticio del trabajador, que ahora tiene 34 años y prefiere preservar su identidad, explica que «desconocía» que el navarro ya no militaba en el club. «Alguien tenía que ser la cabeza de turco y Javi Martínez no podía ser», sostiene.
El futbolista relató hace unos días que esos días de 2012 viajó a Bilbao para despedirse de sus compañeros y recoger algunas cosas de Lezama. En especial «una foto de mi mejor amigo, que murió en accidente de tráfico cuando yo tenía 19 años». Para ello se puso en contacto con el club, desde el cual le denegaron la entrada. «No lo entendí. Si solo iba a despedirme de mis compañeros y de toda la gente del club, que habían sido mi familia en esos seis años», dijo el exjugador del Athletic. No obstante, le dijeron que acudiera «cuando no hubiera nadie», contó.
Fue entonces cuando Javi Martínez acudió a Lezama. Él sostiene que eran las 22.15 horas. Mientras que el club y el propio vigilante dijeron que habían pasado unos minutos de la medianoche. «Estuve tocando el timbre 10 minutos y no funcionaba», relata. Un detalle que confirma el vigilante. Fue entonces, según dice el futbolista, que entró por un acceso solo conocido por los jugadores. «Cuando jugábamos la Europa League y acabábamos súper tarde teníamos que acceder a las instalaciones para poder dormir allí», explica. Un relato que difiere con el comunicado que emitió el club. Rafa también sabía de la 'entrada secreta' en la época de Bielsa, cuando las instalaciones estaban cerradas por la noche y cómo entraban los futbolistas. «Eso nada tiene que ver con saltar una valla», dice el vigilante, quien explica que «lo primero que pensó era que entraban a robar».
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Cuando Javi Martínez saltó las vallas para acceder a las instalaciones eran las 00.15 horas. Rafa no lo dudó, salió a por él y lo placó por detrás. Con su gran envergadura -1,90 metros y más de 100 kilos- le tiró al suelo y le espetó: «¡Qué hostias haces aquí!». En ese momento y según relata el vigilante, el futbolista se bloqueó. «Vengo a recoger unas llaves, unas botas, unas cosas...», le dijo. Una versión que nada tiene que ver con la que explicó el central hace unos días a través de Twitch, cuando relató que iba a por una foto de un amigo fallecido. El futbolista dijo que Rafa «era nuevo» y que le abrió la puerta. Unos datos que desmiente el vigilante y el club en el comunicado de entonces. El guardia asegura a este periódico que «llevaba un año» trabajando en Lezama y tres en Prosegur cuando sucedieron los hechos. Y segundo, el navarro no entró por un acceso que solo conocían los futbolistas en la época de Bielsa.
A pesar del incidente, del que Rafa dio parte con un extenso relato y hasta un croquis a la empresa, continuó trabajando con normalidad en Lezama. Hasta que un mes después le notificaron su sanción: Inhabilitación de tres años para el ascenso en la empresa. Y además le trasladaron a San Mamés para ejercer sus servicios. «En vez de avisar a Prosegur para informar de la incidencia y solicitar instrucciones, optó por permitir la entrada y atender su solicitud de apertura del lugar», le notificó la compañía en una carta.
Tras atrapar a Javi Martínez y este indicarle que deseaba coger varios efectos personales, el guardia accedió, ya que «pensaba que todavía pertenecía al club». Le abrió los vestuarios y el futbolista recogió varios enseres. También le permitió la entrada al almacén, de donde «cogió un par de botas. Unas con las que había jugado un campeonato y eran especiales para él». Estuvieron media hora y después el futbolista, justo antes de abandonar el lugar le dijo: «Gracias. Ya lo siento. Vaya susto que te has llevado y me has pegado».
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