«Le rogamos al piloto que se acercara a la ría»
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El comandante de un vuelo desde Barcelona hizo una aproximación medida para regalar al pasaje una visión única de la gabarraSon poco más de las cuatro de la tarde del pasado jueves. Un día especial. Una jornada histórica para Bizkaia. A 500 kilómetros de distancia de la ría, en Barcelona, el vuelo VY1428 de Vueling está a punto de coger pista para el despegue, rumbo ... a Bilbao. Un grupo de pasajeros ataviados con bufandas y pañuelos del Athletic prorrumpe en una sonora ovación cuando el piloto anuncia por megafonía que tratará de hacer «lo imposible» por pasar cerca de la ría. A la gabarra le quedan unos 30 minutos para zarpar y el aparato, un 'Airbus 320' con casi 200 almas a bordo, tiene previsto aterrizar en Loiu a las cinco y veinticinco, en plena celebración.
Los pasajeros aplauden al conocer la noticia. Y la sobrecargo y una auxiliar de vuelo comparten una mirada cómplice. Han sido ellas las que le han rogado al comandante, de origen asturiano, que, si las condiciones de seguridad lo permiten, se arrime lo máximo posible al curso fluvial para que el pasaje pueda contemplar la gabarra. «Las dos somos de Bilbao y aficionadas rojiblancas. Nos hacía mucha ilusión», cuenta Eva Ortega, tripulante de cabina de 25 años, criada en el barrio de la Vía Vieja de Lezama, en conversación con EL CORREO.
Esta joven no vivió la fiesta de 1984. No había nacido, pero su padre le había contado durante todos estos años innumerables anécdotas. «También había visto muchas fotos», relata. «La verdad es que teníamos el tema muy controlado. Sabíamos el día, la hora y el vuelo que nos tocaba. Y que, más o menos, iba a coincidir». Pero sabían que sería difícil, porque el espacio aéreo estaba tan vigilado como saturado. Había vuelos constantes de helicópteros de Salvamento Marítimo, la Ertzaintza y ETB, además de varios drones rondando.
El avión despegó de El Prat en hora. A las cinco de la tarde, el aparato se situó sobre Bilbao y enfiló la ría para salir al Abra y realizar la aproximación por el mar. Lo iban a conseguir. No hizo falta que el piloto forzara la situación. Con las condiciones meteorológicas del pasado jueves, todos los aviones entraron en Loiu desde Getxo para tocar tierra por la cabecera 12. «En verdad, lo tuvieron chupado para ver la gabarra, porque la senda de aterrizaje con esa configuración pasa a tiro de piedra de la ría», cuenta un controlador. Aun así, el profesional a los mandos se acercó lo máximo permitido al gentío rojiblanco.
Y fue una suerte porque «el 90% de las veces», los aviones toman tierra por el lado contrario, por Derio, sobrevolando el cementerio, unas vistas muy diferentes a las que pudieron disfrutar los pasajeros de Vueling. Allí estaba la embarcación azul. Perfectamente identificable. Navegaba por Sestao. «Fueron unos instantes muy bonitos», recuerda Eva. Marea rojiblanca. «Aunque también es verdad que tuvimos que advertir a algunos pasajeros de que no se desabrocharan los cinturones porque muchos se estaban arremolinando en las ventanillas».
Desde arriba, según las imágenes que tomó la propia tripulación, el Gran Bilbao lucía fantástico, en un día azul y soleado. «Se dieron todos los factores para que pudiéramos disfrutar», cuenta la tripulante de cabina. «Me emocioné mucho porque sabía que abajo estaba toda mi familia: mis padres, mi hermana, mi pareja...». De alguna manera, sentía que ella se hallaba allí con ellos. «Fue increíble. Hay que repetir».
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