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dagoberto escorcia
Jueves, 20 de octubre 2022, 19:04
Ernesto Valverde regresa al Camp Nou, el campo donde vivió sus momentos de mayor felicidad como entrenador del Barça. El hoy técnico del Athletic tiene sobrados motivos para vanagloriarse de su pasado azulgrana. En dos temporadas y media conquistó dos títulos de Liga, una Copa ... del Rey y una Supercopa de España. La competición que más le motivaba, y donde se sentía más excitado, la Champions League, fue su pesadilla. Nunca fue eliminado en la fase de grupos, y perdió solo dos partidos de 22 que disputó, pero qué partidos. Uno en cuartos con el Roma después de ganar 4-1 en el Camp Nou, y otro en semifinales ante el Liverpool, también después de acudir a Anfield con un 3-0 a favor.
Valverde vuelve al Camp Nou en un momento en el que se ha desatado una campaña contra Xavi Hernández. Sabe de sobras de qué va esto en el Barça. Él también vivió un ambiente hostil pese a ganar dos Ligas de forma contundente. Siendo indiscutiblemente superior a todos sus grandes rivales. Ambos títulos los celebró tres jornadas antes de que finalizara el campeonato. El primero, 2017-2018, con una ventaja final de 14 puntos sobre el Atlético de Madrid y de 17 sobre el Real Madrid, y el segundo, 2018-2019, con 11 más que el Atlético y 19 más que el Real.
A Ernesto Valverde no lo despidieron del Barça solo por los resultados deportivos. Pese a la defensa que hizo de él en su momento Leo Messi, que lo exculpó de las derrotas dolorosas sufridas en Roma y Liverpool, Valverde no se libró de las críticas sobre el estilo de juego y el ADN del Barça. Eso que se ha convertido en el látigo de los entrenadores. Un entorno antagonista que vive el club azulgrana desde la marcha de Pep Guardiola y que suele atizar a cualquier entrenador que ocupe ese banquillo. También tuvo su parte de influencia el deterioro de las relaciones entre algunos capitanes del equipo y el staff técnico de Valverde, que en las dos primeras temporadas fueron intachables.
Josep María Bartomeu, que fue el presidente que lo contrató, reconoce en sus círculos íntimos que destituir al técnico en enero del 2020 fue uno de sus grandes errores. Antes que ponerse en contra al vestuario optó por lo más fácil: la cabeza del entrenador. El cese de un técnico que nunca le causó problemas, y al que tres años antes había contratado para sustituir a Luis Enrique. En realidad, Valverde estuvo en la exigua lista de técnicos que Andoni Zubizarreta, entonces director de fútbol del Barça, había elaborado desde que Tata Martino le dijo que no seguiría al frente del equipo. Bartomeu y Zubi optaron por Luis Enrique y dejaron para el futuro a Valverde, del que no se olvidó Bartomeu cuando el asturiano le comunicó en marzo del 2017 que marchaba.
Considerado por muchos directivos y personal de la entidad como un hombre de club, discreto y de profundas reflexiones, a Valverde nunca se le ha escuchado una sola frase en contra del Barça, ni siquiera cuando fue despedido tras perder con el Atlético de Madrid un partido de Supercopa española disputado en la ciudad de Yeda, en Arabia Saudita.
Directivos de aquella junta que lo contrato recuerdan a Valverde como un entrenador nada exigente y mucho menos que planteara conflictos. En sus tres años en el Barça solo impuso su criterio cuando surgió la duda de rescatar a Neymar o fichar a Griezmann. Prefirió al francés. También en la decisión de jugar el 1-O de 2017 contra Las Palmas en la que Catalunya planteó el referéndum de la independencia y en Barcelona se produjeron incidentes muy graves. Valverde quiso jugar, pese a la opinión contraria de Gerard Piqué.
Valverde regresa al Camp Nou dirigiendo a un Athletic sin miedo al juego de ataque, y con una defensa que hasta antes del parón por los partidos de selecciones era el tercero menos goleado. Es consciente que el Barcelona necesita el triunfo para calmar los ánimos después de la derrota en el clásico y su práctica despedida de la Championes League tras empatar con el Inter de Milán. Mostrará su cara de técnico serio, pero no de un entrenador con ganas de venganza. Él no es de esos. Nadie sabe si el Camp Nou le ofrecerá una ovación por todo lo que consiguió con el Barça o solo se acordara de la pesadilla de la Champions.
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