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IGOR BARCIA | ROBERT BASIC | JUAN PABLO MARTÍN
Viernes, 9 de noviembre 2018, 00:57
Lo primero que recuerda José Julián Lertxundi de aquella campaña es «lo difícil que resultó tomar la decisión de presentarme como candidato. Pero pudo más la ilusión y el afán de conseguirlo que las dificultades», señala. Luego llegó el trabajo para la búsqueda de colaboradores para la recogida de firmas, «porque mi campaña fue la primera en la que la recogida de firmas fue un factor fundamental», apunta. Primero fueron cuatro, luego ocho y al final «la progresión fue impresionante». «Conseguimos un número récord que marcó una pauta de que el tema iba bien», rememora.
Hicieron publicidad por «tierra, mar y aire». Incluso fletaron una avioneta con una pancarta y el eslogan 'Solo Athletic'. «No teníamos connotaciones con grupos de ningún tipo. Éramos socios a los que motivaba solo el Athletic. El eslogan lo decía todo y sigo pensando que sería válido hoy en día», destaca.
Lertxundi tampoco olvida lo que le dijo Félix Oraa en una cena a solas la víspera de las elecciones. «'Ser presidente del Athletic es una 'putada', aunque suene mal. Se refería a la complicación que supone porque todo el mundo opina, todos somos directivos y presidentes. Ya continuación añadió: 'Ser expresidente es una gozada'. Te quedas con los buenos recuerdos. Todo lo ves en positivo desde el cariño por un club que es diferente y singular al que se le quiere desde el nacimiento».
¿Cómo evitaría las fugas del Athletic en un fútbol tan globalizado? Imposible. Hoy en día a un chaval de Lezama lo conocen los ojeadores del Arsenal, del Bayern de Múnich... Nosotros tenemos un territorio limitado. Por eso el Athletic es un milagro permanente.
A José María Arrate (Bilbao, 16 de septiembre de 1940) le envuelven los recuerdos cuando se le pide que eche la vista atrás y regrese a los años 90. Fue precisamente en 1990 cuando compitió y perdió con Jose Julián Lertxundi por la presidencia del Athletic. Entonces se echó a un lado y aguardó cuatro años para lanzarse de nuevo en busca de su sueño: sentarse en el sillón de Ibaigane para tomar las riendas del club rojiblanco. Y no fue fácil. La lucha en las urnas le supuso un «desgaste enorme personal». Enfrente tenía otra vez a Lertxundi y a José María Gorordo, exalcalde de Bilbao y todavía entonces con un enorme tirón popular. «En aquella época -recuerda Arrate- las campañas duraban casi un mes y tú como candidato te marcabas una exigencia enorme para estar presente en todos los actos electorales».
Fue una campaña «dura y complicada» con un incensante intercambio de reproches entre los candidatos. «Se hace muy larga y no sólo sufrimos las personas que nos presentamos, sino también la entidad soporta un gran desgaste».
Solo cuando el recuento le dio como ganador soltó toda la «tensión acumulada. Yo ya había tenido la experiencia de la derrota cuatro años antes. Es una sensación de tristeza muy grande, porque has puesto toda la ilusión y todo el esfuerzo. Y cuando ganas, pues imagínate. Una explosion de alegría difícil de explicar».
¿Cómo evitaría las fugas de los mejores jugadores? A mí no se me fue ninguno (ríe). Tuve esa suerte. Pero es complicado. Fui el presidente que más fichajes hice en 7 años de mandato.
Fue la mano derecha de Javier Uria. A su lado vivió la campaña electoral que llevó al empresario de Zeberio a Ibaigane (2001-2003). Y ocupó su lugar cuando una grave enfermedad cortó de raiz los grandes proyectos que Uria tenía para el Athletic. Ignacio Ugartetxe asumió la presidencia de forma temporal (2003-2004) en una especie de tránsito hasta los siguientes comicios que Fernando Lamikiz ganó en las urnas. «Recuerdo el trabajo incesante al lado de Javi. Y lo recuerdo con mucho cariño como un momento entrañable, con etapas duras, algunas de sufrimiento, porque en una campaña se sufre».
Ahora que en pocos días comenzará la batalla electoral por ocupar el sillón que dejará vacante Josu Urrutia, Ugartetxe dibuja cómo fueron los primeros pasos de la plancha que lideró Uria. «Primero ganamos la guerra de los avales, que al final es como el predictor del resultado final. Una vez superado ese primer obstáculo ya nos dedicamos a buscar entrenador (Jupp Heynckes) y a rematar el proyecto deportivo».
Pasados ya catorce años desde aquella «experiencia maravillosa», Ugartetxe no vidará nunca la pérdida de Uria ni las largas jornadas «a tiempo completo con él» para transmitir a los socios «que había un trabajo ilusionante por delante. Me metí de lleno en ese proyecto con Javi. Fue una época muy importante en mi vida».
¿Cómo evitaría las fugas de los mejores jugadores? No podemos competir con dinero. Hay que ofrecer un proyecto ilusionante y ambicioso. Y aun así es difícil.
Fernando Lamikiz (Busturia, 1959) vivió dos campañas electorales. La primera en un mano a mano frente a Javier Uria que perdió, y después un segundo intento del que salió vencedor. «Tengo muy buenos recuerdos de aquellas dos campañas electorales, conoces a muchas personas relacionadas con el Athletic», explica el abogado bilbaíno, que incide en «que esos días se abre un foro de debate entre diferentes modelos de gestión de un club, y se abren buenas ideas... es una fiesta rojiblanca que es muy importante para la vida del Athletic».
De sus dos tentativas a la presidencia, Fernando Lamikiz guarda «buenos momentos», pero curiosamente destaca la que perdió frente al fallecido Javier Uria en 2001. «Creo que fueron unas elecciones con mucho nivel. Se debatieron grandes cosas, tuvimos un enfrentamiento sano que creo que se reflejó en aquella campaña», admite Lamikiz.
En el aspecto negativo, considera que «hay ocasiones en las que se producen enfados entre amigos y es algo que no logro entender, porque al final se debate de algo que nos llena a todos, que es el Athletic». Y por otro lado, como han señalado otros expresidentes, «el esfuerzo que exige una campaña como candidato, porque quieres defender tu programa en todas partes, ante los socios, ante los medios... Es algo cansado, pero al final, dentro de ese esfuerzo, es algo que disfrutas», reconoce.
¿Cómo evitaría las fugas de los mejores jugadores? Creo que son muy difíciles de evitar. El fútbol ha cambiado mucho, porque se mueve mucho dinero y a pesar de que no dudo del sentimiento Athletic de los jugadores, son profesionales y es complicado pelear en este ámbito.
Ana Urquijo (Bilbao, 1953) recibió la llamada de Fernando Lamikiz para integrarse en su candidatura y tras su dimisión cogió las riendas del club. De esta forma se convirtió en la primera mujer en presidir a una entidad centenaria como el Athletic, en el que volcó todo su tiempo y ganas para encajar la «filosofía rojiblanca en el siglo XXI». A pesar de los tiempos difíciles que le tocó vivir -«el club atravesaba por una de las mayores crisis de su historia»-, guarda recuerdos bonitos de aquella época, enriquecedores en el plano personal y también en el institucional. «Viví la campaña con la ilusión de abordar un nuevo proyecto en el que había que trabajar para que el Athletic siguiera siendo el gran club que había sido a lo largo de su dilatada historia».
Recuerda que aquella etapa la vertebraba el «sentimiento de responsabilidad» cuando la llamaron para formar parte de la directiva y la determinación por mantener viva la grandeza del club y acomodar su filosofía en el nuevo siglo. Luego llegó la presidencia. «El tiempo que ocupé el cargo fue para mí una gran experiencia que tuve el privilegio de vivir. Desde el primer momento fui consciente de que no iba a ser sencillo recomponer un club que atravesaba por una de las mayores crisis de su historia en el plano deportivo e institucional».
¿Cómo evitaría las fugas de los mejores jugadores? Los grandes clubes pagan cifras astronómicas. Mientras la actual legislación siga como está no será fácil evitarlo.
Fernando García Macua tiene experiencia en campañas a la presidencia del Athletic. «Yo viví tres, dos como candidato y una tercera como miembro de la plancha de Juan Pedro Guzmán. Y mis recuerdos son positivos. Unas elecciones a la presidencia del Athletic se viven con mucha ilusión. Desde mi experiencia personal, esas tres elecciones se desarrollaron con mucha participación y con muchas ideas por las diferentes partes concurrentes».
En especial, el abogado bilbaíno se queda con algo que se palpa en el ambiente. «Vives lo importante que es el Athletic para la sociedad vizcaína. Es el vínculo que une, que vertebra a todo el territorio. Esos días estás en diferentes lugares, tratas de llegar a todos, hablas con diferentes tipos de personas, pero algo que les une a todos es su pasión por el club», destaca García Macua.
Otro aspecto que recuerda quien fuera máximo dirigente del Athletic entre 2007 y 2011 es la intensidad, la carga de trabajo con la que vive un aspirante a la presidencia durante las semanas previas a la votación. «Está claro que es algo agotador, porque como decía tratas de estar en muchos sitios, de llegar al máximo número de aficionados posible, pero esa fatiga se mitiga cuando se ve cómo viven el club». Y en este sentido, recuerda que «el hecho de cuncurrir en diferentes ocasiones te permite hacer una lectura para corregir posibles errores que hayas cometido antes».
¿Cómo evitaría las fugas de los mejores jugadores? El club ha mantenido sus raíces muy profundas para hacer frente a las fugas. No es un problema de filosofía, sino de gestión de la filosofía, de autoexigencia y de competitividad.
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