Raúl García: «No era athleticzale, pero me voy siéndolo»

Después de eschuchar al presidente rojiblanco y a Iribar, de atender un vídeo preparado por el club con sus goles, celebraciones y momentos memorables, Raúl García pronunció un discurso vertebrado por los agradecimientos. Empezó por Osasuna, cuyo «sentimiento rojillo» mamó desde la cuna, y acabó con su familia. Ahí flaqueó, le tembló la voz y amenzó con romperse, pero se recompuso y prosiguió firme. En este contexto fue cuando se refirió al Athletic, club al que llegó en 2015 y deja tras nueve temporadas, 359 partidos, 83 goles y dos títulos en su hoja de servicios. «Estoy orgulloso de haber venido. Ha sido una decisión acertada. No era athleticzale, pero me voy siéndolo», aseguró el navarro, quien en absoluto se olvidó de sus raíces y de dónde empezó todo. Eso sí, con el tiempo abrazó la religión rojiblanca y se va como uno de sus apóstoles.

Raúl García afirmó que tenía clara la retirada «hace meses» y que no se le pasó por la cabeza completar un último baile lejos de San Mamés, que le homenajeará el sábado precisamente ante Osasuna. «No. He sido feliz aquí», contestó cuando se le preguntó por si había contemplado la posibilidad de continuar con su carrera en otro lugar. «Físicamente estoy bien, pero tenía que escuchar la cabeza. Empiezo otra etapa junto con mi familia». En este sentido, el mediapunta aseguró que no era un momento triste, «sino feliz», porque ahora su tiempo va a ser para sus hijos. «Para ellos -subrayó-, los fines de semana eran los días malos». Su padre trabajaba y ellos le veían a distancia, en la gran pantalla.

«Este grupo se merecía la Copa»

El todavía futbolista rojiblanco manifestó que no buscaba «dejar un legado», sino mejorar a personas que tenía a su lado. «Trabajo para que la gente absorba cosas que le puedan servir, ayudar a los que están a mi alrededor». Entonces volvió a dirigirse al 'Txopo', con el que ha tejido una complicidad eterna e irrompible. «Le escucho cuando habla, es la manera de aprender». Fue Iribar, entre otros, quien consiguió que Raúl García siguiera una temporada más cuando se planteaba abandonar la profesión que tanto ama y que, de momento, no echará de menos. ¿Dónde se ve en el futuro? ¿Ligado al fútbol? «Ahora me veo en la playa», bromeó. «No pienso más allá. Llevo más de 20 años en esto. Que el cuerpo me hable, que me diga por dónde tirar», manifestó sobre sus planes de jubilación.

Tenía a todo el vestuario enfrente, a sus compañeros, gente con la que ha celebrado y llorado. Alabó la fortaleza y la singularidad del vestuario del Athletic, un lugar sagrado para él, y sin ser amigo de consejos trasladó alguno a las nuevas generaciones. «Querer más cada día», fue la frase que les legó el navarro. «Quedan cuatro partidos y quiero jugar los cuatro. Que nunca paren, que sigan», dijo en referencia a los futbolistas jóvenes. Habló de los «sentimientos», de que una «temporada es como una vida entera», con sus altibajos, y de que jamás tuvo miedo de la retirada. «Solo veo cosas positivas».

¿Y con qué se queda? «Con los abrazos de los compañeros en determinados momentos. Los abrazos te los llevas para siempre«. Como los que repartió y recibió cuando hace poco más de un mes ganó la Copa en La Cartuja. «Por años anteriores, por las finales, este grupo se lo merecía».

Cuando acabó, Raúl García escuchó aplausos. Gritos de «Rulo, Rulo». Muestras de cariño. Recordó el penalti que marcó en La Cartuja -«no era en el que más nervioso estaba»- y dijo que no podía dejar de «asumir una responsabilidad que me correspondía». Es su último gol. El primero lo metió al Athletic con la camiseta de Osasuna. El sábado podría cerrar el círculo con un tanto a los rojillos. «Coincidencias. Me quedo con lo que he hecho, lo que venga ya veremos. No me preocupa. Tampoco vine aquí como un delantero goleador y me voy con unas cifras con las que me siento bastante cómodo. Intentaré remar hasta el último día. Prefiero que vaya bien a nivel grupal que individual».