Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Ser seguidor del Athletic, llevar 40 años soñando con que vuelva a salir la gabarra y que el gran día te pille ingresado... ¿no es el colmo de la mala suerte? Bueno, si miramos las cosas desde una perspectiva optimista –estos días rojiblancos son para ... eso, para cambiar aunque sea temporalmente el color del cristal con que miramos la vida–, quizá lo de estar en el hospital tenga alguna parte buena. Varios 'athleticzales' que se han visto obligados a pasar el gran día en sus habitaciones de la clínica del IMQ de Zorrozaurre así lo aseguran. Coinciden en que, al menos, han tenido unas vistas privilegiadas para ver pasar esa esperada gabarra, envidiadas por muchos que andaban mendigando balcones ajenos y dándose codazos en la calle.
Así lo ven Azahara Durán y Aitor Martín, dos jóvenes de Zorroza que han vivido un momento mágico: han visto por primera vez la gabarra –son treintañeros– y además lo han hecho con una compañía excepcional: Alaia, su hija recién nacida. «Qué pasada, qué emocionante. Encima, tal y como tengo las hormonas... pues más», admite la joven 'amatxu', que lleva una camiseta rojiblanca, nada de camisón. «Es que soy muy del Athletic, más que él», dice señalando al padre de la criatura, que está vistiendo a la niña como a una auténtica 'athleticzale'. Y la chiquitina, dormida como un tronco, no se despierta ni cuando sus padres abren la ventana para ver la ofrenda que los 'leones' hacen frente a San Mamés... y frente a su ventana. Sorprendentemente, ninguna visita ha aprovechado la ocasión para 'gorronear' las vistas. «Es que les hemos pedido que no vengan, que somos primerizos y tenemos mucho que aprender», explican.
Quien no ha podido 'evitar' estar rodeado de visitas y compartir ventana con vistas a la gabarra ha sido Félix Pérez, de Amorebieta, recién operado por un problema en la uretra. Estaba acompañado de su mujer, su hija, su yerno y su nieto. Los cinco allí esperando el paso de la embarcación. Van viendo en la tele cómo se acerca al hospital y se nota cómo crecen los nervios. Así que para entretener la espera, él y su mujer, Marijose, empiezan a recordar anécdotas sobre aquella otra gabarra, la del 84, que vieron pasar desde el puente del Ayuntamiento, «que estaba que daba miedo». Entonces Félix tenía 32 años y mejor salud, pero el sentimiento esta vez es tan intenso como entonces. «Aquí me ha pillado esta vez, pero bueno, voy a poder verlo de primera», se consuela. Cuando llega el momento, se baja de la cama como un lince. Y, entre todos, ya están pensando en viajar juntos para ver al Athletic en Europa. Hay que seguir añadiendo ilusiones nuevas a la lista.
En otra habitación, Julián Muñoz, intervenido de «un pequeño tumor en la próstata», comenta que está con los nervios a flor de piel. La gabarra y todas las menciones a ella hacen que se le llenen los ojos de lágrimas. «Es que los del Athletic no sabemos vivir sin sufrir –bromea–. Qué mal lo pasé en la final. Pero como método para evitar preocuparme por lo mío ha sido muy bueno». Su mujer, Arantza, le echa una cariñosa bronca: «Estabas más preocupado por el Athletic que por ti». Él asiente. Pero es teatrillo: se les ve felices porque todo ha salido bien: el Athletic, la operación. Y están viendo como sus sueños hechos realidad pasan ante sus ojos, por la ría, entre aplausos y vítores. Qué más pueden pedir. Ah, sí, un beso. O más. «Siempre que mete gol el Athletic le doy tres besos a mi mujer y con esto no iba a ser menos». Y se calla porque, a ver, no se puede hablar y besar a la vez.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.