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Aitor Elizegi se sentará hoy por última vez como presidente del Athletic en el palco de San Mamés. Será su despedida oficial, ya que la junta directiva dimitirá después del partido ante Osasuna para dar paso al proceso electoral que finalizará el 24 de junio ... con la investidura del nuevo mandatario rojiblanco. Aunque todavía le queda el reto de sacar adelante los nuevos Estatutos el 23 de mayo -Elizegi es presidente de la comisión de reforma- y tiene opción de quedarse hasta las elecciones dentro de la comisión gestora que controlará el club durante un mes, el empresario hostelero cierra hoy tres años y cinco meses de un mandato donde apenas ha tenido un momento de respiro. Su inesperada y exigua victoria en las urnas a finales de 2018 auguraron tiempos difíciles para lograr el consenso entre una masa social dividida, lo que se ha evidenciado en cada asamblea de compromisarios. Lo que no esperaba Elizegi es que las cosas tampoco ayudaran ni en el ámbito deportivo ni en el económico por culpa de una pandemia que trastocó por completo a la sociedad y también a las arcas rojiblancas.
La carrera de obstáculos que ha tenido que afrontar la junta directiva del cocinero de Santutxu se ha evidenciado en las tres parcelas mencionadas. Pero vayamos por partes. En el apartado deportivo su llegada ya se produjo en un momento delicadísimo para el Athletic en la Liga. Las elecciones se adelantaron a finales de diciembre de 2018 porque el equipo estaba hundido en la tabla y la comisión gestora había cesado a Eduardo Berizzo para dar las riendas de la primera plantilla a Gaizka Garitano. La nueva directiva mantuvo la confianza en el técnico de Derio y el equipo reaccionó de tal forma que llegó a la final de Copa frente a la Real, aplazada después a 2021 a causa de la pandemia y el confinamiento. El esfuerzo de la plantilla, sin embargo, no dio para alcanzar plaza europea, objetivo con el que arrancó el grupo el curso 2020-21.
Pero las cosas se torcieron con un rendimiento irregular en Liga y partidos decepcionantes que pese a la resistencia de Elizegi, fiel defensor de Garitano, acabó con su cese en los primeros días de 2021. La apuesta por Marcelino tuvo un efecto revulsivo tal que se saldó con el único título de la etapa de Elizegi como presidente, la Supercopa, y dio para alcanzar otra final de Copa. Las dos oportunidades para hacer historia en La Cartuja se saldaron con dos enormes decepciones en forma de derrota frente a Real y Barça en un abril de 2021 para olvidar. La decepción fue tal que afectó al rendimiento en Liga, quedando de nuevo fuera de Europa. Y la montaña rusa no ha cesado este curso, con una final de Supercopa que se perdió ante el Real Madrid, una decepción copera al caer en semifinales y una nueva oportunidad perdida para alcanzar Europa.
El rendimiento deportivo poco ha tenido que ver con el institucional. Aquí no ha habido altibajos ya que la oposición a la gestión del presidente ha sido firme y decidida desde el primer día. No ha habido tregua, como se demostró en forma de rechazo a las cuentas presentadas por la directiva en cada asamblea de compromisarios. La división generada tras una victoria al límite se ha prolongado en el tiempo hasta el punto de que Elizegi anunció su renuncia a la reelección en la asamblea del pasado mes de octubre, con ocho meses de antelación sobre las elecciones del 24 de junio y hasta 14 de margen respecto a la fecha final de su mandato, que expira en diciembre de este año. Pero ni siquiera aquel anuncio le sirvió para solventar la asamblea. Solo en este tramo final de legislatura Elizegi ha tenido algo de viento a favor que le ha servido para sacar adelante su sueño de una grada popular de animación en San Mamés. Y queda por ver qué sucederá el día 23, cuando los socios dictaminarán si la reforma de Estatutos, otro gran reto de su mandato, se lleva a cabo o el nuevo reglamento acaba otra vez guardado en un cajón.
despedida
La zozobra institucional no se puede desligar de los problemas económicos que han asolado a su gestión, marcada por una pandemia que nadie imaginaba y que llevó al fútbol a un escenario de estadios vacíos y un recorte en los ingresos que golpeó a todos los clubes. Para empezar, la plantilla rojiblanca fue la única en rebajarse en dos ocasiones los salarios para ayudar a la entidad a mitigar las pérdidas durante 2020. El primer acuerdo con la plantilla se cerró en un 6%, mientras que el segundo, en febrero de 2021, se situó en un 8,4%.
Antes de la crisis por la pandemia, Elizegi ya había subrayado la necesidad de que el club aumentara su capacidad de ingresos ordinarios. «El Athletic tendrá déficit si con la masa salarial de esta plantilla no juega en Europa», advirtió en una entrevista con este periódico. Así que el covid terminó por agravar la salud económica de la entidad al punto de tener que echar mano de la famosa 'hucha' para cuadrar cuentas, lo que le costó serios reveses en las asambleas de compromisarios. Tras salvar sus primeras cuentas en 2019 por apenas 8 votos, fue ampliamente derrotado en las de 2020 y 2021 para tener que aprobar sus presupuestos en segunda convocatoria. Además, los socios le castigaron por medidas impopulares como intentar cobrar el 30% de las cuotas en 2020 pese a estar San Mamés cerrado al público o la cuota covid de 120 euros que solicitaba en 2021 y que finalmente se quedó en 85 euros.
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