La buena racha del Athletic tras el último parón de Liga, concretada en cuatro victorias y dos empates, hay que valorarla como se merece. Porque lo cierto es que el equipo de Valverde ha conseguido salir muy bien, con verdadera personalidad, de lo que era ... una situación embarazosa. Y no estamos exagerando. Con cuatro puntos en los cuatro primeros partidos, los rojiblancos corrían el riesgo de comenzar su aventura europea con el incordio de los deberes sin hacer, es decir, con una exigencia suplementaria muy perjudicial.
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Las tres victorias consecutivas ante Las Palmas, Leganés y Celta fueron una bendición. En realidad, lo cambiaron todo, empezando por la confianza del equipo, que pudo viajar a Roma con la tranquilidad de espíritu que da verse en la parte alta de la clasificación, un lugar mullido y con muy buenas vistas. El del Estadio Olímpico fue un empate meritorio, muy trabajado, ante un rival fuerte. Luego llegó el 1-1 ante el Sevilla, una lástima, sobre todo porque los dos puntos de escaparon en el descuento. La victoria del jueves contra el AZ Alkmaar, sin embargo, ha vuelto a llevar las aguas a su cauce. Y es que estos tres puntos no sólo han aupado a los rojiblancos en esa inmensa tabla clasificatoria de 36 equipos sino que les permitieron presumir de un dato muy interesante: ser el único de los equipos españoles que sigue invicto en Europa.
Como es sabido, esta semana ha sido especialmente nociva para los representantes de la Liga en las competiciones continentales. En la Champions asistimos al petardazo del Real Madrid contra el Lille, al descalabro del Atlético en el estadio da Luz y a los disparos en el pie que el Girona, próximo rival del Athletic, se pegó contra el Feyenoord. En la Europa League, la Real cayó ante el Anderlecht en un partido marcado por la vergüenza de los ultras belgas. Y el Betis, por su parte, perdió en la Conference 1-0 contra el Legia Varsovia en un mal partido.
Por supuesto que hay que relativizar estos malos resultados. Al fin y al cabo, esto no ha hecho más que empezar e incluso el Girona, que ha perdido sus dos encuentros, o la Real, que sólo tiene el punto que rascó en Niza, siguen teniendo sus opciones. Ahora bien, una cosa es relativizar estos malos resultados y otra no extraer de ellos una conclusión que resulta casi obligada. Nos referimos a la tremenda dificultad que entraña combinar la competición doméstica con la continental. Hay muchos ejemplos sobre la manera en que jugar dos partidos por semana puede llegar a afectar a un equipo casi hasta consumirlo, pero hay uno muy cercano al que es difícil resistirse. Veamos. En la campaña 2022-23, la Real superó en 20 puntos al Athletic. Pues bien, la pasada temporada, con el equipo de Imanol Alguacil volcado e ilusionado hasta febrero con la Champions, los rojiblancos les sacaron ocho.
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La gran dificultad, por supuesto, tiene que ver con lo complicado que resulta para los equipos hacer rotaciones sin que su juego y su competitividad se resientan. Porque las rotaciones, por supuesto, son obligadas. Lo han sido siempre y lo son más ahora en un fútbol cada vez más exigente y en el que las lesiones -el Girona ha perdido a Tsygankov, Blind y Romeu- empiezan a ser el pan nuestro de cada día. Y, claro, rotar no es nada fácil; en realidad, en algunos casos es tan peligroso como conducir el carro de la nitroglicerina. Repasemos, sin ir más lejos, lo ocurrido esta semana. Salvo Remiro, Imanol cambió el equipo entero para recibir al Anderlecht, y perdió. Pellegrini hizo diez rotaciones en Varsovia - del once que ganó al Espanyol sólo mantuvo a Altimiro -, y perdió. Míchel, que venía de empatar en Vigo, introdujo siete cambios para enfrentarse al Feyenoord. También perdió. Y tras el empate con el Real Madrid, Simeone hizo cuatro cambios para enfrentarse al Benfica y cayó goleado.
En el Athletic, al menos por ahora, las rotaciones están saliendo mejor. Es obvio que el equipo se resiente cuando faltan algunos de sus jugadores fundamentales: Ruiz de Galarreta, Sancet, los Williams... Y no sólo ellos. También nota la falta De Marcos -Valverde le hizo saltar el jueves al campo en el minuto 56 en lugar de Gorosabel- o Berchiche, los lateral titulares. Esto es natural. Todos los equipos, hasta los que tienen mayor fondo de armario, necesitan a sus futbolistas capaces de marcar la diferencia, que siempre son un grupo reducido.
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Lo bueno del Athletic, lo que le está distinguiendo esta temporada es su fortaleza como colectivo. Valverde ha logrado un grupo sólido, bien cosido en torno a una idea de fútbol y a una misma actitud competitiva. Nadie quiere quedarse descolgado en una plantilla con una gran competencia interna. El jugador que claudica queda retratado malamente en un equipo que nunca se da por vencido, actitud que en Europa ha sido determinante en los partidos ante la Roma y el AZ Alkmaar.
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