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Pido perdón. En mi nombre y el de los aficionados del Athletic, no me atrevo a incluir al club, que tiene su propia voz. Perdón por empatar en el Bernabéu. Me anticipo a todas las voces que saldrán en las próximas horas y ... posiblemente salieron anoche, cuando ya había enviado estas cuartillas a la linotipia, –permítanme esta licencia en tiempos en los que las linotipias están en los museos y hace años que cerró la fábrica de Galgo en Andoain, que nos proveía de cuartillas–.
Hay que pedir perdón de forma preventiva, porque empatarle al Real Madrid o al Barcelona es un delito de lesa majestad, como para que algunos pidan la aplicación del 155; una traición a las tradiciones recientes de la Liga. Tebas se enfurruña, tiembla de indignación Florentino y sua adláteres se lanzarán al cuello rojiblanco en cuanto encuentran un resquicio.
Recuerden la última vez que el Athletic osó pellizcar a uno de esos trasatlánticos: aquel triunfo copero frente al Barça. Después de escuchar los comentarios, de leer los tuits, daban ganas de renunciar al triunfo, a la Copa, y de devolver los trofeos ganados desde comienzos del siglo XX. Fue muy desagradable y preveo lo mismo para este empate: que si los saques de esquina, que si las ocasiones, que si una patada a Cristiano repetida quince veces.
Habrá debate por la decisión del Real Madrid de no fichar a Kepa Arrizabalaga cuando pudieron. Se tirarán de los pelos los tertulianos; habrá rechinar de dientes y rasgado de vestiduras. Alguno de esos personajes que se atornillan a las sillas en las conversaciones de bar que desembocan en un plató, tal vez se atreva a decir de nuevo, como sucedió hace unos años, que es una falta de respeto para el equipo blanco.
Perdón por tanto, por anticipado, pero olvidémonos de esos voceros, de esos tuits, de esos blogs incendiarios y disfrutemos, porque se disfruta más de un empate en el Bernabéu si los demás ladran.
Porque además no tienen ni un penalti al que agarrarse, ni una entrada violenta de la que quejarse, ni una tángana en la que sacar rédito, y eso fastidia aún más. Así que vayamos a lo nuestro, a ese Kepa espectacular, a esos centrales firmes y solidarios, a ese Iturraspe en su mejor versión, que es la que todos esperamos. A un equipo que nos dio otra alegría a domicilio consecutiva, y tendremos que ser nosotros quienes nos lamentemos, por la ocasión de San José, por la doble oportunidad del 0-2 ya en el tramo final, que primero Córdoba y después Raúl García protagonizaron. Hubiera sido el éxtasis.
Pero dejémoslo. Olvidemos incluso que en el gol de Cristiano Ronaldo, estaba Sergio Ramos en fuera de juego, levantando el pie para intentar el remate. Sin embargo no hay que reprocharle nada al árbitro, que fue justo y equilibrado en sus decisiones, algo que también es noticia cuando se trata del Bernabéu. Disfrutemos con las repeticiones del gol de Williams, del pase que le dio Iñigo Córdoba. Ellos son el futuro y esperemos que repitan más veces en los próximos años.
Y que repita el Athletic el lunes contra el Levante, que es lo que espera su afición, que de nuevo se volcará otra vez. Pero todo esto es para consumo interno; para los rojiblancos. Al resto del universo, de nuevo les pedimos perdón. Pero que se fastidien.
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