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«No creo que la afición esté desilusionada», proclamó Ernesto Valverde la víspera del partido ante el Elche. La respuesta de la hinchada demostró el error de criterio del técnico. En el último partido en San Mamés de la campaña y con Europa aún en ... juego, el estadio se quedó con una pobre entrada de 37.807 espectadores, la peor en Liga. Y además despidió a los suyos con una gran pitada, de las que no se escuchaban en años. Son los primeros pitos de la era Jon Uriarte y para Ernesto Valverde.
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No hay mejor prueba del desencanto de la hinchada que las gradas con muchos huecos de este domingo. Y no había justificación posible. El partido era a buena hora, un domingo y además el día invitaba a ir al estadio. ¿Por qué la deserción?Es evidente que la afición está cansada de ver a su equipo tropezar una y otra vez en partidos claves y además apenas les llegan mensajes ilusionantes desde el primer equipo, Lezama y los dirigentes del club.
Hasta el momento la peor entrada en la Liga eran los 39.216 que acudieron una fría noche del lunes 9 de enero a las 21.00 horas ante el Osasuna. En todo caso, eran casi 1.500 más que frente al Elche. Para poner en perspectiva lo sucedido, hay que fijarse en lo que sucedió en la última visita de Osasuna. Con la final de Copa en juego 51.544 hinchas reventaron las gradas en la mejor entrada de la campaña. Este domingo, con Europa en el horizonte y tras una sucesión de fallos, fueron 13.000 menos. De hecho, en todo el curso sólo se había visto una asistencia peor, los 37.564 que se citaron ante el Espanyol en Copa.
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El alto grado de decepción se notó enseguida. En el minuto 20 Morante remató al poste.San Mamés silbó. Como también lo hizo un porcentaje significativo de hinchas cuando el equipo se dirigió al vestuario en el descanso con 0-0. Los futbolistas eran conscientes de que, aunque se arengaba con fuerza desde el fondo de animación, eran muchos los que estaban de uñas con un grupo cuya sensación de impotencia crecía según avanzaba el partido.
En un par de jugadas mal resueltas se reprodujeron los silbidos. Williams, el mejor de los suyos, se puso en el papel de líder del vestuario y pidió a los aficionados que animaran. El asedio final al que sometieron los rojiblancos calentó las gradas, pero el Elche marcó en el descuento por medio de Boyé.
O se fueron o silbaron
Los espectadores reaccionaron de dos maneras.Unos optaron por irse en el mismo momento. El estadio perdió de repente a la mitad de sus ocupantes.Los que se quedaron dedicaron una gran pitada a los jugadores, que para colmo se vieron obligados a quedarse en el campo para homenajear a Balenziaga en su adiós. No fue la mejor idea rendir tributo al lateral instantes después de una pitada como la que no se había escuchado en años en San Mamés.
El caso es que el homenaje desvió el foco.Los jugadores dieron una decepcionante vuelta al campo con una gradas prácticamente vacías y se detuvieron ante el fondo de la Grada de Animación para cantar el Txoria txori. Los doce años del lateral en el primer equipo merecían un adiós más lucido.
Eso sí, esa misma grada cerró el acto con el cántico de «Athletic sin vividores». Los jugadores se dieron la vuelta y se dirigieron por fin a la boca del vestuario. Unos pocos miles de personas se habían quedado en la tribuna central con el único fin de decirles adiós con una nueva pitada.
Los silbidos duelen en el vestuario. Este periódico pidió a Valverde que los juzgara. «No tengo nada que decir de eso», esquivó muy serio.
De Marcos también se refirió al asunto. «El público se tiene que expresar como le salga en ese momento. Al final el palo es duro para todos, pero hoy estoy orgulloso de mi equipo. ¿Me duele? Una barbaridad, al que más.Nos hemos dejado la piel. Estábamos volcados y dejando todo lo que tenemos. Es un palo gordísimo. La afición pita, nosotros lo asumimos. Cada uno es libre de hacer lo que quiera.Para ellos es un palo gordo y hay que seguir», reflexionó el lateral, a quien el club encomendó salir a dar explicaciones a los seguidores.
El capitán Muniain sólo habló unos pocos minutos a pie de campo. Allí ofreció un discurso similar al de De Marcos. No hay reproche a la entrega de los futbolistas. «El equipo se ha volcado, pero nos han ganado en una jugada desafortunada».
El de este domingo fue un terrible ejercicio de impotencia porque al Athletic no le valieron 19 córners ni 27 remates para anotar un gol. Pero también fue la respuesta de los espectadores que tiene mucho que ver con las ilusiones defraudadas por un presidente que ganó con rotundidad las elecciones tras prometer electroshock y un fútbol de rock and roll. Además proclamó junto al entrenador y el capitán que el objetivo era Europa. Los hinchas que silbaron ya se han despedido de volver a la competición continental.
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