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En la rueda de prensa del sábado tras el partido, Ernesto Valverde recordó que el Espanyol había empatado a cero en el Metropolitano, que en el Bernabéu el Real Madrid no pudo superarle en el marcador hasta el minuto 75 y que en el Benito ... Villamarín el gol de la victoria del Betis llegó en el minuto 85. El mensaje del técnico rojiblanco era muy claro. Podríamos resumirlo de la siguiente manera: «Los jugadores del Espanyol no son unos piernas». O dicho de otro modo: «No hemos goleado porque nos hayamos enfrentado a unos paquetes sino porque hemos hecho las cosas muy bien».
Valverde, por supuesto, quería reivindicar el buen trabajo de sus pupilos, que muestran una personalidad cada vez más exuberante y cuya contundencia empieza a retrotraernos a tiempos memorables, cuando el Athletic hacía verdaderas escabechinas en San Mamés y en las gradas el público cantaba feliz, como hizo el sábado, «que te ha 'pillau', que te ha 'pillau' el Athletic de Bilbao». Es lógico que el entrenador destaque el poderío de su equipo, sobre todo en ataque (17 goles en Liga), porque lo cierto es que hay muy pocos como él. Sólo el Barcelona, el Real Madrid y el Villarreal han marcado más. Ahora bien, si nos referimos sólo a las seis últimas jornadas, en las que los rojiblancos han firmado 14 dianas, los únicos que les superan -por seis goles- son los azulgrana.
Por mucho que sea una experiencia muy agradable, no es fácil acostumbrarse a lo que parecen superpoderes propios y exclusivos de los equipos más grandes. Javi Martínez contó alguna vez con bastante gracia cómo en campos como el Bernabéu o el Nou Camp sufría muchas veces una especie de espejismo. Sentía que estaba haciendo las cosas muy bien, que el equipo se mantenía ordenado y firme, con las ideas muy claras, y de repente le daba por mirar el marcador y se daba cuenta de que perdía 2-0 y no sabía cómo había ocurrido. Pues bien, el Espanyol pudo sentir algo parecido el sábado cuando a la media hora se encontró con el 3-0.
El Athletic de Valverde inspira el temor que inspiran los grandes pegadores. Comenzó a hacerlo la pasada temporada. El crecimiento del equipo se puede situar en el tiempo con bastante exactitud. Entre la jornada undécima (2-2 contra el Valencia) y la vigésima (2-1 a la Real) marcó 22 goles y terminó de asentarse en los puestos altos de la clasificación. Tras ganar aquel derbi, de hecho, se puso tercero en la tabla, empatado con el Barça a 41 puntos. Y esta temporada se está repitiendo aquella trayectoria. Los cuatro primeros partidos -sólo tres goles- hay que considerarlos una rareza, el peaje de una pretemporada con demasiados ausentes y varios lesionados. Ahora bien, luego, tras aquel primer parón, se produjo la reacción, lo que podríamos llamar el regreso a la normalidad: ocho partidos entre Liga y Europa League saldados con seis victorias, un empate y una sola derrota, que tuvo que llegar fallando los rojiblancos tres penaltis.
El caso es que, tras los cuatro goles al Espanyol, el equipo de Valverde ya está incluso por encima del porcentaje de goles por partido de la pasada temporada, que fue de 1,6. Ahora está en 1,7. Y no hace falta decir que mantener una cifra así sería una magnífica noticia. Significaría, ni más ni menos, que el Athletic termina la Liga con 65 goles, un registro que, salvo hecatombe defensiva, se puede decir que garantiza la clasificación para Europa. ¿Lo conseguirá? La verdad es que hay razones de peso para el optimismo. Dos de ellas saltan a la vista. Los rojiblancos hacen un fútbol valiente, presionan muy alto para recuperar lo más cerca posible de la portería rival y acaban generando muchas jugadas de ataque, sobre todo por las bandas pero también por dentro. Que hasta diez jugadopres se hayan estrenado ya como goleadores esta temporada es muy revelador.
Por otro lado, hay que detenerse a valorar la calidad de los futbolistas del frente de ataque. Entre Guruzeta (14), Iñaki Williams (12), Berenguer (7), Nico Williams (5) y Sancet (4) sumaron 42 goles la campaña pasada. Y con la excepción posible del delantero donostiarra, que no lo tiene fácil para repetir un cifra tan estupenda, los demás están en condiciones de repetirla (Iñaki Williams y Berenguer) y de mejorarla (Nico Williams y Sancet). Este último, de hecho, ya lleva los mismos tantos que en el curso anterior. Y queda por citar a Djaló, que se está haciendo esperar. El chaval vive un momento complicado en su adaptación a un equipo en el que tiene una competencia mucho mayor que en el Braga. Pero es un futbolista con talento, velocidad y gol. Lo lógico es que acabe haciéndolos.
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