El derbi llega pronto esta temporada. El clásico vasco no es el mismo en la tercera jornada, cuando todavía hay abiertas demasiadas incógnitas, tantas que ni siquiera las plantillas están configuradas definitivamente, que, con el curso avanzado, cuando los puntos empiezan a multiplicar su valor ... en función de los objetivos de cada equipo.
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Pero sea con bufanda y gabardina o en bermudas, el derbi siempre viene rodeado de una parafernalia especial. Es verdad que algunas cosas han cambiado, probablemente para mal la mayoría, pero hay rituales que se repiten cada año durante la semana previa al partido. Menudean las estadísticas y los históricos en los medios, y no pueden faltar algunas declaraciones altisonantes que sirven el titular en bandeja. Y aunque solo se lleven disputados 180 minutos de competición, esta vez tampoco va a ser distinto y ya tenemos avanzadas algunas conclusiones sobre los dos equipos, conclusiones cuya fecha de caducidad no va más allá que la de un yogur, pero eso es lo de menos.
Aunque algunas manifestaciones como las de Williams este miércoles puedan indicar lo contrario, lo cierto es que, de un tiempo a esta parte, está tomando cuerpo el debate sobre la importancia que cada bando otorga a este encuentro. Hay quien lo ve como el partido del año y quien dice que solo es un partido más. Haría bien el Athletic en centrarse y decidir con qué se queda porque últimamente da la impresión de que esa indefinición le está jugando una mala pasada. Sin ir más lejos, el mínimo bagaje de Gaizka Garitano en los derbis se resume en el último partido en Anoeta, saldado con derrota después de noventa minutos en los que el Athletic solo empezó a parecerse a sí mismo cuando Raúl García irrumpió en el campo tras el descanso.
Es algo más que una apariencia que, sea por la razón que sea, la Real afronta casi siempre este partido con más colmillo que el Athletic. Para el bando realista no hay duda de que éste es 'el partido'. En algunos sectores rojiblancos, en cambio, este choque se vive últimamente desde una cierta impostura recordando que, en San Mamés, 'el partido' es contra el Real Madrid. No estaría de más que incluso dando por buena esta escala de valores, los rojiblancos disimularan un poco y encararan el choque como si de verdad le otorgaran la misma consideración que sus colegas de enfrente.
Los tópicos están para repetirlos sin pudor y no hay partido rodeado de más tópicos que uno de rivalidad. Esta vez no podremos recurrir a uno de los lugares comunes más usados, ese que sostiene que, a la hora del pronóstico, en un partido de este tipo lo que menos importa es la clasificación y el momento de juego de cada equipo. La competición está amaneciendo todavía y el Athletic y la Real llegan empatados a todo y habiendo proyectado una buena imagen, cada uno en su estilo, en los partidos que han jugado.
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No hay un favorito ni ninguno de los dos equipos puede adoptar el papel de víctima porque ambos han demostrado que han entrado en la Liga con energía y las ideas muy claras, lo que anticipa un choque apasionante. Más allá de que para unos sea el partido del año y para otros solo uno más, de lo único que no hay duda es de que éste sigue siendo un partido diferente para todos.
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