Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Hay socios decepcionados con el proceso electoral. El próximo 27 de diciembre veremos cuántos son. También los hay, incluso dentro del periodismo, que consideran las elecciones algo intrínsecamente perverso porque perjudican al equipo, al que no se puede molestar bajo ningún concepto, cuando está ... bien para no distraerle y cuando va mal para no atormentarle. Antes de los partidos contra el Alavés y el Valladolid llegué a leer y escuchar opiniones en las que a algunos se nos reprochaba que, en lugar de estar totalmente concentrados de cara a esos duelos tan importantes, nos entretuviéramos alegremente, como niños irresponsables, con las noticias de la campaña electoral. Estuve a punto de sentirme culpable y de ponerme a hacer footing y a comer pasta y pescado hervido para ponerme en forma y prepararme a conciencia para esos partidos, pero luego lo pensé un poco mejor. Apliquemos ese mismo argumento a la política y preguntémonos, dolidos, cómo vamos a celebrar unas elecciones en medio de una crisis muy grave. Pues por eso mismo, oiga, porque las crisis requieren de elecciones. Incluso de revoluciones.
A mí estas elecciones del Athletic me están resultando entretenidas y clarificadoras. Piénsenlo. Estamos viendo cosas nunca vistas. Iba a citar ahora el monólogo del replicante de 'Blade Runner', pero acaba de saltarme la alarma que ya no me permite volver a citar durante un año, por exceso de uso, aquellas bellas palabras que se perdieron como lágrimas en la lluvia. Hemos visto, por ejemplo, a unos miembros de la Comisión Gestora actuando a su aire por primera vez en la historia del Athletic y firmando renovaciones a troche y moche en lugar de cumplir su papel de meros representantes interinos del club. Que sus miembros no hayan dado ni una sola explicación lo dábamos por descontado. No han dado ninguna en siete años y medio. Pero reconozco que a muchos nos han dejado con la curiosidad. ¡Que al menos Urrutia hubiera explicado por qué ha renovado sin cláusulas a Muniain, Balenziaga y De Marcos y a una promesa como Iñigo Vicente, en cambio, le ha puesto una de 40! ¿No se fía de él? ¿No le considera suficientemente athleticzale? ¿Acaso no ha visto en sus ojos el fulgor profundo del convertido a la fe verdadera, como Balenziaga?
No dirán que no están siendo entretenidas también las sorprendentes apariciones que se están produciendo. Por estricto orden jerárquico, es obligado citar en primer lugar la de Itxaso Atutxa en la presentación de la candidatura de Alberto Uribe-Echevarría. Nunca el Bizkai Buru Batzar había sido tan explícito. Lo suyo había sido la discreción, un concienzudo trabajo entre bambalinas que se consumaba cuando los autobuses procedentes de los batzokis aparecían en fila india en la calle Mazarredo el día de las votaciones. Ahora, en cambio, ha apostado por una visualización expresa. Imagino que la habrá considerado necesaria para desactivar la indigesta paradoja que supone que el PNV y toda su trompetería mediática apoyen al candidato que no es del partido y, en cambio, ninguneen y critiquen a otro que es militante y ha coincidido en actos y mítines con la propia Itxaso Atutxa. Digo yo.
Las apariciones no se acaban ahí. La de Javier Aldazabal en el palacio de Ibaigane tuvo su gracia. Tantos años madurando una política de comunicación que haría las delicias de Kim Jong-Il y resulta que cometen esa chapuza. Y qué decir de la aparición de Ignacio Palacios-Huerta, ese prestigioso economista, autor de un famoso estudio sobre los penaltis, al que Josu Urrutia fichó en 2011. Durante siete años y medio, este hombre tan preparado ha estado desaparecido. Hubo 'topos' tras la Guerra Civil que se dejaron ver más. Y hete aquí que resurge, en plena campaña electoral, para asegurar que Lezama es la mejor escuela de fútbol del mundo. No entremos a debatir esta declaración tan campanuda. Como ocurre con esos cometas que se dejan ver en el cielo cada mucho tiempo, lo importante era la aparición en sí misma. Y también, cómo no, la impresionante lección de humildad, discreción y sumisión a su líder que ha dado este hombre guardándose para sí mismo y sus íntimos una información que tan felices hubiera hecho a los socios del Athletic.
Decía que las elecciones también están resultando muy clarificadoras. Con esto no sólo me refiero a la enorme diferencia en las condiciones en la que han partido de salida los dos candidatos sino a la confirmación de una debilidad que está afectando ya a la médula del club: la de que los jugadores siguen siendo intocables, un colectivo sagrado. No he escuchado a nadie en estos días criticar los pedazos contratos firmados por Urrutia, ni hablar de la necesidad de establecer un límite salarial, ni de ligar las fichas a los objetivos, ni tampoco he visto a nadie resaltar la incongruencia que supone que el precio que hayan tenido que pagar los futbolistas rojiblancos por firmar el peor año de la historia del Athletic en 2018 sea que el club se ha gastado en ellos diez millones de euros más. Está visto que no quieren deprimirles. Para deprimirnos ya estamos nosotros.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.