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Posiblemente, Oihan Sancet acabó la temporada pasada con un cierto toque de decepción a última hora, a pesar de las evidentes alegrías de un año inolvidable. Después de ser protagonista en la final de la Copa con su gol que empataba el partido, la lesión ... en el muslo que le tuvo apartado del equipo casi un mes fue decisiva para que su nombre no apareciera en la lista de elegidos para la Eurocopa. Cumplió su objetivo con el Athletic y desapareció forzosamente de las alineaciones. Se le echó de menos en la recta final de la Liga.
Pero empieza otro curso y el objetivo de uno de los futbolistas con más calidad y potencial en el Athletic no es el de consolidarse sino el de dar un paso adelante y convertirse en uno de los jugadores clave del equipo, como lo ha sido de manera intermitente en las últimas temporadas. Tal vez su mayor defecto es la irregularidad, porque es capaz de encadenar buenos partidos, a veces brillantes, con desapariciones esporádicas. Lo mismo se echa a la espalda el equipo que acumula errores, muchos de ellos por precipitación, en pocos minutos. Es indudable su capacidad de girarse con la pelota controlada y provocar espacios a campo abierto que generan superioridades, pero a veces, en un futbolista que posee un magnífico dominio del balón, desconciertan algunas pérdidas, tal vez por exceso de ansiedad, que se tradujeron en dos expulsiones que a Valverde no le sentaron bien.
Cuando Sancet tiene el día no hay quien lo pare y es el gran complemento en vanguardia para los hermanos Williams, Guruzeta, Berenguer, ahora también Djaló, y cualquier futbolista de ataque que se ponga por delante de su posición. Le sobra clarividencia a la hora de poner la pelota en el lugar adecuado para el desmarque de sus compañeros, tiene además una magnífica relación con el gol y su altura le permite rematar de cabeza.
Ya no es el jugador fibroso y con apariencia frágil de sus primeros años con el Athletic. Ha ganado músculo. En los partidos de pretemporada ha exhibido un cuerpo mucho más modelado y fuerte que en temporadas anteriores y aguanta perfectamente los 90 minutos. Durante tiempo, fue uno de los primeros cambios que realizaba el entrenador, pero ya no. El fuelle no se agota. Es un jugador hecho físicamente, al que solo le falta más continuidad en su juego, hacerse imparable en más oportunidades, dar ese paso adelante que empieza a demandarle la afición para ser uno de los líderes del equipo en el próximo lustro. Valentía no le falta.
Lo tiene todo para ser una estrella en el Athletic: talento, imaginación, físico, fútbol en sus piernas, gol y valentía. Le falta la continuidad que necesita para ponerse a la vanguardia y, claro está, ganarse de nuevo el favor del seleccionador, porque Sancet, además de ser un activo valiosísimo para el conjunto rojiblanco, también tiene cualidades para brillar en una selección española en la que debe hacerse un hueco.
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