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Kike Sola (Cascante, 33 años) rompe su silencio. El delantero navarro se separó del balón en junio de 2018 para emprender una nueva aventura, diferente, muy lejos del césped. «Estoy disfrutando de la vida como me toca», proclama este exprofesional en la ... primera entrevista deportiva que concede desde su adiós. Ocupa su tiempo con su hija, nacida en agosto de 2018; el vino, una pasión que le atrapó desde pequeño; las visitas a su familia en Cascante, su pueblo; y todo un catálogo de actividades que el deporte, el día a día competitivo, no le dejaba experimentar. Después de cinco temporadas en el Athletic, con infructosas cesiones por el camino, y solo 27 partidos disputados, analiza el pasado y confiesa que, durante su etapa en Bilbao, le falló gente, no se sintió «correspondido por algunas personas», pero, elegante, prefiere pasar página y sonreír «en el mejor momento» de su existencia. «Son cosas que se quedan en el camino», concede. Y, a unas horas de que se enfrenten dos equipos, Osasuna y Athletic, que siempre defenderá «a muerte», lanza una confesión: «No echo de menos el fútbol. Sí, ha sido una parte de mi vida, la recordaré siempre. Me ha aportado más cosas positivas que negativas, y me quedo con las positivas. Pero, si te soy sincero, no lo echo de menos«, admite el exprofesional, que hoy no acudirá al partido: »Prefiero verlo sentado en el sofá, que también está chulo«.
El fichaje de Sola por el Athletic se confirmó en julio de 2013. Procedente de Osasuna, el navarro aterrizó en Bilbao para ocupar el puesto de Fernando Llorente. Había que cubrir el hueco. Sin embargo, participó muy poco en su estreno. No le fue mejor en su segunda temporada, las lesiones, es cierto, tampoco ayudaron. Hubo cesiones (Middlesbrough, Getafe y Numancia), que no sirvieron para mucho, y el ascenso de Cuco Ziganda al primer equipo provocó que tuviera esperanzas de que, por fin, llegase su momento. Tampoco sucedió. Al final de ese curso, se marchó, con cinco goles en su mochila. «Dejo el fútbol por un tema de motivación», anunció. Ahora lo recuerda: «Fue una decisión muy meditada, muy masticada. El fútbol fue una etapa más de mi vida. Ha sido un trabajo, obviamente diferente, en el que he disfrutado. Hay recuerdos. Ves resúmenes y te entra el cariño hacia la que ha sido tu vida. Pero no es una cosa que tengo en mente. Pasé página del fútbol y empiezo un capítulo con mucha ilusión. Hay vida más allá del fútbol«.
– Hay muchos compañeros o excompañeros que se retiran y no saben vivir sin el balón.
– Hay que saber diferenciar que es un trabajo, disfrutas de tu trabajo... ¡Pero hay vida! La obsesión es mala para todo.
– Habla de obsesión, ¿se llegó a obsesionar cuando no jugaba?
– ¿Obsesión? Yo no utilizaría esa palabra. Hubo momentos difíciles. Cualquier futbolista desea jugar. Yo siempre he sido muy autocrítico: sabía cuándo estaba bien, cuándo no... Es duro cuando pasan semanas, no juegas, tú sabes que estás bien... Te lo llevas a casa. Hay que saber medirse, la psicología es muy importante. Pero nunca me he obsesionado. Siempre he tenido la conciencia tranquila y he tratado de llevarlo de la mejor manera posible. No disfruté de muchas oportunidades en mi última etapa en el Athletic, pero no guardo rencor a nadie.
– ¿Le ha fallado gente?
– Por supuesto. Pero se queda en el camino. No me sentía correspondido. Pero hay que saber estar a la altura, tú no decides, es otra persona.
– ¿Y se sintió decepcionado?
– Ésa es la palabra. Pero como muchísimos jugadores.
Sola relativiza aquella complicada época. Prefiere pararse en el presente. En su hija: «He sido padre hace poco y es maravilloso. ¡Es lo más grande! ¿Que podría haber compaginado ser padre con el fútbol? Claro. Pero lo vivo de otra manera. Estoy 24 horas al día con mi hija y es increíble. Un privilegio», se le nota el orgullo a un exfutbolista que también invierte su jornada con el vino.
Es habitual observar en su cuenta de Instagram todo tipo de fotografías con botellas de esta bebida, con visitas a bodegas... Y como colaborador del Consejo Regulador de Rioja, por lo que estará el lunes en Sevilla. «Toda la vida se ha consumido vino en mi casa. Veía a mi abuelo. Vengo de una tierra de vinos, y me ha gustado siempre, he tenido curiosidad. Lo que te engancha es cuando conoces sus orígenes, cuando comprendes el vino... Hay muchas cosas detrás de una copa de vino. Abrir una botella crea diálogo», expone Sola, que defiende el consumo con «moderación». «El vino es disfrute. Es un hobby que he tenido siempre. Se dice que una o dos copas de vino son saludables. Es un mundo que abarca mucho y no se termina. Conoces a mucha gente relacionada con el mundo del vino, que comparte tu misma pasión. ¡Es muy bonito! Puedes visitar la bodejga, compartir experiencias con la gente que trabaja allí, el viticultor, el agricultor, el dueño, el enólogo...», habla con entusiasmo.
Y en otra muestra más de que la pelota ha quedado en un segundo plano, este domingo no estará en El Sadar. Otro ejemplo más de que quiere aprovechar todo el tiempo que no ha podido antes con su gente, con su familia, esa a la que tuvo que abandonar con once años, cuando se marchó a Lezama. «Prefiero ver los partidos en casa. Tranquilo. Además es una hora... Me pilla comiendo. Resido en Pamplona, pero solemos escaparnos muchísimos fines de semana al pueblo. Antes no lo podía hacer por trabajo. Exprimo los momentos con mi gente, y veo los partidos desde el otro lado, en el sofá, que también está chulo», explica sobre un duelo entre los dos equipos de su vida.
Empezó en Bilbao. «Con once años, me marché allí. Salí con 17 años, volví a Osasuna y en 2013 regresé al Athletic. ¡Imagínate lo que significan estos dos equipos para mí. Los voy a defender a muerte. Me lo han dado todo, futbolísticamente y me han hecho crecer como persona». Y aquí vuelve a detenerse en el pasado, en cómo superó esos largos tramos sin jugar, y lo enlaza con el presente, en la que estrenó hace unos meses. «La familia es muy importante para superar los momentos duros. Claro que le daba vueltas a todo, pero he sabido llevar la situación. Lo importante es saber diferenciar todo y tener autocontrol. Ahí, los valores que te inculcan son muy importantes. Y ahora que soy padre, ¡me parece muy difícil educar a un hijo! Estoy muy agradecido a la educación que me han dado. A mis padres, a mi familia, a mi mujer, a la familia de Bilbao...», expone Sola, un hombre feliz lejos del fútbol.
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