Pasión por los banquillos. Míchel ha sido entrenador del Rayo, Castilla, Getafe, Sevilla, Olympiacos y Olympique de Marsella.

«Me sabe mal que a Valverde se le dé tan poca importancia»

Afirma que el técnico rojiblanco «lo ha hecho bien en todos los sitios en los que ha estado» y dice que «en un banquillo no se disfruta, se sufre»

ROBERT BASIC

Viernes, 3 de febrero 2017, 00:48

José Miguel González Míchel (Madrid, 53) lleva varios meses fuera de los banquillos pero no se pierde ni un detalle de lo que pasa ahí fuera. El exjugador del Real Madrid y extécnico del Rayo, Castilla, Getafe, Sevilla, Olympiacos y Olympique de Marsella dedica unas ... ocho horas diarias al fútbol y esta cuota aumenta los fines de semana. Atiende la llamada de EL CORREO desde su domicilio madrileño y acepta encantado la invitación de hablar de un deporte y una profesión que le apasionan.

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Y también del Athletic, del que se declara «admirador» y no esconde se deseo de sentarse algún día en el banquillo de San Mamés, campo en el que vivió hermosas batallas con la camiseta blanca. De momento ahí está sentado Ernesto Valverde, que medita su futuro más allá del 30 de junio. Míchel, que viene mucho a Bilbao y a Eibar para ver jugar a su hijo Adrián, le eleva a los altares. «Tenéis un entrenador increíble. Ojalá sea el Ferguson del Athletic».

¿Cómo es el día a día de un entrenador que no entrena?

Es un día a día muy similar. Lo único es que no preparo entrenamientos y tampoco meto tiempo en la relación con los jugadores para trabajar la mejora. En cuanto al resto, veo partidos de todos los equipos, tengo información de jugadores porque me interesa y sigo la actualidad.

¿Cuántas horas de fútbol ve al día?

Duermo unas seis horas y de las 18 restantes al menos ocho los dedico al fútbol. Los fines de semana son otra cosa, ahí la cantidad aumenta. Aparte de los partidos que veo a través de unas aplicaciones profesionales, suelo ver encuentros de equipos que había dirigido como Getafe, Sevilla, Olympiacos...

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¿Tiene predilección por una Liga o un equipo en especial?

Mi favorita es la española. El nivel de la Liga es muy alto.

¿El más alto de todos?

Para mí, sí. ¿Por qué? Porque conjuga un montón de situaciones: futbolistas, competición, dificultad y el elevado nivel de preparación de los técnicos domésticos. Los españoles trabajamos muy bien.

Y de todo lo que está viendo últimamente, ¿qué es lo que más le gusta? ¿Hay algún equipo que le haya sorprendido?

Hay muchas cosas que me agradan. La Liga es muy rica en cuanto a los sistemas de juego y presenta variedades. Hay equipos que están muy bien, por ejemplo el Sevilla, para mí una gran sorpresa.

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Quizás esté obteniendo mejores resultados que juego, pero el equipo está a un alto nivel competitivo. El Celta es un equipo que siempre me gusta ver, igual que el Las Palmas, y la Real Sociedad está yendo a una velocidad de crucero en los últimos dos meses y medio. Y el Eibar está haciendo una temporada buenísima.

Hace unos nueve meses terminó su aventura en el fútbol francés. Con el paso del tiempo, ¿cómo recuerda su estancia en el banquillo del Olympique de Marsella?

No han variado mucho mis impresiones. Siento un poco de envidia al ver cómo puede trabajar ahora el técnico del Olympique de Marsella.

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¿Tantas diferencias encuentra?

Sí, porque no están ni el mismo presidente ni la misma dirección. Ahora es más un equipo de fútbol.

¿Y antes qué era?

Daba la impresión de que era show business. La gente que dirigía no entendía y tampoco delegaba. No puede ser que todos los jugadores y entrenadores que han pasado por ahí sean tan malos. La situación social era tan inconveniente que afectaba a todo el mundo. Ahora se está mejor. Pueden hacerse fichajes, estructura deportiva y hay un director deportivo, Andoni Zubizarreta, que se encarga de hacer las cosas. Es un clima mucho más propicio para alcanzar el éxito.

¿Pesó la herencia de Marcelo Bielsa, su recuerdo?

No sé si era exactamente eso. Al final no solo era el recuerdo de Bielsa, sino también el de ocho jugadores titulares que ya no estaban. A Payet le vendieron por 14 millones y año y medio después le recuperaron por 30. Es un negocio inaudito.

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Los jugadores acababan contrato y no querían seguir en Marsella. Es algo rarísimo y ahora no va a pasar. ¡A Bielsa le adoraban y Bielsa se fue! Eso habla del barullo generalizado que había en el club, con esa propiedad y ese presidente. No creo en los gafes, pero madre mía... Hay un antes y un después desde que se ha ido.

El club alegó en un comunicado que le despidieron «por su comportamiento». ¿Fue inapropiado?

En eso estamos todavía. De hecho, aún no me han pagado. Estamos en juicio. Admito que ellos deportivamente consideren que yo no tengo capacidad, pero lo que no admito es que digan que era un hombre poco profesional y que me dedicaba a otras cosas que no eran entrenar. De mi capacidad pueden dudar, de mi honestidad, no.

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¿Está listo para volver?

Un entrenador siempre está listo. Nada más volver de Marsella tenía conversaciones para incorporarme a otros equipos.

¿Podría decir cuáles?

Se lo puede imaginar. Unos ocho equipos han cambiado de entrenador y casi todos me han llamado. Algunos no me han considerado eligiendo a otros, varios no pudieron esperar y a otros les dije diplomáticamente que no. Prefiero esperar.

«Una labor magnífica»

Nunca ha escondido su admiración por el Athletic. ¿Qué es lo que le atrae tanto del club bilbaíno?

Principalmente me gusta su entrenador. Ojalá Valvarde sea el Ferguson del Athletic. Ahora voy mucho a Bilbao y siempre digo a la gente: Tenéis un entrenador increíble.

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Me sabe mal que a un técnico como Valverde se le dé tan poca importancia. En todos los sitios en los que ha estado lo ha hecho bien.

¿Considera que no se le valora lo suficiente?

Sí, pero entre los profesionales, no. Cualquiera de nosotros como directores deportivos seríamos capaces de contratarle. Ahora está haciendo una labor magnífica, ¡una más! Antes me preguntaba qué admiro del Athletic. Admiro a su técnico, su filosofía y a que cada año saque jugadores que muchos de los entrenadores no nos atreveríamos ni a poner. El Athletic no solamente los pone, sino que los hace. Y a fuerza de ponerlos, de darles 20 o 25 partidos, se hacen buenos.

Hay paciencia.

Eso es, por necesidad. Además, la afición lo entiende y esa es una filosofía que apoya mucho al entrenador y al club.

En una de sus últimas entrevistas con este periódico dijo lo siguiente: «¿Anfield? Lo que impresiona es estar en el túnel de San Mamés y oír el himno». Usted lo hizo unas cuantas veces.

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Me llama la atención que sigan poniendo de referencia estadios fuera de nuestra Liga cuando aquí tenemos campos impresionantes, como San Mamés. Impresiona escuchar el himno del Athletic en el túnel de vestuarios. Parece que ahora lo digo en plan de a ver si algún día l Athletic se acuerda de mí...

«Este año para Guardiola es un curso de entrenador»

  • Muchos clubes parecen multinacionales y sus futbolistas, estrellas de cine, multimillonarios con 18 años. ¿En qué momento el fútbol perdió el norte?

  • Lo hemos perdido y no nos hemos dado cuenta. Estamos en una fase de mirar hacia adelante, pero no miramos atrás porque no sabríamos cómo resolverlo. No ha habido transición en el fútbol y la eterna pregunta de ¿es deporte o negocio? ahora es claramente negocio. También les ha pasado a los periodistas, que hablan mucho más de las anécdotas que del desarrollo del juego. Me gusta leer las crónicas de fútbol, que se han perdido, y quizás las encuentras mucho más en los periódicos de información general que en los deportivos. Ahora no se entiende un jugador sin un tatuaje, un peinado... Da la impresión de que lo patrocina la LFP porque, si no, estás fuera (risas).

  • ¿El fútbol ha perdido su esencia, el sello de la calle?

  • Claro que la ha perdido. ¡Es que no hay barrios! Ahora le dices a un niño que tiene un partido el domingo en un campo de tierra y te contesta ¿No hay césped artificial?. Yo que voy a los entrenamientos del Eibar me llama la atención la esencia que mantiene el club. No van ni los periodistas y Mendilibar no tiene que trabajar a puerta cerrada. Es un poco como antes.

  • Hace poco dijo «Habría que ver si Guardiola, Ancelotti o Mourinho harían campeón de Europa a un equipo de clase media». ¿Cree...?

  • Ya le digo yo que no. Este año para Guardiola es un curso de entrenador. Ha construido mucho, pero con grandes jugadores y grandes presupuestos. Ahora te das cuenta de que le faltan los jugadores que le faltaban en el Bayern y que tenía en el Barça. Es un buen curso de entrenador porque te hace pensar en que un técnico normal, por ejemplo Valverde, para ganar el 100% de los puntos que consigue tiene que trabajarlo en un 93% de los partidos. Los clubes grandes, sin embargo, ganan fácil el 70% de los choques que juegan en los campos de clubes pequeños. El trabajo te lo facilitan los buenos jugadores que a veces ganan los partidos.

  • ¿Qué tiene más mérito ganar la Champions con el Madrid como Zidane o la Premier con el Leicester como Ranieri?

  • Los dos tienen mérito. Lo que pasa es que Ranieri se eleva a los altares, al santuario. Ganar la Premier con un equipo que un año después está en las dificultades en las que está significa que ahí pasó algo que tiene que ver con el Espíritu Santo, si existe (risas).

Que también.

Sí, sí (risas), pero sobre todo porque lo he dicho siempre. Muchas veces la gente te comenta tú has jugado en el Bernabéu y en el Nou Camp, y yo les digo: Sí, y en San Mamés. ¡Claro! En San Mamés me han pitado mucho, pero recuerdo que un día salí ovacionado.

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¿Cuándo?

Después de ir un 1-4. A falta de unos 20 minutos para el final Radomir (Antic) me sustituyó y la gente me dio una ovación porque... A ver, lo recordará fácilmente. Una semana antes de venir a San Mamés yo había cometido aquel acto impuro con Valderrama. Al llegar al campo en Bilbao había una pareja vestida de Míchel y Valderrama, se pusieron a mi lado y empezaron con la coreografía. Al final ganamos 1-4, yo di tres asistencias de gol y jugué un partido fantástico. De los cánticos iniciales se pasó luego a una ovación.

Tenía sangre caliente, ¿con qué jugador del Athletic se picaba más?

No lo sé, he jugado contra muchos. Larrazabal, Karanka, De la Fuente, ¡Rafa Alkorta! Rafa me decía: Con lo majo que eres por qué se mete la gente contigo (risas). Yo no entiendo jugar al fútbol y pasar desapercibido. La gente me decía: Pero si hay 100.000 tipos silbándote en el Camp Nou. Ya, y qué, eso es como 100.000 aplaudiéndote en el Bernabéu.

¿Disfrutaba más en el césped o en el banquillo?

En el césped. Y mira que a veces las hemos pasado canutas en San Mamés. En el banquillo no se disfruta. El otro día le vi a Valverde en el partido contra el Sporting y pensé: Joder, Txingurri, se te está poniendo la cara como a mí. Tenemos una edad parecida. El entrenador sufre mucho porque nunca descansa. Incluso cuando ganas y acaba el partido ya piensas en el siguiente.

¿Quién es su jugador preferido del Athletic?

Me gustaba muchísimo Argote, que a pesar de su calidad había pasado bastante inadvertido. No solo centraba bien, sino que sabía cuándo hacerlo y cómo jugar. Y de los que hay ahora me encanta Yeray. Desde que entró les dije a mis amigos del Athletic: Este va a ser muy bueno. También Lekue. Y tengo una debilidad por Iturraspe, que se ha parado un poquito pero últimamente está jugando bien otra vez. Y tenéis un buen portero (Kepa), un portero de verdad, perfil Athletic.

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¿Qué le dice que el Athletic compita como lo está haciendo en el pleno siglo XXI?

Es un misterio sin resolver. Uno mira su clasificación todos los años y ve que fuera de casa al Athletic le cuesta, sin embargo en casa parece Thor. Y hay una cosa que me gusta. Cuando el equipo está en dificultades, la afición lo entiende. Lo apoya. Los jugadores saben que cuando la cosa vaya regular ahí estará San Mamés para entrar a rematar. Eso son muchos puntos en un año.

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