Juanma Mallo
Lunes, 1 de agosto 2016, 22:52
Se despidió como un señor. Sin una mala palabra, como ese chaval de barrio que había visto cumplido el «sueño» de la infancia. Renunciando a varias cosas, porque lo que él desea es luchar sobre el césped, en el verde; ambicioso. Ibai Gómez se sentó ... el domingo en la sala de prensa de Lezama con una emoción visible, aunque contenida, y escribió un tratado sobre cómo decir adiós a un equipo, en este caso el Athletic. De Santutxu, bilbaíno, uno de esos miles de jóvenes vizcaínos que han mamado a la entidad rojiblanca desde el principio; lo que ocurre, en su caso, es que consiguió lucir esa camiseta, logró ponérsela y saltar a San Mamés con esa zamarra. Fue uno de esos privilegiados. Él mismo lo reconoció en su comparecencia del domingo: «Habría dado mi vida por jugar en el Athletic», confesó este profesional que había asumido que su ciclo en Bilbao había, por el momento, acabado, se había terminado. A sus 26 años, él quiere jugar, sentirse futbolista.
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De hecho, sabía que si no dejaba de lado algunos factores el dinero del último año de contrato, por ejemplo tendría complicado encontrar equipo. Este hecho lo realzó el director deportivo del Alavés, su nueva casa durante las tres próximas temporadas. «A diferencia de otras presentaciones, hoy quiero ensalzar a la persona. Ha renunciado a muchas cosas, si no no estaría aquí», confirmó Sergio Fernández el domingo por la tarde, después de la presentación de Ibai como nuevo futbolista babazorro.
Lastrado por las lesiones la temporada pasada, con una evidente pérdida de protagonismo, el atacante de Santutxu raro es el bar de este populoso barrio bilbaíno que no tiene una foto dedicada por él desea relanzar su carrera a un paso de casa. «Este tiene que ser mi año», proclamó en Vitoria. Para eso se ha preparado, con intensas sesiones durante su luna de miel, con entrenamientos duros, como se puede ver en las redes sociales, en los vídeos y fotografías que ha ido colgado en ese viaje. Tenía que estar a tope tras un curso para olvidar en el plano personal, pero que arrancó con ese deseo conseguido, construido en la imaginación de muchos de esos niños vizcaínos. Con el trofeo de la Supercopa: «Me vienen muchos recuerdos. El día de mi debut, a pesar de mi lesión. La semifinal ante el Sporting de Portugal. El gol que marqué al Schalke 04. El poder celebrar un título en el balcón del Ayuntamiento». De hecho, la última vez que el Athletic celebró una victoria de tanta magnitud Ibai ni había nacido: faltaban cinco años.
Sencillo, amable, el futbolista de Santutxu se acordó de todo el mundo en su despedida: club, entrenadores no se quiso olvidar de los hombres que le dirigieron en el filial, Luis de la Fuente y Ziganda, médicos, fisioterapeutas, dietistas, aficionados de los que siempre ha estado cerca... De nadie. Sin rencor, con una sonrisa emocionante. Así se ha marchado Ibai Gómez, un futbolista que escenificó la manera de irse de un equipo. Como un señor, sin cara de disgusto, a pesar de los escasos minutos durante los últimos ejercicios. Ahora llevará su disparo, y esos centros a pierna cambiada a Mendizorroza. Por tres temporadas. Gero arte, Ibai!
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