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Juanma Mallo
Miércoles, 11 de mayo 2016, 11:32
La sala de prensa de Lezama se ha quedado pequeña para despedir al gran capitán. A Carlos Gurpegui, el hombre que nunca ha perdido la sonrisa frente a la adversidad. Excompañeros, como Lacruz y Orbaiz, también, Javier Aldazabal, secretario de la directiva, sus actuales ... colegas de vestuario, el cuerpo técnico -Joseba Etxeberria ha sido el primero en surgir-, nadie se ha querido perder el adiós del bravo central de Andosilla (35 años), un futbolista que ha pasado 15 ejercicios en la primera plantilla del Athletic, que siempre se ha dejado todo por el club rojiblanco. Este miércoles ha confirmado que se va, como ya adelantó EL CORREO la última semana de abril. Que los focos dejarán de iluminarle, que ahora se dirigirán a otros profesionales vizcaínos. «Quiero que me recuerden con una sonrisa», ha confesado un futbolista que, en los casi 40 minutos de comparecencia, se ha roto cuando ha recordado el apoyo de sus compañeros, cómo le arroparon en aquellos duros momentos en los que estaba sancionado por dopaje.
«El sábado es mi último partido como jugador del Athletic». Estas diez palabras, al inicio de su discurso, han servido para anunciar su marcha, que lo deja. Que ya no volverá a vestirse de rojiblanco, aunque el presidente Josu Urrutia ha anunciado que le propondrá seguir en Lezama, donde se ha confirmado su adiós por expreso deseo del capitán, debido a que su vida deportiva se ha desarrollado en la factoría vizcaína. Adiós. «Es el momento perfecto, el momento oportuno. Ha sido una decisión muy difícil, porque he entrenado todos los días al máximo, me encanta el fútbol, venir a Lezama... Me quiero ir feliz porque he sido muy feliz», ha confesado el futbolista navarro, que ha recordado aquellos duros meses, años, en los que no podía jugar. «He venido a entrenar jodido muchos días. Y mis compañeros me han sacado una sonrisa. Es una gozada haber vivido estos 18 años», ha dicho el futbolista del Athletic, que la próxima semana hablará sobre su cometido en el club: «De momento, no lo he pensado. Bastante tengo con esta semana. Con despedirme de lo que más me gusta: jugar al fútbol en al Athletic. Tenemos una conversación pendiente cuando pase esta semana hablaremos», ha adelantado un hombre que ha empleado dos palabras durante toda la rueda de prensa: felicidad y sonrisa. La felicidad de la que ha disfrutado durante toda su carrera. La sonrisa, esa que nunca le ha abandonado a pesar de los mazazos.«La imagen que quiero que se recuerde es alguna en la que salga con una sonrisa de oreja a oreja. Hay gente con cosas peores a las que yo he vivido. Y siempre he intentado hacerlo con una sonrisa. He sido una persona optimista», se ha definido.
Y no ha rehuido las cuestiones sobre el dopaje, sobre su sanción. Y ha defendido su inocencia. «Todavía no sé porqué la 19-nandronosterona apareció en mi cuerpo. Luché contra eso. De muchas cosas en la vida se sale. Yo, de dos años sin jugar», ha proclamado un hombre que agradece el apoyo del club en aquellos momentos, pero que ha dicho que quizá «hubiera hecho las cosas de otra manera». Pero ha sacado pecho. «Yo no tengo el palmarés de otros, pero creo que hay jugadores que no se sentirán tan orgullosos de sus carreras como yo. He tenido muchas trabas». Sin embargo, dice que ese sufrimiento queda enterrado por los buenos momentos, por esos compañeros que siempre le han apoyado, que le han dado un abrazo. «Me he ido muchos días llorando de Lezama cuando estaba sancionado y se daba la convocatoria».
Recuerdo de la Supercopa
Pero casi siempre ha sonreído. No ha tenido dudas. Y se queda con varias imágenes. La Supercopa que levantó este verano. La salvación en aquella agónica temporada frente al Levante. Ha asegurado que desde el principio del curso había pensado en irse, en abandonar. Porque quería hacerlo sintiéndose futbolista, como un miembro más del plantel rojiblanco. «Lo más difícil es darte tu cuenta de que ha llegado el final. Entreno todos los días lo mejor posible, y te preguntas '¿por qué lo voy a dejar?'. Quería que fuese así, estando a disposición de todos los partidos, disfrutando del día a día, estando disponible para todos los partidos...».
Ha pedido un homenaje sencillo. Y, en ese momento, ha mirado a mayo de 2015, al adiós de uno de sus grandes amigos en el mundo del fútbol, Andoni Iraola, mientras le miraba de forma atenta otro de esos hombres con los que guarda una magnífica relación, Aritz Aduriz. Solo le ha quedado una cosa. Solo siente que le falta un aspecto: «Sacar la gabarra». Y, emocionado, con una sonrisa, ha escuchado la ovación de sus compañeros, directivos, periodistas. Y se ha ido. Agur. Con una sonrisa.
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