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Juanma Mallo
Martes, 10 de mayo 2016, 11:43
Carlos Gurpegui (Andosilla, 35 años) confirmará mañana su retirada. Como ya adelantó EL CORREO la última semana de abril, el central navarro colgará las botas al finalizar la presente temporada, la número 15 de su carrera profesional en el Athletic. Termina contrato el próximo ... 30 de junio, y ha decidido no continuar. Y mañana, en Lezama, a las 12.45 horas, oficializará este adiós acompañado por Josu Urrutia.
Gurpegui empezó su carrera en la élite hace quince años y piensa despedirse del fútbol y de la afición rojiblanca, a la que se ganó a pulso hace años. Pocos jugadores han tenido que superar tantas adversidades como el de Andosilla para seguir entre los mejores. Ni las lesiones ni las sanciones consiguieron doblarle, borrarle la sonrisa, que conserva y que mantuvo incluso en las épocas más difíciles. Se rompió las dos rodillas, sufrió tres fracturas nasales y más de un traumatismo craneoencefálico, pasó por el quirófano unas diez veces -en ocasiones con complicaciones, infecciones-.
Aunque, sin duda, el episodio más difícil de su carrera fue la sanción de dos años por dopaje. Siempre lo nego y defendió su inocencia. «Tranquilos, volveré», solía decir a sus compañeros y a sus entrenadores, como si las desgracias no le pesaran. «Dios premia a estos jugadores que se pierden un año con dos más de fútbol. Carlos va a jugar hasta los 40», deseó Marcelo Bielsa cuando el navarro se destrozó el cruzado en 2011. Volvió a recuperarse y a ponerse de pie, a competir con todas sus fuerzas, y ahora apura sus últimos días como león antes de pronunciar la palabra que sabía que verbalizaría tarde o temprano: adiós.
Debutó el 31 de marzo de 2002 en El Madrigal. Gurpegui tenía 21 años y salió en el once titular como mediapunta, por detrás de Urzaiz. Llevaba el 39 en la espalda y jugó los 90 minutos de un partido que el Athletic perdió por goleada (5-2). Pero a partir de ahí comenzó a construir una carrera que le ha puesto en numerosas dificultades y que también le ha hecho disfrutar y emocionarse con su profesión, de la que se quedará con lo positivo y, sobre todo, con una afición que le adora. En su última entrevista con este periódico, realizada con motivo de la final de Copa contra el Barcelona en el Camp Nou, se le preguntó por cómo le gustaría que le recordara la gente. «No lo sé. Tampoco me tienen que reconocer por jugar al fútbol. He hecho lo que me gusta y lo que mejor sé hacer, entrenándome al cien por cien. Hay que recordar a gente que ha hecho algo realmente importante para el mundo. Tengo el cariño de la gente y con eso para mí es suficiente», respondió sonriente. Perdió aquel partido, pero el fútbol le recompensó meses después con la Supercopa.
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